Crónica y fotos del concierto de Mastodon + Kvelertak + Mutoid Man - Sala Razzmatazz (Barcelona), 15 de febrero de 2019

Las mejores versiones posibles de Mastodon y Kvelertak arrasan en una Razzmatazz abarrotada

Mastodon

Datos del Concierto

Bandas:
Mastodon + Kvelertak + Mutoid Man
 
Fecha: 15 de febrero de 2019
Lugar: Sala Razzmatazz (Barcelona)
Promotora: Madness Live!
Asistencia aproximada: 1800 personas

Fotos

Fotos por Beto Lagarda

O alternativamente, «Si no fuera por el sonido de mierda en los tres primeros temas de Kvelertak, entre ellos y Mastodon se marcaron el mejor bolo de la historia del mundo». Bueno, quizás este título habría sido un pelín exagerado, pero por momentos me sentí así mientras me refregaba con seis personas a la vez en una pista absolutamente repleta de gente que repartía sus reacciones entre la sonrisa y el éxtasis. Y es que si alguien ponía en duda (justificadamente, ojo) las capacidades de Mastodon y de estos nuevos Kvelertak en directo, amigo, se debe haber quedado con la boca abierta.

En un principio de año en el que se nos han acumulado las giras de nivelón (Powerwolf, Behemoth, Architects, Amorphis o Steven Wilson, solo por nombrar algunas) este cartel sobresalía con luz propia gracias a tres nombres tremendamente atractivos por si mismos. Quizás es verdad que en estos últimos años Mastodon han perdido un poquito de momentum en ese sentido, pero tenemos que recordar que, no hace tanto, todo el mundo los señalaba como uno de los grandes candidatos a auparse al trono del metal. Los noruegos Kvelertak, por su parte, son una de las grandes nuevas (o ya no tan nuevas) bandas del momento, con un directo espectacular (aunque no siempre lo demuestren) y un cancionero infeccioso que ya quisieran para sí bandas con el triple de discos que ellos. Y por último Mutoid Man eran la guinda perfecta del pastel: una sobrada absoluta y casi imposible de ver que, además, encajaba a la perfección con sus dos compañeros de cartel.

Y en ésas estábamos, con el hype por las nubes después de haberme empapado cual fanboy adolescente de las discografías de los tres grupos durante toda la semana. Aunque sabía que no iba a ser sold out salvo sorpresa mayúscula, me sorprendió llagar a las puertas del Razz y no encontrarme con un ambientazo como los de las grandes ocasiones. Había gente, sí, pero no se respiraba esa excitación que uno podría esperar ante un concierto así. Una vez dentro, eso sí, y a medida que pasaron los minutos y las bandas se fueron sucediendo sobre el escenario, la pasión e intensidad de esos mejores momentos acabó por invadir una sala que acabó entregada a lo que fue, casi unánimemente, una velada memorable.

A título personal, me resultó curioso que, al entrar y encontrarme a toda la gente que me suelo encontrar en los conciertos, me preguntaran más por la salud de mi coche que no por la mía. Para los que os interese, por cierto, mi coche se encuentra feliz y fresco como una rosa, con cuatro ruedas nuevas y una revisión recién pasada. El que no está tan contento es mi bolsillo, que sufre un ataque de eco desde entonces, pero qué le vamos a hacer…

Mutoid Main

A pesar de que conozco de la existencia de Mutoid Man desde hace un puñado de años, debo confesar que no he acabado de profundizar en su trabajo hasta estas últimas semanas. Y joder, telita con ellos. El trío americano se subió al escenario sin ningun tipo de parafernalia y estuvieron cachondos, veloces, simpáticos tralleros y animados desde el segundo uno. Lo que hacen es tirando a inclasificable: hay un poco de hardcore, un poco de stoner, un poco de sludge, un poco de thrash, un poco de heavy clásico…. pero el resultado de ese mejunje no es nada de eso en concreto. De hecho, sería incluso una inutilidad intentar profundizar sobre las etiquetas, así que centrémonos en los hechos, y los hechos son que en la breve media hora de la que dispusieron, los neoyorkinos arrancaron sonrisas y se pusieron a la gente en el bolsillo sin ningún tipo de esfuerzo.

