Jerry Lee Lewis ha muerto: Se apagan las grandes pelotas de fuego

Jerry Lee Lewis ha muerto, pero ha sido, es y será uno de los más grandes artistas de la música popular de todos los tiempos. Apareció en los 50 y consiguió entrar dentro de la escudería de Simon Phillips en la Sun Records de Memphis, compartiendo discográfica y escenarios con Elvis Presley, Johnny Cash, Carl Perkins, Waylon Jennings o Roy Orbison.

Su vida es absolutamente de película y sus mil anécdotas violentas y trifulcas son a cada cual más espectacular. El ambiente sureño en el que creció unido a su rebelión contra el puritanismo en el que fue adoctrinado en su juventud, se unieron a su genialidad y todo ello formó una bomba de relojería que estalló en muchas ocasiones.

Las grandes figuras de los 50 y 60 sentían miedo y admiración por él hasta el punto que fue conocido como “The Killer” (el asesino). La película biopic sobre Johnny Cash (“Walk the Line” – “En la cuerda floja” en España) nos muestra esa gloriosa época en la que todos los grandes del rock and roll salían de gira juntos. Su personalidad y también su peligrosidad quedan muy bien reflejadas, mucho más que su propia película Great Balls of Fire! 1989.

Su amor por las armas y sus líos de faldas son inacabables (seis matrimonios si no recuerdo ma), y su figura, a día de hoy, es todavía venerada y respetada por toda la escena. Sólo hay que echar un vistazo y ver el elenco de participantes con los que cuenta en su el disco en directo Last Man Standing.

Si en los 50 el rock fue visto como algo peligroso, con Jerry Lee Lewis el peligro se hizo carne. Nadie tocaba el piano como él. Antes de que Manowar hicieran célebre la frase de “Otras bandas tocan, Manowar mata”, creo que Lewis ya lo había demostrado y ejemplificado sobre los muchos pianos que ha llegado a aporrear.

Trayectoria

Jerry nace en el seno de una familia pobre en Louisiana en 1935, y ya de muy pequeño, demuestra unas dotes innatas por la música, hecho que hace que su familia se esfuerce económicamente para comprarle un piano. Su segundo nombre, Lee, es un nombre muy común en los estados sureños y hace referencia al famoso general Robert E. Lee, del bando sureño, el que perdió la guerra civil y firmó el cese de las hostilidades.

Desde su infancia solía tocar el piano junto a sus dos primos: Mickey Gilley y Jimmy Swaggart, este último, uno de los grandes protagonistas que irá muy unido a la trayectoria del ídolo. La popular radio americana solía poner diferentes estilos, pero Lewis, ya en su adolescencia, quiere ir más allá e investiga las nuevas sonoridades de la música negra: rock, blues y rythm ’n’ blues.

Encontramos aquí el habitual enfrentamiento entre su pasión por el rock negro, visto como el lado oscuro, y luego el gospel, unido a la educación evangélica a la que es sometido durante su infancia y juventud. Entra en guetos pobres frecuentados por los negros y añade al country y al gospel el rythm ’n’ blues y el boogie woogie. Parece ser que su hogar fue un enclave importante del tráfico de alcohol durante el periodo de la ley seca en los años 20, y parece ser que su padre, Elmo Lewis, había dado con los huesos en la cárcel por trapicheos y estraperlo.

El piano de su tía Stella le atrajo ya desde el primer momento, mucho más que los intentos del pastor de la iglesia del lugar para que él y su primo Jimmy Swaggart recalasen en el coro. Lee era un rebelde, y Swaggart todo lo opuesto a él. Curiosamente el tiempo y esa misma familia dejaría patente que, a veces, los ángeles tienen las alas sucias.

Su primer maestro de piano no podía con aquel delgaducho gamberro rubio que prefería a Hank Williams antes que a los clásicos y a la música sacra. En 1949 hace su primera actuación profesional avalado por la compañía de coches Ford. Antes, su padre, correteaba el piano y Jerry tocaba donde podía mientras él pasaba la gorra para conseguir las propinas.

Ese mismo 1949 Jerry Lee Lewis sufre una importante lesión jugando al béisbol y se dedica en cuerpo y alma a perfeccionar y pulir su agresivo estilo de tocar el piano. Muchos estudiosos de la figura de Lewis creen que el apodo del asesino empezaría aquí. Uno de sus amigos le visitaba con frecuencia en su convalecencia y le llamaba asesino por su particular forma de tocar.

Otros dicen que se granjeó ese apodo en su tiempo de instituto, por muchas de sus fechorías en las aulas. Sea como fuere el apodo era perfecto para Lee. Pero la escuela era algo que no iba con él. Los locales humeantes llenos de lo peor de cada casa y alcohol barato, eran mucho más apasionantes que el aburrido instituto. Y a pesar de su juventud las primeras chicas ya empezaron a fijarse en ese diablillo que aporreaba el teclado como nadie.

