Los T. Rex de Marc Bolan: Un recuerdo al Rey del Glam

Unos van al cielo y otros lo tienen fácil.” (Marc Bolan)

Llorado por muchos y mártir del glam rock con apenas 30 años de edad. Marc Bolan peleó siempre por el sueño de ser estrella del rock, y lo consiguió. Si nos fijamos, es la típica historia de la estrella de rock. Alguien que persigue el sueño de llegar a lo más alto, pelea duro en el underground, muta su sonido para conseguirlo, sus viejos fans le tildan de vendido, pero las masas le adoran. Conquista Inglaterra y Estados Unidos a base de himnos atemporales, pero los excesos le pueden y sus compañeros lo abandonan. Cuando encauza su trayectoria la muerte lo sorprende y queda el mito.

Sí, es la típica historia de telefilm cutre de Antena 3 por la tarde, pero la historia es real. Sus inicios folks serían una puerta abierta al rock progresivo, y de hecho, sus cuatro primeros discos son esos grandes desconocidos de su gran discografía. Pero su etapa de 1970 a 1973 es lo que ha quedado, cuando alcanzó el cetro de rey del glam rivalizando con Mott the Hoople, David Bowie o incluso el Elton John más escandaloso. Sus ropajes, la purpurina y las cadencias sensuales de su música son legendarias. Por mucho que Bowie le llegara a eclipsar, Bolan es imprescindible.

Tray-rex-toria

Marc Feld Tenía un único sueño: ser una estrella de rock. Admiraba a Dylan, a Donovan y la música folk. Creó la banda Tyrannosaurus Rex en 1967, un grupo eminentemente acústico y basado en el folk y el rythm n’ blues de la época. Elfos, hadas y todos los seres del universo Tolkien fueron la fuente de inspiración para la banda. No hay más que echar una ojeada al nombre de su primer percusionista: Steve Peregrine Took.

Ese dúo consiguió cierta repercusión con las preciosas melodías surgidas de la combinación de la guitarra acústica de Marc y los elementos percusivos de Took bajo el nombre de Tyrannosaurus Rex. Se sumarían al proyecto Tony Visconti de forma puntual y el DJ de la radio John Peel, abriéndoles camino hacia la popularidad. Esa primera etapa dio como fruto tres discos: My People Were Fair and Had Sky in Their Hair… But Now They’re Content to Wear Stars on Their Brows (sí, un poco largo…), Prophets, Seers & Sages: The Angels of the Ages y Unicorn. Tres discos entre 1968 y 69 con un moderado éxito que les permitió girar por Inglaterra gracias a la ayuda de Peel. En esos tiempos Marc Feld pasó a llamarse Marc Bolan. El apellido artístico era una contracción de Bob Dylan, cogiendo la primer sílaba y la última.

La mitología, la antigua Grecia y lo medieval eran los tópicos e inspiración a los que recurría Bolan. Es A Beard of Stars el disco que empieza a anticipar el cambio, y con él llega la salida de Took y la llegada de Mickey Finn. El bueno de Peregrine Took intentó conseguir más peso en el dúo y colar sus composiciones, algo que no gustó especialmente a Bolan. A pesar de las discrepancias entre ambos tuvieron que salir de gira por Estados Unidos, y el dúo quedó absolutamente eclipsado por la escena de Detroit. Las provocaciones de Iggy Pop y la electricidad desbocada de MC5 o Alice Cooper dejaban al dueto acústico amante de los elfos como un anacronismo absurdo.

Tocaba cambiar, y a pesar de que Finn no tenía aspiraciones solistas ni compositivas, no llegaba al nivel de Steve Took. Había que darle otra vuelta de tuerca. Incluso el mismo nombre de la banda sonaba a prehistoria, por no hablar de los títulos kilométricos de sus discos.

La etapa T. Rex

Bolan apostó por la electricidad y por una banda completa, con un enfoque más directo y menos experimentación e imaginería épica. El disco T. Rex (1970) irrumpía en escena de forma clara, llegando su single, “Ride a White Swan” al número 2 en las listas. El pop había ganado terreno al folk. El dúo pasó a ser una banda con todas las de la ley y ese hipismo mitológico dio paso al rímel y al lápiz de labios. Musicalmente la música había mutado hacia unas cadencias más sensuales que se daban la mano con la electricidad de las guitarras y los arreglos de viento.

Su siguiente disco significaría la gran obra maestra de T. Rex: Electric Warrior, de 1971. Encontramos en él himnos de la talla de “Get It On” (titulada “Bang a Bong” en los Estados Unidos) o “Jeepster”. Bolan mantuvo, en parte, la onda primigenia del disco en la balada “Cosmic Dancer”, y también sigue la temática épica, si bien con un lavado de cara importante. Obviamente las voces de “vendido” y los dedos acusatorios lo señalaron. Los fans antiguos vieron una importante traición, pero Bolan disfrutaba de su estatus de estrella del rock capaz de triunfar en Inglaterra y Estados Unidos y de participar con celebridades de la talla de John Lennon, Ringo Starr o David Bowie. El sueño se cumplía.

El posterior paso discográfico fue The Slider, que curiosamente obtuvo más éxito en tierras del Tío Sam que en su patria. Los singles “Metal Guru” y “Telegram Sam” consiguieron subir otra vez a lo más alto. Es a partir de entonces es cuando un endiosado Bolan se sumerge en los tópicos de las estrellas del rock y cae víctima de los excesos. Pero eso no quita que Marc y la banda no fueran capaces de grabar otro disco excepcional como fue Tanx, en el que curiosamente no aparecería el single “20th Century Boy”.

El bajón y el triste final

La banda empieza a desertar y la formación clásica desaparece por desavenencias con su líder. La búsqueda de una evolución compositiva y nuevos sonidos hace que se introduzcan sobreproducciones y se tire de baladas. El bajón se produce y la popularidad y las ventas se resienten. Zinc Alloy and the Hidden Riders of Tomorrow y Bolan’s Zip Gunintentan encauzar el camino volviendo sobre los primeros pasos de Tyrannosaurus Rex, pero ni el público ni la prensa está de su lado.

Marc Bolan se queda solo y cae al fondo del pozo. Para alcanzar mayores ventas se recurre al nombre de Marc Bolan & T. Rex. Sus singles siguen asomando en las listas y hay un repunte de popularidad con “Dandy in the Underworld” de 1977, incluso hay rumores de que Took y Visconti vuelven a trabajar juntos con Bolan. Y a pesar que la fiebre por T. Rex había caído, Bolan seguía siendo un tipo muy popular. Llegó a presentar un espacio musical en televisión por aquellas fechas.

Cuando todo parecía volver a la normalidad, un accidente de tráfico segó la vida de Bolan. Su novia (una cantante de soulamericana que ya formaba parte de la banda) y él estuvieron bebiendo, y de vuelta a casa chocaron contra un árbol. No había cumplido todavía los 30. El glam rock se cobraba su primer mártir. Lo más alucinante de todo es que Marc Bolan había tenido una premonición hacía décadas sobre su muerte y dejó escrito que moriría en un accidente de tráfico chocando contra un árbol concreto: un sicomoro.

Jordi Tàrrega
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Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.