Crónica y fotos del concierto de Satyricon + Suicidal Angels + Fight the Fight - Sala Razzmatazz 2 (Barcelona), 5 de octubre de 2017

Satyricon demuestra en Barcelona que su visión del black metal no tiene rival

Datos del Concierto

Bandas:
Satyricon + Suicidal Angels + Fight the Fight
 
Fecha: 5 de octubre de 2017
Lugar: Sala Razzmatazz 2 (Barcelona)
Promotora: Madness Live!
Asistencia aproximada: 400 personas

Fotos

Fotos por Albert Vila

Nuestra Previa

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Ya comenté en la previa que este concierto de Satyricon me ha pillado en un momento dulce de mi relación con la música de los noruegos: durante estas últimas semanas he estado totalmente enganchado a la banda y he venido disfrutando como un niño tanto de su nuevo Deep Calleth Upon Deep, un disco que crece a cada escucha, como de sus fantásticos trabajos anteriores. Esta coincidencia temporal no pasa muy a menudo, así que os podéis imaginar con qué ganas llegaba yo a este día. Por desgracia, (esto no os importa pero yo os lo cuento igual) una especie de virus estomacal me tuvo un pelín percutido durante los días anteriores, y aunque durante el mismo día del concierto estaba bien lejos de estar al 100%, fui capaz de apreciar y disfrutar de una actuación apoteósica de Satyr, Frost y los suyos. He de decir que, teniendo en cuenta el excelente momento de forma del grupo y la personalidad e inspiración que demuestran en sus últimos discos, esperaba algo más de gente congregada hoy aquí. Quizás soy yo que tengo a Satyricon en una consideración mayor que las masas metaleras, pero una Razzmatazz 2 acortinada y no del todo llena (aproximadamente unas 350-400 personas, calculo) es bastante menos de lo que creo que se merece una banda como ésta.

Es imposible no sorprenderse con la extraña configuración del cartel de esta gira. Lejos de ir a buscar bandas estilísticamente afines para acompañar al black metal bombástico y lleno de groove de Satyricon, los escogidos fueron el veloz neo-thrash metal de los griegos Suicidal Angels y el metalcore djent / alternativo de Fight the Fight. Frost ya lo dejó claro en la entrevista que le pudimos hacer hace unos días: a ellos les da igual qué estilo toquen los teloneros siempre que 1) sean capaces de dar buenos conciertos y 2) entiendan de qué va esto. Dando lo primero por supuesto, aclararemos que supongo que esto va de que Satyricon son los reyes absolutos de la velada, tanto en sonido como en presencia como en duración (e imagino que también en condiciones), y las bandas teloneras, con sus sets limitados a 30-40 minutos, tienen bien poco que decir. Otro detalle curioso es que el puesto de merchandising de Satyricon y Fight the Fight se situó en un camión a la puerta de la sala, presumiblemente para ahorrarse gastos, mientras que Suicidal Angels pusieron su tenderete en el interior del Razz 2.

Fight the Fight

Cuando empezó el concierto de Fight the Fight no había más de diez personas mal contadas en la sala. Por suerte, a medida que avanzaba la descarga de los noruegos, fueron entrando más y más asistentes para, manteniéndose a cierta distancia, observar sus evoluciones con poco más que leves y distantes sacudidas de cabeza. Teniendo en cuenta que tuvieron que lidiar con un público muy lejano al suyo y que dispusieron de menos de treinta minutos para intentar convencerlos (y a algunos se le hicieron largos), Fight the Fight demostraron una actitud magnífica y unas ganas incondicionales de encandilar. De hecho, mirándolo bien, se marcaron un bolazo. Sonaron muy potentes y compactos y lo dieron absolutamente todo, sudándosela completamente si la gente les hacía caso o no. Su metalcore progresivo y alternativo sonó más duro y contundente aquí de lo que lo hace en disco, y de su descarga destaco la inicial «Fight the Fight», toda una declaración de principios, la «raruna» «Anitra’s Dance», una rendición muy particular de una pieza del compositor noruego Edvard Grieg, casi con un rollo a Disney oscuro, y la magnífica «Perfect Combination», que quitando un estribillo un poco asá empaqueta algunos de los mejores riffs que esta banda tiene que ofrecer. Sé que casi todo el mundo les va a olvidar inmediatamente, pero yo intentaré que no me pase lo mismo, ya que a mí su descarga me gustó bastante. Tuve oportunidad de hablar un rato con uno de sus guitarristas al final del concierto, y a parte de ser un tío majísimo y súper amigable, se mostró absolutamente entusiasmado y sin reservas de poder formar parte de una gira como ésta. ¡Bien por ellos!