Su estilo era absolutamente agresivo y desprendía fuerza y sensualidad. Al más puro estilo de la tradición sureña, Lewis contrae matrimonio a la edad de 16 años con Dorothy Barton, dos años mayor e hija de un predicador local. Lee mintió sobre su edad para poder conseguir la alianza.

En 1952 y el pianista llegó a grabar un par de composiciones de forma oficial, todo un paso adelante ante las necesidades económicas apremiantes del momento. Sus padres, viendo sus nocivas influencias musicales, lo internan en una escuela religiosa de Texas, pero Jerry ya era indomable en su adolescencia.

Interpretaría una versión del clásico de gospel “My God Is Real” en versión booggie woogie. Una fusión de estilos indecente y que ya podríamos llegar a calificar como shock rock por el hecho de la provocación que la cargaba. Tocar un tema de gospel en ritmos de música negra era una profanación sin nombre ni perdón. Algo similar le pasaría a Ray Charles.

A pesar de no ser todavía una estrella su comportamiento y forma de vida eran de escándalo, especialmente en los estados sureños, muy conservadores en sus tradiciones. Jerry se casa otra vez al quedar embarazada Jane Mitcham, su amante ocasional. Lewis pasa por el altar sin haberse separado de su primera esposa y la familia de la muchacha, de 17 años, al descubrir el engaño. apunto está de lincharlo… otra de las prácticas habituales y tradicionales de las regiones del Sur.

Empieza a demostrar una especial devoción por las armas de fuego e incluso intenta robar una, por lo que a punto estuvo de ser condenado por el juez. En 1954 graba nuevo material versionando clásicos del country y logra, casi, tocar en el programa The Louisiana Hayride. Decimos “casi” pues la dirección del programa decide que no toque, pues esperaban a un guitarrista y no a un pianista.

El éxito de Elvis Presley hace que decida probar suerte en la Sun Records, la mítica discográfica de Sam Phillips que estaba abierta a los nuevos sonidos negros. Lewis se presenta en la discográfica de Memphis con una versión de Ray Price y un tema de su puño y letra, la imprescindible “End of the Road”. Phillips estaba de viaje y es Jack Clement quien le recibe y estudia la posibilidad de ficharlo.

El cuarteto del millón de dólares

La campanada llegaría con “Whole Lotta Shakin’ Going On”, un tema que desprende sexualidad y que es tocado por Lewis en su particular estilo inimitable. Visualmente es impactante pues parece que Lewis aporree el teclado y demostrando un virtuosismo fuera de lo común. Era algo nuevo, sonaba diferente a todo. Hay la leyenda de que el tema fue tocado por primera vez en un bar de Arkansas y el público le pidió que la volvieran a tocar una y otra vez… hasta 25 bises de la misma canción. Sí… hay muchas leyendas urbanas sobre Jerry Lee.

Esta escena aparece en la película-biopic sobre Jerry Lee Lewis de forma muy conseguida a pesar de que está pasada por el filtro de “todos los públicos”. Ese tema nacería marcado por la polémica y la canción sería considerada provocadora y obscena. Sólo The Steve Allen Show se atrevió a emitirla en directo y con ello el éxito fue imparable.

Su siguiente paso hacia el estrellato vendría de la mano de la archiconocida “Great Balls of Fire”, compuesta por Ottis Blackwell y Jack Hammer. En un principio la educación recibida por Lewis aflora y no las tiene todas para grabar ese clásico pues considera el tema blasfemo y sexual. Afortunadamente el tema sería grabado y se convertiría en su mayor éxito. Algo histórico y atemporal.

Nadie toca después de Jerry Lee Lewis…

La fama de peligroso y chulesco alcanzaría su cénit en un show en Brooklyn, Nueva York. El cartel era de lo más atractivo, pero la duda era una: ¿Quién debía ser el cabeza de cartel?: ¿Lewis o Chuck Berry? Difícil decisión para el organizador del evento, Allan Freed, pues al fin y al cabo todo se reducía en un conflicto racial: ¿Negro o blanco?

Finalmente se decidieron por que Lewis tocara antes que Berry, algo que no le sentó nada bien a nuestro protagonista, y su venganza sería apocalíptica. Lewis caldeó el ambiente del teatro hasta cotas insostenibles. Tenía al público en sus manos y antes del bis arrojó sobre su piano lo que parecía que era una botella de Coca-Cola.

El público enloqueció ante el empuje del Killer. Su vuelta al escenario para despedirse sigue siendo uno de los más grandes momentos de la historia del rock. El líquido vertido sobre el piano no era precisamente burbujeante cola, era gasolina. Lee prendió fuego al piano y tocó como nunca, con la agresividad de un poseso diabólico al tiempo que el fuego ardía y cubría todo el piano de cola. Un impacto visual alucinante.

