RIP Be Prog! My Friend (2014 – 2018): Qué bueno que viniste

Aunque más de uno se ha hecho el sorprendido, todo el corrillo de «periodistas» y fotógrafos ya sabíamos, desde el mismo segundo día que cerró la edición de este año (e incluso desde algo antes), que el de Burst iba a ser el último concierto de la historia del Be Prog!. Por supuesto, todos aquellos que hemos amado este festival hemos ido albergando esperanzas de que tal decisión fuera algo tomado en caliente, y que la gente de Madness Live! acabara por recapacitar y regalarnos una sexta y muchas más ediciones de un evento que, sin ser evidentemente del gusto de todos, sí que ha conseguido hacerse un hueco en el corazón de buena parte de los amantes de la música valiente en la zona de Barcelona (y más allá).

Pero el tiempo pasaba, y tanto la falta de noticias de cara a un público que esperaba entre bombo y platillos algún anuncio de cara a la edición de 2019 como las desalentadoras (más bien tajantes) informaciones que nos llegaban por vía interna nos lo dejaban clarísimo: con toda la pena del mundo, no iba a haber más Be Progs!. En realidad, solo era cuestión de días (o de semanas) que la organización anunciara una noticia que ya estaba tomada desde hacía tiempo, y aprovechando que los chicos de Madness Live! tienen nuevo retoño a punto de salir del horno (un tal Horns Sun Beach que ha anunciado sus primeras informaciones para el próximo lunes), han decidido enterrar públicamente al viejo, comatoso y tristemente deficitario festival barcelonés. Una lástima, por supuesto, casi una tragedia para muchos, pero así funciona este mundo. Qué le vamos a hacer.

¿Y por qué? Pues evidentemente, porque no es una propuesta rentable. De hecho nunca lo fue, en ninguna edición, a pesar de que la gente soliera quejarse de unos precios comparativamente caros (que es innegable que lo eran, si tenemos que fijarnos en otros eventos más orientados a las masas). Lo que sí consiguió fue aglutinar a un público fiel que se enamoró perdidamente de él y que compraba la entrada en masa a un año vista, pero nunca logró enganchar a la suficiente cantidad de aficionados como para llenar de verdad un Poble Espanyol que, visto el nivelón de los carteles año tras año, creo que merecía haberse llenado en más de una ocasión.

La verdad es que es curioso, porque una de las preguntas que suelo hacerles a las bandas progresivas que entrevisto es precisamente sobre el apogeo que parece vivir el género. Y es verdad que cada día hay más bandas, más eventos y más influencia del rock y el metal progresivo en un montón de estilos, pero también es evidente que sigue tratándose, sin duda, de un género muy minoritario, especialmente aquí. No me atrevería a afirmar algo tan altivo como eso de que «no está hecha la miel para la boca del asno» pero lo que sí que está claro que este tipo de bandas o esta propuesta tan sibarita y técnicamente compleja no parece tener una acogida suficientemente grande en una tierra en la que unos Kiss arrastrándose y de vuelta de todo llenan pabellones sin bajarse del autobús pero un montón de bandas que cuentan con algunos de los mejores directos sobre la faz de la tierra no son capaces de llenar ni un solo año un espacio mediano como es el Poble Espanyol.

Algunos dirán que ha faltado rock progresivo clásico (una queja recurrente entre los progheads de la vieja escuela, a pesar de que por su escenario han pasado bandas como Camel, Marillion, Jethro Tull, Steve Hackett y muchos más), otros dirán que faltaban bandas de aquí, otros que el precio era demasiado caro y otros que el problema es que no trajeran a Tool y a Rush en la misma edición. Pero al final, parece claro que todo se reduce a una cosa: el público potencial, aquí, no parece ser suficiente. Y es curioso, porque uno pensaría que lo es, con la de actividad progresiva que se intuye, pero la desaparición de este festival o las audiencias más que modestas de otras propuestas valientes y de calidad como por ejemplo el Tótum Revolútum (a mucha menor escala, por supuesto, ya que ahí se trata de bandas sin el renombre internacional que sí tienen las del Be Prog!), no hacen sino desmentírmelo. Al final somos cuatro gatos y desde dentro no somos capaces de verlo: lo progresivo y lo complejo, aquí, no vende demasiado.