Setlist Fight the Fight:

Fight the Fight
Patient Zero
Addictions
My Emperor
Anitra’s Dance
Perfect Combination
No Skin, No Armor

Suicidal Angels

Esta es la tercera vez en menos de un año que los griegos Suicidal Angels se descuelgan por Barcelona. La primera fué en uno de los conciertos más memorables y festivos que recuerdo últimamente, ese que lideraron unos Crisix on fire en la Sala Salamandra hace cosa de un año junto a otro par de locuelos como Evil Invaders y Skull Fist, y la segunda fue hace unos meses cuando tocaron en esta misma sala Razzmatazz 2 en el marco de la primera edición del extraño festival Knights Of Metal. Ahora vuelven como soporte de lujo de unos Satyricon para dar lustre a un cartel que, como ya comentamos más arriba, no parece pegarles del todo. A pesar de ello, pudimos ver una cantidad destacable de camisetas de la banda griega entre un público que les recibió con sentimientos polarizados entre la pasión y la indiferencia. No sé si es porque se sintieron algo fuera de sitio o porque los noruegos les dejaron las migajas en cuanto a sonido, este fue quizá el concierto que menos me ha convencido de los que les he visto a los chicos de Nick Melissourgos y Orfeas Tzortzopoulos, una banda que se caracteriza por poseer un directo sólido, compacto y agresivo. Tienen «temazos» para parar un tren, esto es innegable, y su capacidad para construir riffs thrasheros de la vieja escuela es sencillamente admirable, pero aún así no acabaron de sonar del todo bien, con unas guitarras (que lo son todo en esta banda) demasiado metálicas y enlatadas y la sensación que cada instrumento estaba yendo un poquito por su lado.

Su puesta en escena es sobria y agresiva, siempre liderados por un Nick que tiene las ideas y las instrucciones muy claras y con un telón de fondo que casi ni se veía por sus titánicas dimensiones y porque estaba tapado por la parafernalia que Satyricon llevaban montada en la tarima. Teniendo en cuenta que su tiempo de actuación se limitó a unos cuarenta minutos largos, el repertorio escogido juntó lo mejor de su genial y reciente Division Of Blood («Front Gate» sonó especialmente bien) con clásicos procedentes de su catálogo anterior, como «Bloodbath», una innecesariamente alargada «Seed Of Evil» y su infeccioso medio tiempo, y las finales e inevitables «Moshing Crew» y «Apokathilosis», en las que Nick consiguió que la gente se «ahostiara» violentamente gracias a sus continuas peticiones de violentos circle pits y walls of death, que aunque la mayoría de blackies ignoraron activamente, el reducto thrashero de la sala recibió como agua de mayo. Los griegos son una banda que me encanta y, para mí, son compositivamente lo mejor que nos puede ofrecer el movimiento thrash metal revivalista europeo, pero el concierto que vimos hoy creo que no pasó de correcto.