Lewis se desbocó tocando con el culo y los pies y todo aquello fue apocalíptico. Al cruzarse con Chuck Berry entre bambalinas, que era el teórico cabeza de cartel… se dice que Lewis le espetó: “Supera esto a ver si puedes, negro…”. Tras aquel episodio quedaba claro que “nadie toca después de Jerry Lee Lewis”…

El rubio sureño era desafiante y provocador y tras ese concierto en Brooklyn nadie se atrevería a retarlo a un duelo, ni siquiera el mismísimo Elvis Presley. Lewis cultivaría cierto odio hacia el Rey del Rock e intentaría de todas las maneras posibles conseguir un enfrentamiento directo que nunca sucedió. De esos tiempos hay la leyenda que dice que la policía le detuvo merodeando cerca de la mansión de Elvis revólver en mano.

Jerry estaba en la cresta de la ola y hasta llegó a aparecer en una película, “High School Confidential”, pero su vida siempre ha ido unida al escándalo, y el siguiente episodio fue sonado pues su fama de mujeriego y enamoradizo volvería a jugarle una mala pasada. El impulsivo Lewis conoció en Memphis a una chica. El caso, es que se enamoró de la hija de su propio primo (¡!!) y se casó.

Hasta cierto punto normal, pues estamos hablando de los Estados sureños americanos, pero lo que ya no era tan normal es que su amada Myra Brown contaba sólo con 13 años de edad. Evidentemente Lewis, que tenía 22 años, volvió a olvidarse de un detalle importante, y no era la primera vez: seguía casado con su segunda esposa…

El matrimonio sería en secreto. La prensa británica descubrió su paso por el altar y la edad real de la nueva esposa. La sociedad norteamericana de la época era muy conservadora, por lo que el escándalo le supuso a Jerry un bajón de popularidad muy importante y su siguiente gira tuvo que ser cancelada debido a la falta de asistencia en sus conciertos.

Esa boda supuso un punto de inflexión muy duro a su carrera. Muchos consideran que ya nunca nada volvió a ser como era. Incluso la discográfica Sun intentaría reflotar la carrera de Lewis grabando piezas instrumentales bajo el pseudónimo de The Hawk, pero ni por esas. Recordemos que nadie tocaba como Jerry Lee Lewis, así que se descubrió el pastel a las primeras de cambio, Lewis se escondía tras The Hawk.

La versión de “What I’d Say” de Ray Charles consigue sacarlo a flote en la década de los 60, pero nunca en los Estados Unidos. Su segundo hijo, este con Myra (llamado Steven Allen Lewis en honor al presentador Steve Allen) muere ahogado el domingo de pascua de 1962 cuando este estaba al cuidado de su abuelo. La muerte de su vástago a la tierna edad de tres años sume a Lewis en la depresión y lo relaciona como un castigo divino a los excesos de su juventud.

Se dice también que Lee repartió culpas del triste suceso entre el altísimo y su mujer. El genial pianista se lanza en manos del alcohol y las drogas y se distancia progresivamente del abrazo de su esposa y madre de Steven. El matrimonio tendría una hija llamada Phoebe Lewis, pero en lo profesional las cosas no marchaban y la Sun Records termina la relación con él.

Ficharía por Smash Records y en 1968 da un nuevo giro a su carrera pasándose al country. Las cosas le funcionarían bien mostrando una cara menos salvaje y agresiva. Ese giro hacia el country lo encontramos en muchos solistas americanos de la época como Johnny Cash o Ray Charles. Es la música tradicional norteamericana y solía ser apostar a caballo ganador. Lewis conseguiría alcanzar lo más alto en las listas de su tierra en más de una ocasión, pero repito, nunca llegaría a tener el reconocimiento masivo de sus inicios.

Los 70 son una década en la que la desgracia llama constantemente a la puerta de Lewis. Separación de Myra, la muerte de su madre y la de su primer hijo de 19 años en accidente de coche. La separación de Myra conllevaría más problemas para Lewis. Su exmujer daría muchos detalles íntimos sobre el convivir con un marido agresivo que en horas bajas descargaba su rabia con ella a base de palizas bañadas en alcohol y excesos.

Las dos ovejas negras de la familia: Lewis y Jimmy Swaggart

Jerry Lee Lewis es un músico realmente especial y su vida personal es tan o más interesante que la puramente artística. Hemos mencionado antes que Lewis tenía un primo, Swaggart, también pianista y cantante frustrado. Si Jerry encarnaba a la oveja negra de la familia, Swaggart era todo bondad y luz.

