Crónica y fotos del 20è Festival Mil·lenni - Palau de la Música (Barcelona), 15 de marzo de 2019

Ólafur Arnalds: El viento cálido de Islandia que emocionó en el Palau

Datos del Concierto

20è Festival Mil·lenni

Bandas:
Ólaf Arnalds
 
Fecha: 15 de marzo de 2019
Lugar: Palau de la Música (Barcelona)
Promotora: Festival Mil·lenni
Asistencia aproximada: 2.049 personas

Fotos

Fotos por Alex Añez

Con motivo de la 20ª Edición del Festival Mil·lenni que tiene lugar en la temporada de otoño invierno cada año en la ciudad condal, este año están teniendo lugar por múltiples distribuciones de salas y teatros espectaculares conciertos para todos los públicos. Y si hace tan sólo algo más de una semana, una de las mejores bandas de nuestra tierra como es Toundra dio tremendo bolo en sala BARTS, este pasado viernes fue el turno del prolífico y joven islandés Ólafur Arnalds. El compositor de 32 años es una de las piezas clave dentro de la nueva música clásica llevada a nuestro siglo, como ha demostrado en su último trabajo re:member (2018) creando paisajes que remueven el alma.

La historia de Ólafur nos recuerda a otros artistas de la isla más remota de Europa, y las influencias del gélido lugar siempre quedan patentes en la música de los lugareños, no pudiendo evitar pensar en gente como Sigur Rós (con los que ha podido girar en alguna ocasión) o la misma Bjork. No obstante, sus inicios fueron algo más “hardcore” como batería de la banda Fighting Shit, o creando también la introducción y el cierre de “Antigone”, el álbum de los alemanes Heaven Shall Burn. Entre atmósferas llegó hace unos años aportar un buen granito de arena en el mundo de la electrónica experimental con la banda Kiasmos con la que junto a Janus Rasmussen pudo girar por gran parte del planeta. Como curiosidad que él mismo relató en el evento que tuvo lugar en el impresionante Palau de la Música Catalana, lo que le hizo llegar a esta banda de techno fue una lesión de espalda que le dificultaba tocar el piano, pero pudiendo dar rienda suelta a unas preciosas composiciones para la pista de baile en forma de down-tempo y que a muchos seguidores de este tipo de música ha conquistado.

Centrándonos en la noche que vivimos, ya desde que uno pretende entrar en tan grandilocuente lugar eché de menos el monóculo que me lo dejé en casa junto al bigote. Y es que el Palau es un referente modernista además de un caso de corrupción, y como no decirlo, la primera cosa mola más. Mucho más. Una fachada de columnas coloridas te presentan una noche de música poco habitual, si no habéis podido disfrutar de un espectáculo en él no lo dudéis, yo vería hasta a Camela en acústico solo por el sonido que tiene su anfiteatro.

Una vez acomodados, teniendo en cuenta que se trataba de un sold out de unas 2.000 personas y que la entrada al reciento era única, la espera era casi obligada, y pudimos disfrutar de 20 minutos de mirar lámparas, techos y columnas.

Me situé en la primera planta bastante céntrico, la visibilidad era muy buena, pero temo que a los del piso superior quizás unos prismáticos de época no les hubieran venido mal. Sobre el escenario, un piano de cola con un teclado sobre él y un par de sintetizadores a su izquierda, dos pianos que forman parte de ese experimento llamado “Stratos” en los que a partir de un algoritmo y controlado por otro teclado que el mismo compositor posee, crea secuencias de ritmos muy personales. A esto los acompañan el cuarteto de cuerdas integrado por Karl James Pestka, Sólveig Vaka, Unnur Jónsdóttir y Viktor Orri Árnasson, distribuidos de manera sobria y espaciada sobre el escenario. A la derecha, una batería que daría el toque rítmico en gran parte de los temas. Y como colofón un juego de luces que se volvería gran protagonista de la noche.

El compositor de Mosfellsbær hace acto de presencia 20 minutos después de la hora acordada, no siendo algo coherente por la paulatina entrada que tiene lugar en este tipo de espacios, a pesar de lo cual no hubo ninguna objeción. Camiseta blanca, pantalón de chándal y calcetines de colores sin calzado, él iba mucho más cómodo que la gran mayoría de la gente eso seguro. Tras una breve presentación se sentó tras el piano central para introducirnos en su mundo, y a partir de aquí ya no hubo vuelta atrás. Un sonido espectacular saldría de cada instrumento, no dejando de ser solo parte de un espectáculo de piano y cuerda con bases rítmicas electrónicas y curiosos pianos que se tocan solos. El ritmo del concierto era creado para la paz y la ensoñación. Tras la introducción con “Árbakkinn” tuvo lugar el curioso experimento en el que Ólafur dividió el Palau en dos para crear con la colaboración de las voces del público la base musical de “Brot”, tema de su último trabajo en el cual se basó la mayoría de la velada, y que enlazó con “Only the Winds”. Fue “re:member”, el tema que da nombre a su último álbum una de los platos fuertes de la noche, para que posteriormente Sólveig nos diera un precioso recital de violín con “3326” que encandiló con luz propia al personal. No sería la única vez que las cuerdas cogerían las riendas de la noche, siendo con “Verses” un momento para Ólafur de retirarse del escenario durante su ejecución.

Durante su desarrollo, Ólafur explicó parte de sus vivencias como primordiales para su etapa compositiva de re:member, entre ellas el estado de bloqueo que fue solventado en un viaje a Indonesia en el que como curiosidad la isla donde se quedaba celebraba una nochevieja donde durante 24 horas se desconectaba la electricidad y se creaba un absoluto silencio que representaba un descanso al planeta.

Como ya había comentado, el juego de luces se lució como su propio nombre indica. Las sombras de los músicos sobre el escenario bañaban el anfiteatro mientras “Ypsilon” y “Undir” nos empapaban los oídos. La noche pasaba de manera hipnótica sin tiempo para mirar el reloj, solo siendo consciente de que estábamos casi al final tras la retirada para solicitar de una manera atronadora un bis que el propio Ólafur hizo como único protagonista y de espaldas al público en uno de los pianos que hasta hace unos minutos era tocado por el fantasma de la ópera. “Lag fyrir ömmu” es un homenaje a su abuela, de la cual como anécdota explicó que le llamaba para arreglar la radio para escuchar un programa obituario donde narraban las personas que acababan de fallecer. La radio sin embargo no necesitaba arreglo alguno, sino ser enchufada a la corriente, con lo que daba a entender el verdadero motivo de su llamada como la necesidad de verle. Emotivo momento para cerrar una noche especial ante un silencio ejemplar del público, y mostrado de manera final con casi un minuto de espera ante el “decrescendo” de esta última canción y que dejó a la gente paralizada. No es más que otra muestra de lo que nos ofreció este virtuoso de nuestra era, y ha sido así porque todos los astros se han conjuntado para que fuera el bolo casi perfecto.

Setlist:

Intro
Árbakkinn (instrumental only)
brot / Only the Winds
re:member
unfold
Beth’s Theme
Verses
Momentary
saman
Happiness Does Not Wait
3326
ypsilon / undir
ekki hugsa
nyepi / Doria
Near Light
3055

Lag fyrir ömmu