Con un sonido que, sin ser terrible, tampoco es que brillara especialmente (la batería se lo comía todo), Mutoid Man repasaron los temas de sus tres discos (con gran protagonismo para el último, War Moans) a toda velocidad. Los primeros compases fueron frenéticos y motivantes, y no levantaron el pie del acelerador hasta que atacaron la lenta, vacilona y stonerizada «Kiss of Death», presentada como canción de amor algo macabra. En «Date with the Devil», otro temón, tuvimos la oportunidad de ver un sorprendente e inesperado solo de batería por parte del sustituto del habitual Ben Koller (sí, el de Converge), que según el cachondo bajista Nick Cageao («El Guapo») causó baja en esta gira por culpa de un accidente masturbatorio. En el otro extremo del escenario, el eternamente sonriente Stephen Brodski (sí, el de Cave In) resultó disponer de un abanico de voces sorprendente que, además, combinaba con la titánica tarea de tocar todas las guitarras. Entre una cosa y la otra, la verdad, nos ofrecieron un concierto verdaderamente entretenido.

Tras un solo de bajo zumbante e histérico, algunas paridas innecesarias pero divertidas y una «Wreck and Survive» (¿o fue «1000 Mile Stare»?) tan lenta en su rollo balada ochentera que hasta llegó a sobrar un poquito, los americanos encararon la recta final del concierto (¡pero si acababan de empezar!) con los que yo también creo que son sus dos mejores temas: «Bridgeburner» y «Gnarcissist», una bacanal de polirritmos, notas y ruiditos varios que hacen que te quedes a cuadros sin mucho más que decir. Tuvieron algun que otro momento prescindible y el sonido distó de ser brillante, pero su entrega, su simpatía y el cachondeo que desprenden sus canciones hizo que, progresivamente, fueran atrapando a más y más espectadores que, ahora sí, empezaban a llenar tanto la pista como la galería superior del Razz 1 y que les despidieron con una atronadora ovación. Personalmente, todo un redescubrimento, y sin duda un bolazo.

Setlist Mutoid Man:

Melt Your Mind
Bone Chain
Micro Aggression
Kiss of Death
Date With the Devil
1000 Mile Stare
Wreck and Survive
Bridgeburner
Gnarcissist

Kvelertak

Antes de que nos llevemos a equívocos y me techéis de parcial y de vendido, tengo que deciros que Kvelertak es una de mis grandes bandas favoritas. De hecho, así ha sido desde que alrededor de 2012 escuché por primera vez su disco de debut, titulado como la propia banda, y sentí un profundo flechazo que supuso el inicio de una leal y fogosa relación que dura hasta hoy. Es cierto que su último disco, Nattesferd, me resulta un poco dudoso por culpa de su bajada de revoluciones, y es también cierto que de las tres veces que les había visto en directo antes que hoy solo en una de ellas me volaron la cabeza, pero esto no ha hecho que mi aprecio y mi devoción incondicional por ellos haya bajado ni un milímetro.

Y mira que es verdad: de las tres ocasiones en las que les he visto, únicamente salí plenamente satisfecho de su brutal bolazo como teloneros de Slayer y Anthrax en, creo, 2015. Tanto su concierto como cabezas de cartel en Razz 2 al poco de sacar Nattesferd (en el que les lastraron tantas canciones de un último disco que, se mire como se mire, no está a la altura de los dos primeros en cuanto a intensidad se refiere) como la complicada experiencia de abrir para Metallica con un sonido infame y ante miles de personas que sudaron de ellos y para los que solo eran un engorro necesario antes de dar paso a sus ídolos, me dejaron mucho más frío de lo que me esperaba de ellos.

Y hoy no empezamos mucho mejor, ya que después de la interesante intro acústica que les sirve de preámbulo, su inicio con la ya icónica «Apenbaring» (y su tremendamente infeccioso punteo de guitarra) y «Bruanne Brenn» hizo que se me encendieran las alarmas y se confirmaran todos mis miedos: eso sonaba como el culo. Apagado, tenue e incapaz de transmitir la energía, el groove y la mala leche que desprenden en el estudio ese par de canciones brutales y la banda como concepto. Por suerte, en esta ocasión se trató de un drama temporal y subsanable, y a medida que avanzaba «Nekroskop» (en la que el nuevo vocalista Ivar Nikolaisen se lanzó al público como deferencia a los fotógrafos que solo tenían tres temas para plasmar lo que ocurría ahí delante) la cosa empezó a sonar cada vez mejor hasta llevar en volandas a la banda a marcarse un bolazo de auténtica impresión.

