Crónica y fotos del concierto de Dream Theater - Sant Jordi Club (Barcelona), 29 de enero de 2020

Memorable jornada de regresión con Dream Theater en Barcelona

Datos del Concierto

Bandas:
Dream Theater
 
Fecha: 29 de enero de 2020
Lugar: Sant Jordi Club (Barcelona)
Promotora: Rock n Rock
Asistencia aproximada: 3000 personas

Fotos

Fotos por Marta Carreras

Los grandes conciertos que les recuerdo a los Dream Theater son aquellos en los que pueden explayarse en tiempo y en los que rescatan éxitos pretéritos, aquellos que con toda justicia les elevaron al Olimpo del rock progresivo. Ayer se dio justo esta premisa en un Sant Jordi Clubamplio, lejos de las apretujadas jornadas en otras salas. Viendo lo acaecido, de verdad que ver a los Theater en festivales queda en una caricatura de lo que son. Este grupo hay que verlo en una gran sala, con su propio show y con su sonido, entonces, te gusten o no, caes rendido y entiendes que en su momento se les catalogara como la mejor banda del mundo. Otra cosa es la etapa post Portnoy y los discos más recientes en los que uno añora la frescura y el himno de antaño.

Casi tres horas de show con un intermedio de 20 minutos. En lo musical fueron rotundos, por momentos exquisitos y la magia sobrevoló la sala en la segunda parte en la que rescataban una de las más grandes óperas rock de todos los tiempos. Muy buena entrada a pesar de que el Sant Jordi Club no se llenó ni por asomo. James LaBrie sigue marcando el nivel del concierto pues su voz es lo más humano de entre las divinidades técnicas que forman el quinteto. Hubo momentos vocales bajos, pero capeó la tempestad y sigue ejerciendo su liderazgo con gran solvencia. Por un fatídico reventón me perdí el mejor tema de su nuevo disco: “Untethered Angel”. Sonaba su precioso estribillo mientras mis pasos me encaminaban reciento adentro.

Escaleras en los flancos de la batería, cuatro torres de luces (dos delante y dos detrás), una pantalla proyectando imágenes y las cinco fieras desatadas en lo técnico y comedidas en la entrega para firmar una extensa “A Nightmare to Remember” con Jordan empuñando un teclado portátil. De verdad que intentan gestionar lo dinámico e incluso John Myung tiene momentos en los que sale de su zona de confort. Una inesperada “Paralyzed” agradó a los presentes y los muchos momentos instrumentales se sucedían a juego con las luces. De fondo, cuerpos humanos coronados por un pie de micro con una calavera. En algún momento el gran James zozobró en lo vocal, pero sabe disimular bien. También calentó voz para la segunda y gloriosa parte. El mismo frontman tuvo unas palabras para el público incidiendo en el frío hispano y en que el trayecto entre ciudades lo han hecho en anorak. “¿Es así vuestro invierno?”. Los solos de Petrucci son siempre estelares pero el señor barbudo Rudess no se queda atrás, con el logo del grupo en su atril.

“Barstool Warrior” posee un inicio potente (hay mucho metal en su última obra) y sorprendieron las imágenes de la whiskería. Aprovecha LaBrie los muchos momentos instrumentales para quedarse tras la gigantesca batería de Mangini dejando todo el protagonismo al resto de músicos. Canción muy exigente en lo vocal y en la que el cantante tuvo un par de gallos notables. El baterista aprovecha todo el amplio y variado set y el perfecto sonido permite apreciar todas las percusiones, desde lo más agudo a lo más grave. Terminarían la primera parte rescatando “In the Presence of Enemies, Part I y un “Pale Blue Dot” que apunta a clásico y a quedarse en futuros set lists del grupo. Iba acompañada de imágenes de la Tierra desde el espacio y Jordan inclinó su teclado para que pudiéramos ver su pericia dactilar. Se abrieron las luces e intuimos todos que se marcaban una pausa entre actos.

Regresando al año 2000

Tras 20 minutos se reanudó el espectáculo con la mítica introducción de “Regression”. Hubo muchos momentos en los que el público cantó. Delirio en esa soberbia introducción posterior que es “Overture 1928”. 20 años han pasado y me sigue pareciendo igual de original. Los cambios de tiempo, variantes de lo acústico a lo eléctrico y esos juegos en los que las melodías aparecen y vuelven a aparecer temas después. Hay mucho que analizar de esta colosal obra que bebe de Tommy de The Who y de The Wall de Pink Floyd. Cada vez que la escucho encuentro más evidencias de ello (“Regression” está inspirada en “The Thin Ice”), pero la gracia de esta ópera rock es que (aparte de lo maravilloso de la historia) la compusieron todos y todos participaron, algo que nunca sucedió en las anteriormente citadas. En las otras hubo una mente pensante, un único motor, un único compositor.

