Sascha Paeth’s Masters of Ceremony – Signs of Wings

Nuestra Nota


8.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 13 de septiembre de 2019
Discográfica: Frontiers Records
 
Componentes:
Adrienne Cowan - Voz
Sascha Paeth - Guitarra
André Neygenfind - Bajo
Felix Bohnke - Batería
Corvin Bahn - Teclados

Temas

1. The Time has Come (4:15)
2. Die Just a Little (4:07)
3. Radar (3:37)
4. Where Would it Be (4:59)
5. My Anarchy (4:16)
6. Wide Awake (4:05)
7. The Path (4:24)
8. Sick (3:31)
9. Weight of the World (4:16)
10. Bound In Vertigo (4:25)
11. Signs of Wings (5:07)

Multimedia



Escucha y compra

Este disco en Amazon: Sascha Paeth’s Masters of Ceremony – Signs of Wings
Todos los discos de Sascha Paeth’s Masters of Ceremony en Amazon


Han pasado años desde que Sascha Paeth encabezase un proyecto. Sí, lo hemos visto levantando Avantasia (según palabras del propio Sammet), pero no era su proyecto. Hemos disfrutado de su incuestionable talento como productor, llegando a ser uno de los más reputados de la escena (los propios Avantasia, Edguy, los primeros Angra, Kamelot, Rhapsody cuando aún eran Rhapsody, y un largo etcétera). Pero lo que es encabezar un proyecto, nada de nada desde los tiempos de Heaven’s Gate, si no me falla la memoria.

Heaven’s Gate, ¡qué tiempos aquellos! Qué calidad y qué poco reconocimiento tuvieron para el grupazo que eran (el Livin’ in Hysteria (1991) le caerá a alguien como improbable, seguro), y qué poco duró su carrera para lo que podrían haber sido. Pero lo que son las cosas, su cabecilla decidió dedicarse, principalmente, a otros aspectos del negocio de la música en vez de al de la composición, aunque ayudase aquí y allí. Pero, amigos, la espera ha acabado. La pregunta es: ¿ha valido la pena? Veremos.

Antes de nada, veamos quien forman este grupo. Sí, lo llamo grupo, pues aunque lleve el nombre de Sascha, creo que va más allá de un proyecto en solitario (algo así como Van Halen o  Soto). El nombrado Paeth, claro está, se cuelga las seis cuerdas y con ella hace las rítmicas, armonías, solos y todo lo que se le pueda pasar por la cabeza. La base rítmica está compuesta por su dos compañeros de Avantasia, Felix Bohnke (también en Edguy), que vuelve a demostrar que, disco a disco, mejora en su instrumento, y André Neygenfind al bajo. Sorpresivamente no está Miro a los teclados, sino Corvin Bahn (Crystal Breed, Uli Jon Roth…) y a la voz, ¡ay, amigos! A la voz tenemos a Adrienne Cowan. Es posible que te preguntes quien es. Pues esta joven estadounidense, aparte de cantar en Seven Spires, fue una de las coristas (solista en ocasiones) de la última gira de Avantasia. Y menudo descubrimiento. Los que ya la hemos visto en directo ya sabemos de su calidad y versatilidad, pero para los no iniciados en esta señorita, digamos que es capaz de cubrir a la perfección a Candince Night y a Mille Petrozza, de Kreator. Sí, no es ninguna broma. Personalmente, cuando los vi en la Sala Razzmatazz, me quedé totalmente impresionado por la muchacha, pero es que aquí se sale aún más. Sus registros, su afinación, sus timbres (en plural), su fuerza, su garra, su melodía. Sin duda está llamada a reinar, en un futuro próximo, en eso que internet llama las Metal Queens. No creo que el guitarrista alemán pudiese haber escogido mejor voz para encabezar su nuevo proyecto.

Pero bueno, vayamos al grano. ¿Qué nos ofrece Signs of Wings (2019)? Pues un poco de todo, cosa que lo hace difícil de catalogar. En total son 11 canciones muy variadas. Desde trallazos incontestables como “The Time has Come” (¿mensaje subliminal?) a medios tiempos llenos de matices como el segundo tema, “Die Just a Little”. Tralla y melodía son cosas que ya hemos dicho, pero también hay oscuridad (sí, oscuridad), detalles y arreglos dignos de una producción de Sascha Paeth, algún tema que, por riff, podría tener alguna influencia celta o folk pero que no lo es (algo así como “Scarecrow” de Avantasia), alguna balda, algún que otro riff, y hablo solo del riff, industrial, voces guturales, voces melódicas, un nivel de ejecución instrumental altísimo…  Un poco de todo, un mucho de todo que suena fenomenal, una variedad que no es fácil de encontrar. Demos un breve repaso a los 11 temas.