La extraña y curiosa «1985» (junto a «Berserkr», la única concesión a su último álbum, que aunque no lo digan saben perfectamente que no mola tanto como sus dos primeros discos, espectaculares ellos) ya sonó bastante tremenda. Se trata de un tema que me decepcionó bastante cuando lo escuché por primera vez, pero al que con el tiempo he acabado por cogerle cariño a pesar de pecar, quizás, de ser un poquillo larga. Ivar demostró ser una muy buena elección como vocalista y frontman (mejor que Erlend en este sentido, un tipo con una imagen muy icónica – y un búho que parece haberse ido con él – pero poco carisma escénico), y aunque no dejé de oir comentarios sobre lo puestísimo que iba el chaval (no sería ni el primero ni el segundo que no pasaría un control antidoping al bajarse del escenario, creédme), cumplió más que sobradamente con su comentido de animar el cotarro sin acaparar demasiado protagonismo, dejando siempre que los tres guitarras (verdadera gracia de esta banda) brillaran con luz propia.

Después de felicitar a Vidar (el guitarrista que toca sin púa) por su cumpleaños del día anterior, Kvelertak se lanzaron a por la parte más brillante del concierto, enlazando cuatro temazos tan absurdos como «Fossegrim», «Blodtorst», «Evig Vandrar» y «Mjod» para levantar la temperatura unos cuantos grados y llevarme, de paso, al más absoluto de los delirios. Cuando suenan así de bien me flipan de una manera casi indescriptible, y por momentos (y así lo comuniqué en caliente a todos mis conocidos alrededor y también en algun grupo de whatsapp) me parecieron la puñetera mejor banda del mundo. Sus canciones tienen un no sé qué (quizás son los riffs, quizás es la actitud, quizás las pegadias y omnipresentes melodías… o quizás una mezcla de todo) que me pone absolutamente berraco, despertando una especie de pasión animalística en mí que me emociona y que no me permite quedarme sin desfasar.

Conscientes de que lo estaban petando lo suyo, los miembros de la banda se vinieron arriba con algunas coreografías a las guitarras perfectamente efectistas que me arrancaron una sonrisa histérica. Con la gente engorilada al máximo, y después de interpretar un «Berserkr» del que destaco su pasaje final con múltiples voces por encima de sus partes más rápidas, empezaron a sonar la primeras notas de «Kvelertak», y con ello supimos que, tras 50 minutillos de concierto, nos acercábamos ya al final de lo que fue un setlist prácticamemte inmejorable. Su gran himno es otro temazo como una catedral, y como es tradicional Ivar sacó a pasear la inmensa bandera con el logo de la banda (que pasó muy cerca de los focos, por cierto) ante la cerrada ovación de la gente, que les despidió con oés, gritazos y vítores de admiración.

Menuda bandaza que son los putos Kvelertak, me cago en la leche, Lo tienen todo, y si suenan bien, son los teloneros perfectos para cualquiera (como ya se han encargado de demostrar, contratándoles para ello, formaciones del nivel de Slayer, Metallica o los propios Mastodon en varias ocasiones. Casi nada). Me quedé con una pequeña espina por culpa de ese sonido tan terrible que tuvieron que sufrir al principio, hasta el punto de que me sentí escamoteado de un par de temas, pero por suerte la cosa se recuperó muy, pero que muy con creces. Menudo conciertazo el suyo. Impresionantes.

Setlist Kvelertak:

Apenbaring
Bruanne Brenn
Nekroskop
1985
Fossegrim
Blodtorst
Evig Vandrar
Mjod
Berserkr
Kvelertak

Mastodon

Lo primero que pudimos certificar a medida que se acercaba el momento en que Mastodon se iban a subir al escenario es que estaba lleno de cojones. Mucho más lleno de lo que estuvo con Behemoth y muchísimo más lleno de lo que estuvo en su última visita junto a Big Business y Krokodil hace ya unos años. De hecho, si no fue sold out estuvo muy cerca, y tanto en la pista como en la galería superior del Razz la sensación tanto física como visual es que la gente estuvo como sardinas. Así que los que pensaban (como yo), que quizás los de Atlanta han perdido algo del interés y del hype que generaron hace unos años, no les quedó otra que aceptar que estaban muy pero que muy equivocados. Al contrario: se dieron el mayor baño de masas que se han dado nunca en Barcelona. Qué cosas.