Volver a escuchar piezas como “Strange Déjà Vu” te transporta 20 años atrás, uno hace la misma regresión que el Nicholas de la historia. A pesar de los coros reales de John Petrucci hay una pista de apoyo con la voz de LaBrie que hace lucir el tema. Su pie de micro mostraba ahora el símbolo del infinito. No tardamos en entrar de lleno en la historia, magníficamente apoyada por las imágenes en la pantalla y del feeling que desprendió un grupo que lo clava todo a un nivel superior. James tuvo momentos de brillantez vocal apoyado por necesarios momentos de reposo entre bambalinas. Canciones como la delicada y breve “Through My Words” o la imponente “Fatal Tragedy” son historia viva del rock y ejemplos de que canciones largas y enrevesadas pueden también calarte en lo más hondo. Tras la breve “Beyond this Life” le tocaba turno a una de las favoritas de la concurrencia: “Through Her Eyes”. Maravilloso momento con los móviles del gentío iluminando un grupo que en esos momentos también era luz. John tomó una acústica situada en el flanco superior izquierdo y LaBrie puso la magia.

James se dirigió a los presentes agradeciendo el estar allí y nos pidió que cantásemos con él cada vez que dijese “Home”. Mucha participación para un show de rock progresivo. Quiso destacar que este fue el primer disco en el que entraba Jordan Rudess, que sustituía a todo un Derek Sherinian. Largo aplauso para el mago de los teclados. Hubo una intro diferente, una aproximación al tema muy original y entretenida. Las escalas arábigas tomaron la sala y un poco te percatas de que lo que hizo grande esa obra es especialmente el hecho de que los temas sean tan diferentes entre ellos. La variedad fue clave para acercarse a la perfección. La sensación de que cada músico hacía su solo de forma integrada en el tema fue total. Luego vino una de las que más brillaron en su día: “The Dance of Eternity”, y ya que hablamos de variedad… ¿Qué tal un charlestón en medio del caos sónico milimetrado? Es el clímax de la canción y un perfecto ejemplo de el por qué son tan grandes Dream Theater.

Introducción clásica de teclado para abrir “One Last Time” con grandes conexiones con Pink Floyd de la mejor era. Luego venía el súmmum de la historia en forma de “The Spirit Carries On”. Otra vez los móviles y alguna lagrimita furtiva hicieron presencia. Pocas baladas tienen la fuerza y perfección de esta maravilla que recupera la melodía del primer tema y que conecta otra vez con el The Wall de Pink Floyd. Luces amarillas y un Mangini que sin tocar lo más exigente de su repertorio asombraba por precisión y variedad de timbalas. El solo de Petrucci siempre es una maravilla, y aquí lo volvió a demostrar. Pero quedaba el estratosférico final de la regresión de Nicholas, y vino de la mano de “Final Tragedy”, sí, ese tema que tiene un solazo de batería integrado dentro de la composición. Los juegos de disonancias y tempos imposibles son una maravilla, y encima, la canción es antológica. No había terminado el tema y la gente ya se arrancó a aplaudir… No es para menos.

Terminó el video y la historia y vendría un tema más de regalo perteneciente a su última obra: “At Wit’s End”, que estuvo muy bien, pero claro, vienes de hacernos tocar el cielo. Lo anterior enmascara el final. Un tema que resume el espíritu del grupo y en el que se recupera la calavera del pie de micro. Casi tres horas (con descanso) que pasaron volando, y eso es justo lo que uno espera de un concierto de Dream Theater. Si por mi fuera podrían venir cada año a tocar este disco. Afortunadamente también echamos de menos algunos temas clásicos, por lo que salidos a la calle estábamos hambrientos de verles otra vez. La eterna discusión de sobre si es mejor Scenes from a Memory o el Images and Words se instaló entre los corrillos de la gente, el clásico debate sobre el grupo. Salimos agradecidos y contentos de una espectacular regresión. Han pasado 20 años, pero tanto da, el disco es inmortal.

Setlist Dream Theater:

Act 1:

Untethered Angel
A Nightmare to Remember
Paralyzed
Barstool Warrior
In the Presence of Enemies, Part I
Pale Blue Dot

Act 2 (Metropolis, Part 2: Scenes From a Memory):

Act I: Scene One: Regression
Act I: Scene Two: I. Overture 1928
Act I: Scene Two: II. Strange Déjà Vu
Act I: Scene Three: I. Through My Words
Act I: Scene Three: II. Fatal Tragedy
Act I: Scene Four: Beyond This Life
Act I: Scene Five: Through Her Eyes
Act II: Scene Six: Home
Act II: Scene Seven: I. The Dance of Eternity
Act II: Scene Seven: II. One Last Time
Act II: Scene Eight: The Spirit Carries On
Act II: Scene Nine: Finally Free
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At Wit’s End

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1367 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.