Paradise Lost – Draconian Times: 25 años del disco favorito del metal gótico

Ficha técnica

Publicado el 12 de junio de 1995
Discográfica: Music for Nations
 
Componentes:
Nick Holmes – Voz
Gregor Mackintosh – Guitarra
Aaron Aedy – Guitarra
Steve Edmonson – Bajo
Lee Morris – Batería

Temas

1. Enchantment (6:04)
2. Hallowed Land (5:02)
3. The Last Time (3:27)
4. Forever Failure (4:18)
5. Once Solemn (3:03)
6. Shadowkings (4:41)
7. Elusive Cure (3:21)
8. Yearn for Change (4:19)
9. Shades of God (3:54)
10. Hands of Reason (3:58)
11. I See Your Face (3:17)
12. Jaded (3:26)

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A principios de 1995, los británicos Paradise Lost se encontraban en el momento más álgido de su aún breve carrera. Los de Halifax habían nacido como banda de death metal lento y pesado siete años antes, pero no había sido hasta 1990 que publicaron su primer disco, llamado Lost Paradise, de la mano de los héroes locales de Peaceville Records. Aunque hoy en día ese disco pasa un poco desapercibido al lado de los clásicos inmortales que lo sucederían, gracias a él empezaron a ganarse el liderazgo de esa pretendida (y algo artificiosa) escena doom de Liverpool que también agrupaba a otras dos leyendas del género como son Anathema y My Dying Bride. La realidad es que Paradise Lost nacieron bastante antes que sus compañeros, y su tozudez en nadar contra corriente y ser un contrapunto a la velocidad de coetáneos como Napalm Death o Carcass hizo que ralentizaran más y más su sonido hasta convertirlo en la principal seña de identidad de todo un nuevo estilo.

En tan solo tres años y a través de trabajos tan celebrados y queridos como Gothic (1991), Shades of God (1992) e Icon (1993), la banda liderada por Greg Mackintsosh y Nick Holmes hizo evolucionar su sonido desde el death más estricto al doom más pesado y, finalmente, al metal gótico con el que se iban a hacer grandes de verdad a todos los niveles. Eso de metal gótico, por cierto, es algo que se ha acabado bastardizando bastante con el tiempo, pero en un primer momento fue una etiqueta que acuñaron ellos mismos al mezclar el concepto ya existente de rock gótico que practicaban bandas como Sisters of Mercy con el metal pesado y de aire romántico y melancólico que predominaba a partir de ese propio (y genial) Gothic. Esa evolución tuvo su cúspide en Icon, el disco que los catapultó definitivamente a la primera línea del metal extremo (y no tan extremo).

Llegados a este punto, las expectativas generadas alrededor de este quinteto formado por cinco amigos de clase obrera del norte de Inglaterra (con toda la psicología derrotista que eso significa) llegaron a ser máximas, así que les tocaba enfrentarse a uno de los momentos clave de su carrera. A diferencia de como han reaccionado en tantas otras ocasiones en las que han intentado huir de lo que se esperaba de ellos (con resultados variables, por decirlo así), esta vez hicieron “lo correcto” y Draconian Times representó el sucesor perfecto de ese Icon que les entreabrió la puerta del mainstream. Con el que nos ocupa, los británicos decidieron agarrar el pomo, abrirlo de par en par y dar el gran salto a las masas con el que era, de largo, el disco más maduro, más limpio y más accesible de lo que llevaban de carrera.

Gracias a todo ello, Draconian Times es considerado el indudable pináculo creativo y de popularidad de la banda a ojos de la inmensa parte de los fans. A riesgo de sonar impopular, debo decir que yo no estoy del todo de acuerdo con esta afirmación. Aquí hay algunos temazos inmortales, evidentemente, pero en general (y abro paraguas) tampoco me parece para tanto. De hecho, me atrevo incluso a decir que en mi mundo se encuentra un escaloncito o dos por debajo ya no de Icon (que es mi gran favorito si el reciente y brutal Obsidian (2020) no me hace cambiar de opinión en los próximos meses), sino también de algún que otro disco más. Curiosamente, los miembros de la propia banda han repetido en múltiples ocasiones que opinan eso mismo, que Draconian Times es un muy buen disco, pero que siempre les ha sorprendido que tanta gente lo considerara el mejor.

La realidad, de todas maneras, es que éste fue el disco perfecto para el momento en que salió. El doom / death gótico y melódico llevaba ya dos o tres años en pleno apogeo tanto en Inglaterra como en Escandinava, y el interés alrededor del género no hacía más que multiplicarse mes tras mes y banda tras banda. A pesar de que cada día había más aficionados abrazando con pasión tanto este nuevo estilo como las múltiples agrupaciones que bebían de él, la sensación es que aún faltaba ese álbum que fuera capaz de abanderarlo más allá del nicho en el que se encontraba, tendiendo un puente entre la oscura, inaccesible y tétrica pesadez de este tipo de bandas y el resto del mundo del rock y el metal. Y Draconian Times consiguió como nadie mantener la esencia y el espíritu del género mientras coqueteaba con la accesibilidad que los podía acercar a las masas.