Por otro lado, a esta banda siempre le acompaña el sanbenito de que no son capaces de reflejar en directo la contundencia, la precisión y los infinitos detalles de sus canciones. No es una reputación gratuita, ya que todos tenemos experiencias que nos han dejado más o menos fríos por un motivo u otro. Personalmente solo les había visto en dos ocasiones: en el Fury Fest francés de 2005, donde no recuerdo casi nada de su bolo a pesar de ser una de las bandas que más ganas tenía de ver esos días, y en esa última visita que os digo presentando Once More Round the Sun, en el que dieron un concierto cortísimo (hora y diez y gracias) con un setlist bastante controvertido. Un concierto que se saldó con más quejas que elogios.

Os podría dejar con la duda, pero como ya lo sabéis por el título y los párrafos introductorios, hoy Mastodon estuvieron brillantes. Sonaron compactos, centrados y poderosos, el setlist fue memorable y, en general, dieron un bolaco de padre y muy señor mío que convenció a (casi) todos aquellos con los que pude comentar la jugada. Contra todo pronóstico, apostaron por un repertorio muy cañero y bastante old school, pasando incluso de tocar sus dos mayores hits recientes, «Show Yourself» y «The Motherload» – es tener un par de huevazos, eso -, dejando que, en general, su espectacular batería Brann Dailor (artífice de las voces más melódicas y protagonista de este tipo de temas) centrara sus esfuerzos en los parches y no tanto en el micrófono.

Lejos de optar por algun clásico del hard rock, la canción elegida para dar paso al concierto fue ni más ni menos que la inesperada «Singing in the Rain» (una elección que pareció algo aleatoria, pero vaya, arrancó alguna sonrisa que otra entre el estrujado personal). Inmediatamente apareció el cuarteto americano en el escenario y, así a lo bestia, arrancaron como un cañón con el brutal trío formado «Iron Tusk», «March of the Fire Ants» y «Mother Puncher». Ni más ni menos. Tres clásicos que dejaron muy a las claras los derroteros por dónde iba a ir la cosa. La gira de presentación de Emperor of Sand no pasó nunca por aquí, y esto de hoy era un greatest hits en toda regla, con un setlist perfectamente equilibrado que abarcaba generosamente todas sus épocas para alegría de muchos (y sobreotodo mía).

Y aún más que estas tres canciones de inicio (temazos espectaculares los tres), lo que me excitó de verdad fue que los tios sonaban como un trueno: potentes y precisos como no les recuerdo haber visto nunca. La histérica bacanal de notas, progresiones, polirritmos y ruiditos raros que es su música (y estas tres canciones iniciales son un gran ejemplo de ello) se podía distinguir a la perfección, con las tres voces destacando perfectamente por encima de la mezcla, y con un espectáculo luminoso sencillamente impresionante (no sé si tanto para los fotógrafos, pero para el público fue la leche).

Después de ese principio demoledor que ya vio a los primeros valientes volando por encima del público, Mastodon atacaron un par de temas más recientes que representan bien las nuevas vertientes, más melódicas, que ha tomado su música en estos últimos años. Tanto «Chimes at Midnight» como «Steambreather» sonaron impecables, perfectas, y la pasión con la que las cantó y vivió el público certificó que esta faceta también goza del favor de la gran mayoría de sus fans. Lo que mola es que, estés más o menos de acuerdo con estos derroteros (que a veces se pasan de cheesy, es cierto), Mastodon es siempre una banda tremendamente valiente, inconformista, reconocible e inconfundible. Una inspiración musical y estética para muchas otras bandas y un ejemplo de integridad que nunca ha tenido miedo a evolucionar aunque les costara recibir exabruptos por todos lados.