Pero bueno, ya está, ya nos hemos lamentado, y ahora solo nos queda recordar al difunto con una sonrisa. Y es que en el Be Prog! yo he vivido algunos de los mejores conciertos de mi vida, así tal cual. De hecho, siempre que he elaborado una lista de lo mejor del año, alguno de sus directos ha logrado hacerse un lugar en el podio (y creédme que veo muchos conciertos). La impresionante descarga de Opeth en la primera edición me puso los pelos de punta. Lo de Steven Wilson en la tercera me hizo llorar literalmente, y este año el bolaco que se marcaron A Perfect Circle fue algo de otro mundo (este estará seguro en mi podio de 2018, vete a saber si incluso arriba del todo). Pero además, y eso que solo he estado a en tres de las cinco ediciones, ahí he visto actuaciones espectaculares de Anathema, de Textures, de Agent Fresco (¡éste fue genial también!) o de los propios Burst. Y por lo que me cuentan, bandas como Leprous, Camel o muchos otros también se salieron de la tabla.

Pero la magia del Be Prog! no radica solo en la música, ni mucho menos. El ambiente que se generó año tras año siempre fue especial, la fidelidad de un público que acabó por convertirse en gran familia y que lo sintió como algo suyo, algo propio, especial, algo para compartir, pero que no era para todo el mundo. Donde la calidad y la comodidad primaban por encima de cantidad (y quizás eso, precisamente, ha sido lo que lo ha matado). Era un festival especial para los asistentes, para los músicos, para los periodistas, y por encima de todos, para la propia organización, que lo consideró la niña de sus ojos desde el primer hasta el último día. Y evidentemente, es normal que cuando finalmente se han visto abocados a anunciar su prematuro final, un reguero de lágrimas y lamentos se ha esparcido por las redes. Habrá muchos más festivales, nuevos y viejos, pero sin el Be Prog!, el verano no va a ser lo mismo para muchos.

Recuerdo que el anuncio de la primera edición del festival me pilló en una época en la que el progresivo me tiraba muchísimo. Recuerdo mirar obsesivamente el calendario y las cuentas atrás que marcaban las fechas de anuncio de nuevas bandas (como molaba eso, una pena que lo fueran descartando un poco de golpe a medida que pasaron las ediciones), haciendo mis propias quinielas mentales. La primera confirmación fue la de Fish, algo que animó de buenas a primeras a los más clásicos, que siempre se han quejado que había poco de lo suyo. Recuerdo que fui feliz cuando anunciaron a Opeth como cabezas de cartel y a acompañantes como Antimatter, Pain of Salvation o unos Anathema antes de hora que enmascararon como premio para anunciar antes que otra promotora anunciara su gira propia para otoño.

A pesar de ser todo un evangelista, solamente tuve la oportunidad de asistir a tres de sus cinco ediciones, pero he tenido entrada (o acreditación) para todas ellas y, de hecho, yo era de los que me compraba el abono al día de anunciar las fechas. Me jodió sobremanera perderme la segunda (por culpa de un viaje) y la cuarta (por culpa de ese desafortunado solape con el Rock Fest), pero las tres que fui cuentan como eventos verdaderamente especiales de mi historia musical, en los que siempre ha habido caramelitos encima del escenario y en los que se ha respirado un ambiente realmente bonito.

Pero bueno, ya lo dijo Gabriel García Márquez en su famoso y sobreexplotado poema (y también una ex-novia mía poco después de dejarme por otro, la muy cínica): «No llores porque terminó, sonríe porque sucedió». Pues eso. Lo echaremos de menos, no hay duda, pero hay tanta música por delante, tantos proyectos que se tienen que solidificar y que están por nacer, que supongo que lo superaremos hasta el punto de convertirse, con el tiempo, en un recuerdo meramente nostálgico. Pero ahora el cadáver aún está fresco, así que gracias Be Prog! por estos cinco años memorables, y por hacernos un poco más felices cada verano. Te echaremos de menos.

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Sobre Albert Vila 951 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.