En los grupos con varias décadas de trayectoria, es común que, como este humilde cronista metalero ha mencionado en artículos anteriores, independientemente de lo que haga una banda, siempre habrá quienes, tras haberlos idolatrado, no duden en criticarlos tan pronto como surja la ocasión.
El décimo trabajo de la (casi) legendaria banda finlandesa Nightwish viene a cerrar una trilogía que empezó allá por 2015 con Endless Forms Most Beautiful, que exaltaba la naturaleza como creadora de belleza, y continuó en 2020 con aquel Human._:II:_Nature que divagaba sobre la naturaleza del ser humano. Yesterwynde (2024) es un vocablo inventado por el propio Holopainen que “describe un sentimiento que no se puede encontrar en ningún lenguaje humano” y da nombre al décimo trabajo de la banda, tercero (curiosamente) con Floor Jansen como vocalista y primero sin la participación del bajista y vocalista Marko Hietala. El tema central de este nuevo trabajo gira en torno a la fugacidad del tiempo (tempus fugit habría dicho el poeta mantuano Publio Virgilio Marón) y para muestra únicamente tenemos que contemplar la portada, obra de Pete Voutilainen, en la que se ve un reloj en forma de remolino, como si el tiempo fuera un torbellino en el que todos y todas nos hemos de precipitar irremediablemente.
En cuanto al sonido, pocas o ninguna son las sorpresas que encontraremos durante la escucha de este nuevo trabajo. Yesterwynde sigue la senda que se abrió con el inicio de la trilogía, con el fichaje de Floor Jansen, el de Troy Donockley, y la consecuente conversión de Nightwish en grupo de (algo parecido a) folk metal. Si bien, en el fondo Nightwish nunca ha dejado de ser una banda de power metal, a las orquestaciones que ya añadieron desde un buen inicio más tarde sumaron todo un elenco de instrumentos tradicionales de las Islas Británicas para conformar el estilo, épico, étnico y grandilocuente que la banda exhibe en la actualidad.
Yesterwynde se inicia con un tema homónimo de algo menos de tres minutos de duración, que a su vez sirve de intro del mismo. En él, el sonido de un viejo proyector analógico de cine da paso a un coro y luego a un arpegio de guitarra acústica acompañado de una flauta. La máquina está calentando con una presentación repleta de melancolía. Después de unos versos cantados por Jansen, tenemos el primer plato fuerte, un temazo de casi diez minutos titulado “An Ocean of Strange Islands”. Si bien empieza bastante a saco y su riff principal resulta, como su título indica, algo extraño, no se puede negar que es una inmejorable forma de empezar un disco, esto es, con un tema ágil y a la vez emotivo, largo pero no aburrido, con partes muy contundentes y momentos más pausados.
A continuación, “The Antikytera Mechanism” se inicia de una forma siniestra, de la misma forma que lo hizo “Sacrament of Wilderness”. La diferencia entre ellos estriba en el hecho de que “The Antikytera Mechanism” es un medio tiempo progresivo y potente en el que vemos brillar a una Floor Jansen que no debería apagarse en todo el metraje del disco. Hacia la mitad del tema hay un cambio en el que las orquestaciones toman protagonismo. Buena jugada para atraer a los nostálgicos de Oceanborn y Wishmaster.
Hasta aquí llega la nostalgia, porque “The Day of…” comienza como si se tratara de un tema de techno ochentero. El que fuera segundo single del disco para nada hace justicia ni sirve de muestra del conjunto. Sonidos techno, coro infantil y facilidad a la hora de ser escuchado, es perfecto como single.
“Perfume of the Timeless” fue el primer adelanto del disco. Empieza con una percusión tribal y a partir de allí se hilvanan una serie de melodías y atmósferas marca de la casa, en detrimento de la voz de Jansen, que queda en un segundo plano. Pese a todo, su fuerza y sus atmósferas lo convierten en otro de los pesos pesados del disco.
Llegados al ecuador de Yesterwynde, “Sway” nos ofrece un momento de reposo con un tema sencillo en el que las voces de Jansen y Donockley están solo acompañadas de una guitarra acústica, de las habituales orquestaciones, y al final, de los instrumentos tradicionales.
Con “The Children of ‘Ata” sucede lo mismo que con “The Day of…”. El tema comienza con un ritmo disco que puede hacer a más de uno tirarse de los pelos. Esto puede llegar a contrariar al fan más devoto. Sin embargo, en cuanto llega el estribillo, el tema se convierte en una apuesta segura.
Nuevo inicio siniestro para “Something Whispered Follow me”, un medio tiempo con algún matiz popero que se va haciendo monumental a lo largo de sus casi siete minutos.
Seguimos con “Spider Silk”, otro in crescendo orquestal y cinematográfico típico de la banda con una percusión bastante bien trabajada y conjuntada con un fraseo de guitarra contundente y a la altura. Hay algún momento muy en la línea de Oceanborn. El que tuvo, retuvo.
Por su parte, “Hiraeth” empieza de forma sosegada, con una guitarra acústica a la que poco a poco se le van añadiendo elementos tales como la voz grave de Donockley, luego la de Jansen seguida de la sección rítmica hasta llegar a un clímax inesperado de doble bombo e instrumentos étnicos.
El penúltimo tema, titulado “The Weave” y protagonizado especialmente por la voz de Jansen y por la sección rítmica de Koskinen y Hahto. Riffs a lo Pantera marcan la tónica del tema.
El cierre lo pone “Lanternlight”, un tema solemne y sobrio, sin estridencias y bastante minimalista comparado con el resto del disco.
En definitiva, más allá de las opiniones sobre si Nightwish se ha alejado de su esencia original o ha perdido parte de su identidad, o de los comentarios menos constructivos que a veces se encuentran en redes sociales, expresados desde el anonimato y la visceralidad, el hecho es que la banda de Holopainen ha sabido construir un disco sólido y con muchos momentos emotivos. Sí, se echa en falta la presencia de Marko Hietala. Se echa en falta muchísimo. Pero esta clase de decisiones son algo que los seguidores tenemos que aceptar y con lo que tenemos que aprender a vivir. Por su parte, Vuorinen nunca ha sido un guitarrista muy dado a hacer muchos solos, por lo que su papel de riffmaster es más que correcto. La única pega que se le puede achacar a Yesterwynde es algo que viene afectando a la banda desde hace años, y es lo poco que luce la voz de Jansen en los discos en contraposición con lo muchísimo que luce en los conciertos. En cualquier caso, tanto la voz de la vocalista como el conjunto general mejora en este disco, que posee algo más de pegada, respecto del anterior. Sin ser el disco de la vida de nadie, no creo que merezca menos de un notable.
Cerrada esta trilogía, veremos qué nos depara el futuro.
Soñador en tiempos de hierro, solitario corredor de larga distancia, disfruto tanto de leer un libro en el más absoluto silencio como de la música más salvaje imaginable. Y a veces escribo algo.