Ni «Precious Stones» ni la nueva «Toe to Toes» me parecieron nada del otro mundo, pero la maravillosa «Sleeping Giant» volvió a poner rápidamente las cosas en su sitio. Hipnótica, psicodélica y casi paranoica, dejó a las casi dos mil personas que llenaban la sala con la boca abierta gracias a sus magníficas virtudes sonoras y, una vez más, a unos efectos visuales impecables. De hecho, las majestuosas luces y proyecciones ayudaron a esconder que la banda no es precisamente carismática en directo. Quizás Troy se contorsiona un poco más, pero ni Brent Hinds ni Bill Kelliher se mueven demasiado de su par de metros cuadrados, preocupados como están de producir el centenar de notas por segundo que requiere su música. Que sí, que sus figuras son muy reconocibles y que todos les tenemos mucho cariño, yo el primero, pero lo que es, es.

La locura continuó con tres temazos como «Capillarian Crest», «I Am Ahab» y «Black Tongue» (que no esperaba que tocaran), y la melódica y divertida «Ember City» fue otra sorpresa que disfruté como un enano. En algun momento, incluso, y llevado por la emoción de la ocasión, llegué a pensar que Mastodon eran la segunda mejor banda del mundo, y la verdad es que mentiría si dijera que me esperaba un bolazo de tal calibre por su parte. Si te lo miras fríamente, incluso el hecho de que una banda como ésta, cuya música es un puñetero jaleo y de todo menos accesible, sea capaz de juntar 2000 personas en Barcelona, es toda una sorpresa. Y que hagan flipar a la gente sin ni tan siquiera tocar sus grandes hits del momento es una vacilada maravillosa.

A partir de aquí ya todo fue memorable, y viajamos de temazo en temazo y de ovación en ovación hasta el pitido final. Por ejemplo, me atrevo a decir que «Crystal Skull» fue uno de los mejores momentos de la noche, con un sonido nítido y espectacular que fue capaz de captar todos sus incontables matices. ¡Y es que como no vamos a flipar si, sucesivamente, van cayendo temas como «Megalodon», la veloz e inesperada «Spectrelight» o «Aqua Dementia» (precedida por un mini solo por parte de Brent)! Si alguien se puede quejar de algo, y ante un concierto así me parecería un poco tiquis miquis, es de lo poco que se acordaron del celebradísimo Crack the Skye, para muchos aún el pináculo creativo de la banda. La única concesión a este trabajo vino de la mano de su psicodélico y genial tema título, evocador e inquietante como él solo.

Llegamos al final con la cabeza ebulliendo de información y exhaustos por el esfuerzo mental que te obligan a hacer esta gente para procesar la animalada de estructuras que te echan a los morros. Lo cachondo del tema es que a pesar de bombardearte una tras cotra con canciones de una complejidad remarcable, se las apañan para que resulten hasta pegadizas. Y supongo que ser capaces de unir ambos mundos es lo que los hace tan grandes. Por otro lado, parece que han hecho caso a las demandas generalizadas que se quejaban del poco tiempo que duraban sus actuaciones, y la hora y media larga con la que nos deleitaron se antojó ideal. Y de hecho, de haber tocado más, habrían acabado con alguna de nuestras neuronas. En todo caso, aún quedaba tiempo para otro temita, que no podría ser otra que la grandísima y esperada «Blood and Thunder», que hizo enloquecer a la sala por última vez y que, mirada así en perspectiva, quizás sí que habría sido merecedora de un hueco en nuestro top 5.

El concierto fue genial y la comunión entre bandas y público fue completa. Eso se notó tanto abajo como arriba del escenario, y por ello el batería Brann Dailor (el más parlanchín de una banda bien poco parlanchina) salió a darse un baño de masas al final de la descarga para decir que ese había sido, de largo, el mejor bolo de la gira. También dijo, como justificándose de que no estén aún en el trono del metal que se vaticinaba para ellos, que lo que quieren como banda es disfrutar de noches como ésta. No creo que hiciera falta salir a hacer el paripé, así que me inclino por pensar que lo decía en serio. Por mi parte, el placer es mutuo: éste es, también, el mejor concierto al que he asistido durante estos primeros meses del año. Mastodon are back, y eso es una excelente noticia.

Setlist Mastodon:

Iron Tusk
March of the Fire Ants
Mother Puncher
Chimes at Midnight
Steambreather
Precious Stones
Sleeping Giant
Toe to Toes
Ghost of Karelia
Capillarian Crest
Black Tongue
I am Ahab
Ancient Kingdom
Ember City
Crystal Skull
Megalodon
Spectrelight
Aqua Dementia
Crack the Skye
Blood & Thunder

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Sobre Albert Vila 951 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.