La banda sonora de mi vida – Capítulo IV

Tal como os expliqué en el capitulo anterior, a partir del concierto de Los Rápidos versus Orquesta Mondragón y la conversación que pude escuchar de aquellos dos “punk rockers”, mi obsesión era poder escuchar a los Ramones, a ver que coño era eso de música sencilla y cañera.

Lo que me extrañaba era que en el único programa de radio que yo escuchaba donde ponían discos de rock no habían sonado nunca. Ni habían hablado nunca de ellos. Raro, raro. En aquella época yo sintonizaba casi cada noche un programa en la AM de Radio Sabadell que se llamaba “Xocolata Express” (Por lo que veo, aún hacen el programa hoy en día). Utilizaba un pequeño trasto que tenía mi abuelo Badó para oír las noticias y seguir los domingos la jornada futbolística (más que nada para saber la quiniela, pues no le recuerdo yo mucha afición por el noble deporte del balompié). Había otras emisoras, como Radio Juventud, en la que también había programas de rock, pero emitían en la FM, y la radio de l’avi Badó, aunque hoy en día os pueda parecer extraño, solo pillaba emisoras de AM. Os recuerdo que estamos hablando de la España post-franquista, y claro, en esta mierda de país, a finales de los setenta, la tecnología brillaba por su ausencia, y más en un entorno familiar de clase obrera como era mi caso. Por eso, cuando oigo a niñatos, y no tan niñatos, decir la frase de que “con Franco se vivía mejor”, me entran ganas de meterles la pequeña radio de l’avi Badó por donde la espalda cambia de nombre. A la mierda con ellos también!!!

Bueno, pues eso, que todas las noches escuchaba “Xocolata Express” con la ilusión del primerizo por descubrir nuevos grupos de música y nuevas canciones con las que vibrar, y por supuesto poder explicarle a los colegas si habían oído tal grupo o tal canción del disco no se qué de no se quién. Por tal motivo, escuchaba la radio con una libreta y un boli, más que nada para ir apuntando el nombre de las bandas y los títulos de las canciones que iban sonando. Os partiríais de risa si pudierais leer como escribía el nombre de ciertos grupos que no había oído nunca. Si ahora mi inglés es lamentable, imagínate con 14 años y habiendo hecho francés toda la vida en el cole (no es que me dedicara a chapero durante la hora del recreo, sino que el francés era el idioma que nos enseñaban en la época, supongo que por el tema de la proximidad ¿no se si en Badajoz enseñaban portugués?). Seguro que si buscase entre las cajas que tengo almacenadas con mil tonterías (yo soy de los que no tiro nunca nada) aún encontraría esa libreta donde tenía apuntados a grupos tan conocidos como Judas Prais, Witesneik o Alis Kuper, que me delatan como un auténtico rufián para los idiomas, pero al mismo tiempo demuestran que gracias a la ilusión y constancia que mantuve por la música “rock” durante la adolescencia, me ha permitido que con el paso de los años haya llegado a convertirme en un auténtico cretino del “guitarra, bajo y batería”, no llegando a asimilar mi pequeño cerebro la música “electrónica” y todos sus derivados, lo que me distancia de miles de seres humanos aupados a la modernez por estos ritmos prefabricados y realmente difíciles de asimilar para un mendrugo como yo, capaz de escribir EISIDISI en una libreta.

Como no tenía dinero para comprar discos, lo de los Ramones continuaba resistiéndoseme, así que tuve que esperar hasta el verano para volver a hacer un trabajito y ganarme unas perras. La verdad es que tuve bastante bronca en casa por este motivo, pues por primera vez en mi vida había suspendido dos asignaturas, matemáticas y física, y claro, para poder sacarme el graduado escolar y poder optar a ir al Instituto para empezar el BUP, debía estudiar durante el verano para presentarme a los exámenes de septiembre. La verdad es que durante ese año el tema escolar me la había sudado un montón, solo pensaba en la música, en las chavalas, en las birras, en los porros (que supongo que también influyeron en que se me reblandeciera el cerebrito a esa tierna edad y las ecuaciones quedaran dispersas entre mis cuatro neuronas) y en la excursión de final de curso a Mallorca (algo bastante habitual en aquella época, lo de ir a Mallorca de excursión de final de curso me refiero), en definitiva, me había convertido en un “viva la vida” que decía mi abuela. Y ya que hablamos de la excursión de final de curso a Mallorca, solo tengo el recuerdo de que nos enbolingamos cada noche y que el ataque frontal a una compañera de clase para que me acompañara a la habitación, como era previsible, acabó en una rotunda negativa. Normal.