Setlist Suicidal Angels:

Capital of War
Bloodbath
Front Gate
Eternally to Suffer
Seed of Evil
Moshing Crew
Apokathilosis

Satyricon

Pasado el, para algunos, trámite de los teloneros, las ansias de Satyricon empezaron a aflorar en una sala en la que quizás no había tanta gente como esperábamos, pero dónde se podía respirar un respeto y una devoción casi incondicional tanto hacia la particular visión del black metal que nos ofrece esta banda como hacia las magnéticas figuras de Satyr y Frost a nivel individual. Aunque los noruegos empezaron como una más (una de las buenas, eso sí) de la pléyade de bandas de black metal que emergieron compulsivamente del país escandinavo a principios de los noventa, con los años se han sabido desmarcar de la norma para construir un estilo tremendamente personal sin preocuparse lo más mínimo por el qué dirán. Ello les ha ganado un estatus de grupo de culto y una polarización entre el público (algunos los adoran, otros creen que son lo más sobrevalorado que hay) que pocas bandas de la escena noruega con una carrera tan continua han conseguido. Personalmente, no estoy ni en un bando ni en el otro: no creo que sean lo mejor de lo mejor ni, por supuesto, tampoco creo que estén sobrevalorados para nada. Lo que me ocurre con ellos es que los sigo a oleadas: puedo estar meses sin escucharlos y no los echo en falta para nada, pero si por algún motivo algo suyo cae en mis orejas, me cuesta bien poco engancharme irremediablemente.

Visualmente, Satyricon nos iban a recibir con un escenario sobrio pero elegante, dominado por un telón de fondo inmenso con la polémica portada de Deep Calleth Upon Deep (polémica únicamente porque mucha gente cree que este boceto, obra del pintor noruego Edvard Munch, es tirando a feúcho) que podía haber llenado una pared tres veces más grande. Encima de una tarima, unos teclados y la inmensa batería de un Frost al que casi ni se vio (¡pero vaya si se le escuchó!) hasta que salió a saludar antes del bis, parapetado como estaba tras tal armatoste. En primera línea, la única decoración que rompía un espacio completamente diáfano era un atril en forma de tridente (bien, bidente) que imitaba la «Y» del logo de la banda. Tras él se situó Satyr para arengar a las masas con su irresistiblemente magnética y casi robótica presencia. El resto de componentes, meros actores secundarios que nos son miembros de la banda como tal y solo están presentes en directo (algunos de ellos, como el guitarrista Steinar Gundersen, desde hace casi veinte años), pasan visualmente desapercibidos a ojos del público y de los fotógrafos, obcecados en busca desesperada de una toma clara de Satyr entre la oscuridad (no fue un buen día para las fotos, eso está claro) o de un trozo de cabeza de Frost.

Satyr no es un tío del todo simpático sobre el escenario, y Frost ya ni te digo. Son figuras fascinantes, eso sí, distantes, orgullosas, imponentes y altivas, y su presencia y personalidad son rasgos casi tan importantes y definitorios como la música que sale de los altavoces. El groove que es capaz de imprimir Frost tras los parches no se aprecia en disco tal y como lo hace en directo, donde tiene una posición de privilegio en la mezcla y donde es capaz de hipnotizar al más pintado con un sonido absolutamente atronador. La voz de Satyr, raspada, austera y monolítica, es el otro elemento clave de la música de la banda en estos últimos veinte años, y su estampa de rockero cincuentero repeinado encandiló a todo el mundo (excepto quizás a los técnicos de sonido cuando veían que se subía una y otra vez sobre los monitores con los dos pies y su metro ochenta largo de altura).

Aunque en la entrevista que tuvimos con Frost pocas semanas atrás nos comentó que Deep Calleth Upon Deep iba a tener una presencia muy destacada en estos conciertos, y después de que lo presentaran tocándolo al completo en un tejado de Oslo, a la hora de la verdad solo han caído cuatro temas de los quince que conforman un repertorio muy satisfactorio pero bastante conservador sin ninguna sorpresa ni ninguna ausencia del todo destacable. Empezaron al igual que el disco, con «Midnight Serpent», y tardaron tres temas, hasta que sonó la maravillosa «Black Crow in a Tombstone» a meterse a un público entregado en el bolsillo. Sonaron perfectos desde un primer momento: bombásticos y compactísimos tanto en los temas viejos como en los nuevos, entre los que brilló especialmente un Deep Calleth Upon Deep que tiene pinta de alcanzar el estatus de nuevo clásico casi inmediatamente gracias a su infecciosa melodía y a su potente estribillo.