Paradise Lost es una banda que siempre se ha caracterizado por mantener un line up absolutamente estable a lo largo de su extensa trayectoria. El núcleo formado por Nick Holmes a la voz, Greg Mackintosh y Aaron Aedy a las guitarras y Stephen Edmonson al bajo ha permanecido unido desde el primer día de su fundación hasta hoy, 32 años y 16 discos de estudio después, de forma que los únicos cambios (pocos) que han tenido que sufrir se han producido en el puesto de batería. Precisamente, la incorporación de Lee Morris para sustituir al original Matthew Archer unos meses antes de entrar a grabar este disco fue el primer cambio de formación de toda su carrera, algo que supuso toda una prueba de fuego en la pequeña familia que formaba la banda y que iba a convertir a Morris en el batería más longevo de toda su historia de la banda. Conservando su posición tras los parches hasta 2004, fue partícipe de la época más exitosa y, también, más tumultuosa de la carrera de los de Halifax.

Porque durante estos años, y en gran parte gracias a la sensación que supuso este Draconian Times a todos los niveles, Paradise Lost se volvieron una banda grande que de un día para otro empezó a liderar grandes giras y a manejar grandes presupuestos. Ya fuera por lo crecientemente accesible de su propuesta o por el tono de voz cada vez más hetfieldizado que Nick empleaba a menudo, llegó un punto en que la gente los llegó a comparar incluso con Metallica, viendo en ellos un potencial relevo ahora que los californianos empezaban a irse por derroteros no muy del gusto de la parroquia metalera de la época. Mesmerizados por su preciosa portada (Paradise Lost siempre han sido bastante fiables en esto), muchos fans se volcaron en este disco para encontrar una posible respuesta en la generosa colección de hits pegadizos pero aún auténticos que encandilaron a toda una generación.

Pero ya sea por el vértigo que les produjo la expectativa o por ese punto de rebeldía y tozudez que siempre les ha caracterizado, en vez de lanzarse de cabeza al éxito de masas al rebufo de Draconian Times, Paradise Lost apostaron por boicotear ligeramente su propio éxito comercial, renunciar a convertirse en gigantes y en esclavos del estilo que ellos mismos ayudaron a crear, deshacerse de su productor de siempre Simon Efemey y abrazar algunas vertientes bastante más electrónicas dentro del rock gótico en One Second y Host para desesperación de buena parte de su fanbase (tanto reciente como histórica). Es cierto que el primero de estos discos aún fue un triunfazo a nivel de ventas, pero a la vez fue también el principio de una cierta crisis de identidad (y posteriormente también de popularidad) de la que tardarían en salir. A mí todo eso me pilló con 17 años y, como os podéis imaginar, tampoco me acabó de cuadrar para nada. En consecuencia, inmediatamente pasé a dejar de interesarme por ellos hasta el punto de tardar unos buenos diez años en volver a ponerme al día sobre la carrera de la banda.

La delicada, dulce y preciosa intro de piano que abre la inicial “Enchantment” es, probablemente, uno de los momentos más bonitos de toda la carrera de Paradise Lost. Tanto, que quizás gracias a ella siempre he tenido este tema en mayor consideración de la que creo que se merece si lo analizamos más fríamente. Ojo que no voy a decir que sea un mal tema, al contrario. Me parece una canción notablísima e icónica como ella sola, llena de momentos brillantes, líneas vocales únicas y casi todos los elementos que ahora nos parecen intrínsecamente significativos para definir la música de esta banda. Pero a la vez, también me parece repetitiva e innecesariamente lánguida hasta el punto que por momentos llega a hacerse un poquito insulsa. Y eso que, creedme, le tengo un cariño infinito.

“Hallowed Land”, en cambio, me parece todo un temazo al que no puedo ponerle ni un solo pero. Repleta de energía, de gancho y de groove, creo que éste y no otro es el single perfecto a pesar de que nunca llegó a serlo. Momentos más rockeros y riffs maravillosos se alternan con otros pasajes más íntimos y eminentemente góticos, y en ambas vertientes la banda brilla con confianza y luz propia. El dúo que forma con “Enchanted” usa el mismo truco que la pareja “Embers Fire” / “Remembrance” que abría Icon, alternando un tema más pesado y melancólico con un otro más potente y directo para mostrar de buenas a primeras el abanico de posibilidades que se nos viene encima.