Como hemos dicho, este Signs of Wings empieza con “The Time has Come”. Quizá sea el tema más rápido, con más tralla, de todo el disco. Quizá, y sólo quizá, la melodía vocal se haga un pelín repetitiva, pero te aseguro que, tras escucharla dos o tres veces, no te la quitarás de la cabeza en semanas. También sirve como resumen de todo lo dicho y todo lo que encontrarás en el disco. Seguimos con la también mencionada “Die Just a Little”, que aunque baja en revoluciones o tempo, no lo hace en intensidad. De nuevo nos encontramos ante un tema muy bien pensando, casi como el plan de La Casa de Papel, y en el que destaco la batería y sus detalles que la hacen interesante. Felix podría haberla simplificada mucho, pero aquí demuestra que tiene ganas de probarse cada día más. Cerramos la tríada inicial con “Radar” y su regusto, a la vez, industrial y folk. Extraño, ¿no? Pues lo tiene. Las estrofas de bajo-voz-batería son tremendas y llenas de fuerza, y de fondo se escuchan arreglos que refuerzan ese toque folk del que hablo.

Seguimos con “Where Would it Be” y la velocidad vuelve, aunque no de forma tan aplastante como en el primer tema. Lo de “velocidad” es discutible, porque aunque la batería sí sube el ritmo, la melodía vocal da sensación, al menos en ciertos pasajes, de tranquilidad, sensación que aumentan los arreglos del tema. El estribillo es delicioso. El punteo inicial de “My Anarchy” da paso a un medio tiempo melódico lleno de fuerza, con un estribillo muy alejado de las bofetadas que repartían antes. Es, quizá, de los temas menos destacados del disco, pero tengamos en cuenta que no hay tema malo en este lanzamiento. Seguimos con un tempo lento en “Wide Awake”. Tema machacón que, por momentos, puede recordar a cosas tipo Evanescence o similares. De nuevo el adjetivo “industrial” vuela por encima de ciertos pasajes de la canción, aunque esta vez el vuelo es bastante alto.

“The Path” es la balada del disco. Sutil y frágil, llena e detalles y atmósferas, con una Cowan que ofrece su faceta más delicada, casi (casi) podríamos tacharla de acústica. La voz y los teclados son protagonistas absolutos. ¿Qué tú eres más de caña? Pues tranquilo, que “Sick”, uno de los singles, llega al rescate. Metal moderno, voces diferentes entre sí que salen de una misma garganta… este puede hacer las delicias de los amantes del metal post 2000. Y aunque el álbum no tiene nada de Avantasia, si hay una canción que podría poner en duda esa afirmación es “Weight of the World”. Si el disco tiene algo de power (cosa que niego rotundamente), sería este tema lleno de fuerza.

¡Qué pena! Tan solo nos quedan dos canciones para llegar al punto y final. “Bound in Vertigo” es la más folk de todo el disco. No por instrumentos, sino por estructura y melodía. Pero que esto no te lleve a engaño, el tema tiene garra, fuerza y gancho. Mira, sin tener absolutamente nada que ver (vamos, noche y día), me viene a la cabeza del “Simple Man” de su avantasia-compi Hartmann. Y llegamos al final con lo homónima al disco, “Signs of Wings”. Lo que parece que será la segunda balada del disco no lo es. Empieza casi acariciando nuestros oídos, con una melodía vocal (y una Adrienne, en general), muy sutil, pero rápidamente aparece la electricidad, las guitarras, la fuerza y la garra que hacen del tema una magnífica forma de cerrar el disco. Casi podríamos decir que es una canción multi canciones, como lo que dicen de “Bohemian Rhapsody”, que desemboca en un estribillo magnífico.

Casi nada. Han pasado años, muchos años, pero como si se tratase de Petyr Baelish¸ aka Meñique, Paeth ha sabido esperar pacientemente, mover las fichas de forma magistral, beber de todas las influencias que puede tener y reunir a un equipo absolutamente magistral para parir uno de los discos que, sin duda, estarán en mi top 5 anual. ¡No te lo pierdas!

Xavi Prat
Sobre Xavi Prat 381 Artículos
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios. Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo. Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.