El primer parón llegó con un intermezzo ambiental y sinfónico que rebajó la tensión que se empezaba a notar, y este segundo acto, uno de los más brillantes, empezó con un muy buen «Walker in the Earth» y lo petó con el trío «Repined Bastard Nation» (apoteósico), «Commando» (velocísimo y potentísimo) y «Now, Diabolical!», uno de los temas más celebrados de la noche que hizo que la gente enloqueciera por completo. Otro parón permitió que nos calmáramos un poco, y el tercer acto arrancó con dos temas de su nuevo disco. «To Your Breathen in the Dark» es un corte lento y melódico que sonó misterioso y espectacular. Es curioso porque durante toda la gira Satyricon llevan en mismo setlist exacto excepto una posición que va rotando noche tras noche entre todos los temas del nuevo disco que no tienen lugar fijo. Hoy el que nos cayó en suerte fue «Dissonant» (el de las trompetas), y la verdad es que a mí ya me vino bien, ya que creo que es una opción potente y directa que demostró funcionar muy bien en directo. El único resquicio de nostalgia llegó con la pareja formada por la lenta y melancólica instrumental «Trascendental Requiem of Slaves», durante la que Satyr agarró la guitarra por primera vez, seguida por uno de los grandes temas de la noche, su gran himno «Mother North». Ambas canciones pertenecen al que es probablemente su disco más conocido, Nemesis Divina (1996) y es remarcable ver lo distintas que suenan respecto a lo que nos han ofrecido en su época más reciente. Yo, personalmente, me quedo con lo nuevo, pero tampoco pude resistirme al desgañite de corear sus oh-oh-ohs como si no hubiera mañana.

Después de una hora y diez de concierto que se hizo muy corta, Satyricon se retiraron por penúltima vez, no sin antes salir a saludar para que pudiéramos por fin verle la cara al pedazo de personaje que es Frost ni sin que Satyr nos hiciera algo de memoria sobre la historia de la banda con Barcelona desde que vinieran por primera vez junto a Pantera a finales del siglo pasado. Después de unos pocos minutos, volvieron a subirse al escenario para dejarse ir con una traca final de aúpa formada por «The Pentagram Burns», «Fuel For Hatred» y la súper poderosa «K.I.N.G.», que cerró un concierto prácticamente perfecto en cuanto a sonido, actitud y repertorio, excelente aunque bastante conservador. La única nota lamentable fue que la seguridad de la sala tuvo que intervenir en varias ocasiones, algo muy inusual, ya que al parecer hay gente que, aun haber pasado los cuarenta, no sabe beber sin molestar a los demás, lo que es una auténtica pena. De todas maneras, para olvidar este pequeño borrón y redondear el éxito rotundo que fue esta noche, Satyricon y su crew tuvieron los santos cojones de poner como canción de despedida el «The Look» de Roxette. Y como Roxette son uno de mis más afamados guilty pleasures, os podéis imaginar que mi camino a casa no estuvo acompañado por las melodías de «Now, Diabolical!» ni «K.I.N.G.», sino que ahí me teníais canturreando eso de «and she goes: la-la-la-la-la….». ¡Viva el black metal, hombre!

Setlist Satyricon:

Midnight Serpent
Our World, It Rumbles Tonight
Black Crow in a Tombstone
Deep Calleth Upon Deep
Walker in the Earth
Repined Bastard Nation
Commando
Now, Diabolical!
To Your Brethen in the Dark
Dissonant
Trascendental Requiem of Slaves
Mother North

The Pentagram Burns
Fuel for Hatred
K.I.N.G.

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Sobre Albert Vila 951 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.