Al haber suspendido dos asignaturas, la familia insistía en la necesidad de apuntarme a clases de repaso durante el verano, pero que ostias, a mi lo que me interesaba era el “rock’n’roll” y para tener acceso a más discos tenía que currar durante el verano, por lo que me negué a dar clases de repaso, no tenía tiempo, eso si, con la promesa que en septiembre aprobaría. Al final accedieron, tampoco tenían más remedio.

Concretamente ese verano trabajé de camarero en el Bar Sport de La Roca y acabé hasta los mismísimos cojones de servir carajillos y escuchar Antonio Molina, Manolo Caracol, Julio Iglesias y otras mamarrachadas. Eso sí, pude disfrutar de las agradables tertulias post-curro de los quinteros (botellines creo que lo llamáis por España a los quintos de cerveza) y de su sabiduría popular a pie de barra.

Muchas cosas de las que aprendí escuchando a estos magníficos filósofos de la clase obrera cerveceril las he podido ir comprobando a lo largo de mi vida, aunque ha habido una que aún no he logrado nunca alcanzarla y así poder llegar a su nivel espiritual. Me estoy refiriendo a lo de echar cinco polvos sin sacarla…o más que decía algún gallego!!! Supongo que el truco está en llegar cuanto antes a los 50, la edad ideal de estos filósofos de barra, que mi estimada Sara pesara unos 30 o 40 kilos más y, a lo mejor, en esas buenas condiciones, lo consigo. Dios me oiga, aunque si él va atolondrado con las beatificaciones de fascistas y no puede escuchar mis humildes plegarias, que le pase el encargo a San Miguel, patrón de todos los filósofos de barra, para que me ayude a sentirme realizado dentro de la “working class” más rebelde.

Eso si, otra cosa buena del trabajo era la merienda, que el señor Andreu, el amo del bar, me preparaba. Eran unos bocatas tridimensionales y jugosos, de estos difíciles de encontrar hoy en día con tanto bareto de diseño, tanto producto light y tanta obsesión por mantener la línea. Además me dejaba beber una cocacola!!!! (aunque yo lo que me hubiese tomado era algún cubata o una cervecita, que como sabéis ya era todo un rockero y fumaba porros como un titán!!… por no decir como un imbécil).

En fin, que gracias al dinerito que me pagaban en el Bar Sport pude por fin comprarme un disco de los Ramones. Llegué a la tienda de discos y si no recuerdo mal tenían su primer disco y el Rocket to Russia. Joder vaya pintas más molonas estos tíos, y con los pantalones rotos y todo!!! Cuando eres jovencillo estas chorraditas de la imagen impresionan y molan, de qué sino habría chavalillos escuchando hoy en día a Slipknot o Marilyn Manson, ¿no?. ¿Por qué esto solo lo escuchan los chavalines, no?

Bueno, a lo que iba, con dinero fresco en mano fui a comprarme un disco de los Ramones y alguna cosa más que entrara dentro de mi modesto presupuesto. Aparte de los dos discos mencionados, también tenían el doble LP en directo It’s Alive, y claro, no pude resistirme a la tentación de llevármelo a casa, y puedo decir aquí y ahora bien alto y bien orgulloso, que definitivamente este disco si que cambió mi vida. Este y otro que compré el mismo día, el primero de los The Clash, que básicamente lo compré por las pintas que tienen en la portada de estética parecida a los Ramones y porqué el dependiente de la tienda, muy amablemente, me habló de que aquello era un nuevo fenómeno musical y social llamado… PUNK!!