Aunque acabo de comprobar que “Enchantment” es la canción más interpretada en directo de todas las que podremos ver aquí, el verdadero hitazo atemporal de este disco es en mi opinión “The Last Time”. Con un aire y una estructura “simplona” y directa que llega a recordar a dos de los temas más populares de su carrera como son “As I Die” o a la futura “Say Just Words”, este divertido y dinámico corte fue el primer single del disco y el punto de enganche para la inmensa mayoría de sus nuevos fans gracias a su deliciosa y pegadiza accesibilidad. Para compensar tal inmediatez, la pesada, triste y desesperada “Forever Failure” (precedida por las siempre elocuentes palabras de Charles Manson “Understand procedure, understand war, understand rules and regulations. I don’t understand sorry”) ejerció de segundo single, y si bien no es un corte fácil, también se ha convertido, con el tiempo, en uno de los grandes favoritos de este trabajo.

Estos cuatro primeros temas son muy probablemente los más populares del disco, pero tras ellos aún nos quedan por ver un montón de cosas interesantes (junto a otras que no tanto). “Once Solemn” es de nuevo directa y divertida, como siguiendo la misma intención que “The Last Time” pero sin llegar a alcanzar la magia de ésta. Salvando las distancias, especialmente a nivel de producción, la verdad es que tanto en estructura como en espíritu me parece un tema más cercano al hardcore melódico que al doom metal. “Shadowkings” es una de mis favoritas personales y se coloca a medio camino entre lo lento y pesado y lo directo e inmediato. Tranquila y pausada sin dejar de ser dinámica, basa gran parte de su fuerza en su excelente ritmo y en unas guitarras y un estribillo más que notables, mientras que las magníficas melodías que marcan tanto la instrumentación como la voz la convierten en extremadamente disfrutable.

“Elusive Cure” es, por pocos segundos, el tema más corto del disco. Personalmente me cuesta conectar con ella a pesar de que con los años he llegado a interiorizarla bastante, ya creo que es un tema que en lo musical se queda en lo correcto y cuya melodía vocal me suena como fuera de tiempo en demasiados momentos. Tanto ésta como la siguiente “Yearn for Change” ahondan en la vertiente más gótica de la banda (si digo que muchas partes de la segunda tienen un aire a Héroes del Silencio, ¿qué me diréis?), y es verdad que en ésta última, sin ser una canción del todo maravillosa, podemos escuchar melodías mucho más afortunadas que llegan a alcanzar cotas bastante épicas en varios momentos.

Aunque pueda parecerlo, “Shades of God” no es una regrabación de ningún tema pasado (entre otras cosas porque no existía canción llamada así en el disco de ese mismo nombre). Lo que sí que probablemente sea es un homenaje a esa época (¡cuánto habían cambiado las cosas en tan solo tres años!), ya que a pesar de que la ligereza de la producción pueda no llegar a mostrarlo del todo, se trata de uno de los temas más eminentemente doom de todo el disco. El potente bajo que abre “Hands of Reason” nos da paso a otra canción de aires góticos que solía ser también una de mis favoritas personales. Es verdad que escuchada con el tiempo es un pelín irregular (como buena parte del disco, por otro lado), y tanto la pretendidamente dulce línea vocal de la estrofa como el extraño y precipitado final me ponen un pelín nervioso, pero como el resto de la canción está la mar de bien, prefiero quedarme con ello.

Llegamos a la recta final de los casi cincuenta minutos que dura este Draconian Times con dos de sus mejores cortes. “I See Your Face” es otro tema directo e inmediato como los que ya hemos ido encontrando repartidos por todo el disco, y al igual que casi todos ellos vuelve a tratarse de un corte elegante, divertido y disfrutable sin necesitar ningún tipo de estridencia para destacar. El colofón lo pone la magnífica y melancólica “Jaded”, una canción lenta y emotiva que vuelve de nuevo al doom y que, de paso, nos ofrece algunas de las mejores melodías que hemos podido escuchar en todo el disco. Una excelente manera de cerrar un trabajo completo y variado que ha sido capaz de dejar un montón de momentos para la posteridad.

La verdad es que hacía bastante tiempo que no escuchaba este disco al completo, y después de haberlo recuperado un montón de veces en estos últimos días, me reafirmo en lo que siempre he pensado: Draconian Times es un trabajo notable, pero Icon me sigue gustando bastante más. Aún así, ya sea por el momento en que salió o por ser más accesible tanto a nivel de temas como de producción, éste y no otro es el álbum que pasará a la historia como el gran clásico de la banda. A pesar de que después de su publicación decidieron dar un giro a su propuesta (algo que no estoy seguro que a la larga les ayudara mucho a nivel de popularidad), aún hoy sigue siendo el disco del que han tocado más canciones en directo y, hasta ahora, el único que se ha merecido un homenaje en forma de ristra de actuaciones interpretándolo al completo. Estos conciertos se vieron reflejados en el excelente Draconian Times MMXI (2011), y ahora que se cumple una efeméride tan destacada como estos 25 años desde su publicación, está por ver si la banda querrá homenajearlo de alguna forma especial. Greg Mackintosh dejó la puerta abierta a ello en esta entrevista, pero primero tendremos que ver si efectivamente se pueden hacer conciertos. En todo caso, tanto el disco como la ocasión se lo merecen de sobras.

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Sobre Albert Vila 953 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.