La verdad es que aparqué los otros discos que tenía y me pasaba los días escuchando a Ramones y Clash, aquella música me había llegado al alma y su manera de vestir, también, yo quería ser punk!!!

Y con el punk llegó la polémica… como no podía ser de otra manera. Si amigos. ¿Por qué? Pues porqué a los pocos días mi amigo Sisa apareció con el Never Mind the Bollocks de los Sex Pistols y con el TV Eye de Iggy Pop, disco que se compró porqué ese mes, el póster central de la revista Vibraciones o del Star, ahora no lo recuerdo, era una foto de Iggy enseñando la polla en directo. Impresionante para unos pazcuatos de pueblo como nosotros!!! Y ahí empezó la polémica entre los colegas. Mientras unos nos sentíamos profundamente atraídos por eso del punk y la santísima trinidad que habíamos creado con esos cuatro discos, RamonesThe ClashSex PistolsIggy Pop, otros se declaraban fieles a los míticos dinosaurios del rock que habíamos escuchado hasta ese momento (Led Zeppelin, Deep Purple, Stones, etc..) o como mucho se decantaban hacía la florenciente nueva ola del heavy metal británico, liderada por Iron Maiden, Saxon y Def Leppard, que según ellos, también sabían tocar y hacían solos de guitarra!!! Malditos solos de guitarra!!! En lo único que estábamos todos de acuerdo era que Motorhead y AC/DC, dos bandas que también descubrimos por aquella época, eran la puta bomba. Ahí había unanimidad. No en vano aquel año fue la eclosión en España de AC/DC con la edición de Highway to Hell, todo y que era su octavo LP!!!! Este disco y su directo If You Want Blood You’ve Got It nos tenían a todos atrapados, así como los LP’s Motorhead y Overkill de Lemmy Kilmister y sus secuaces. Esto hacía que las citas en el local de Can Cames, la casa de un colega donde nos reuníamos los viernes por la noche para escuchar música, beber y jugar al poker apostando cigarros, se convirtieran en un foro de discusión constante de qué música se escuchaba. La unidad de Paràsits se estaba desmembrando musicalmente y eso que aún no habíamos tocado ni una nota, ¿que música debía hacer el grupo entonces?

Esto motivó, que a partir de ese momento Paràsits dejara de ser el nombre de un futuro grupo de música y simplemente fuera el nombre de un grupo de amigos, no en vano, debido a las camisetas que nos hicimos, la gente del pueblo ya nos conocía como a los Paràsits.

Y así pasé el verano, entre discos de punk, carajillos de ron y discusiones musicales acaloradas entre colegas, para llegar al mes de septiembre con la misión ineludible de sacarme el graduado escolar para poder empezar en el Instituto sin haber estudiado demasiado. Por los pelos, pero conseguí aprobar. Empezaba también una nueva vida para mi, dejar el cole de toda la vida de La Roca para ir al Instituto de Cardedeu… pero cual fue mi sorpresa al llegar a mediados de septiembre y enterarme que no podía ir al Instituto de Cardedeu con todos los colegas porque mi madre no había hecho la preinscripción de la matrícula. Gracias mama, te lo agradeceré toda la vida. Vaya tela con la jipi de la Rosa. En fin, que con prisas de última hora por encontrar un Instituto, acabé por la gracia del jefe del taller donde curraba mi padre y muy a regañadientes mío, becado en una mierda de escuela privada de curas donde también iba su hijo, un capullo del tres al cuarto al que había zurrado más de una vez en el patio del cole.

Lo único positivo de la escuela fue que allí conocí a Legal, que era un año más pequeño que yo y que al cabo de unos años se convertiría en el batería de nuestra banda, pero esto y otras cosas, ya os las iré explicando en el próximo capítulo, siempre y cuando os venga de gusto, que esta es otra.