Fue uno de los pioneros de la tele-predicación americana o tele-evangelismo. En los años 80 llegaría a poseer su propio programa de televisión en el que predicaba la religión ante sus devotos feligreses. Fue toda una celebridad capaz de llenar estadios a lo largo y ancho del país. Su ministerio Pentecostal se enorgullecía de salvar almas, sanar enfermos mediante milagros y dedicarse a predicar el poder del altísimo.

Swaggart consiguió hacer de todo ello un rentable negocio que abarcaba televisión, radio, revistas… Todo un imperio capitaneado por él que le generaba unos 350.000 dólares al año. Evidentemente la comparación con su propio primo era motivo de controversia. Swaggart siempre quiso salvarle el alma y vio en su decadencia un perfecto ejemplo de lo nocivo de la música rock. Vio siempre a este estilo como algo realmente nocivo y diabólico hasta el punto de que el rock cristiano era también un lobo con piel de cordero. Ni Stryper se salvaban.

Las bandas que predicaban el cristianismo armadas con guitarras eran el mal camuflado y evidentemente el heavy metal era lo peor del mundo. De hecho, son sumamente célebres los cruces de declaraciones entre él y Ozzy Osbourne de Black Sabbath. Incluso llegó a escribir un libro sobre lo nocivo del rock en la sociedad: “Rock and Roll religioso: “Un lobo que viste piel de cordero”.

Pero ya empezamos a encontrar rastros de contradicción en él pues, curiosamente, fue uno de los principales impulsores de Stryper, la banda de rock cristiano. Swaggart llegaría a desenmascarar a pastores de su propia comunidad por mantener relaciones sexuales extramatrimoniales. Jim Marvin y Marvin Gorman perderían su posición y su credibilidad al ser puestos en evidencia por Swaggart. Pero la venganza de Gorman sería de las que hacen época.

El ex pastor contrataría a un detective privado y pronto obtendría los frutos deseados: Swaggart frecuentaba la compañía de prostitutas, pero no cedería al chantaje de Gorman y la cosa explotó. Al saberse todo el pastel su programa fue suspendido. Pero cuando se está “en contacto con Dios”, uno puede manejar las cosas a sus anchas. Su declaración ante sus feligreses sería esta: “He pecado contra Ti, mi Señor, y pido que tu preciosa sangre lave y limpie cada mancha hasta que esté en los mares del perdón de Dios”.

El telepredicador sufrió un tremendo varapalo y perdió todos sus poderes “mortales” a pesar de que seguía, siempre según él, poseyendo los divinos. Al cabo de tres meses volvería a la televisión, ya con la credibilidad algo tocada, y declarando perlas como estas: “Si no regreso al púlpito este fin de semana, millones de personas irán al infierno”. En 1991 la policía volvió a pillarle en un margen de una carretera negociando con una prostituta.

La declaración que daría Swaggart a sus feligreses es sencillamente digna de la más degradada Estella del rock: “El Señor me manifestó que no es asunto de ustedes”. Sin duda Swaggart los tenía bien puestos, toda esa familia los tenía. Su ministerio iría directamente hacia abajo y tuvo que ausentarse una buena temporada de su posición de líder. Swaggart siguió dando juego con los años y demostrando ser tanto o más peligroso para las juventudes y para la sociedad que todo aquello que criticaba.

Sus declaraciones en 2004 sobre el matrimonio homosexual son tan fuera de tono como los fundamentos de la banda The Mentors en sus inicios y, tan repulsivos como los directos de GG Allin. Juzguen ustedes mismos: “Jamás en mi vida he visto a un hombre con el cual quisiera casarme. Y voy a ser directo y franco: si alguna vez uno me mira así, lo voy a matar y luego le digo a Dios que murió”. Swaggart es un caso perfecto de doble moral, de criticar y descalificar algo y a alguien cuando uno hace lo mismo. Su descenso a los infiernos es sencillamente espectacular y uno ya no sabía quién era el malo Lewis o Swaggart.

La resurrección de Lewis

Todo este espectáculo provocado por Swaggart no jugaba muy a favor de un Lewis en horas bajas. Hasta muchos creerían que todo aquello podía ser cuestión de genética y que ambos llevaban los mismos genes diabólicos. Los 80 llevan a nuestro héroe al hospital debido a una úlcera sangrante que por poco termina con él. Lewis continuaría coleccionando esposas, pero la tragedia se iría cebando con él.

Su cuarto matrimonio también sería de penalti y terminaría con un trágico final. Su esposa Janer Elizabeth Gunn Pate moriría ahogada en una piscina en extrañas circunstancias. Estaba precisamente envuelta entre papeleos de divorcios con Lewis. La quinta moriría por sobredosis de metadona en la residencia que ambos compartían cerca de Memphis. ¿Sobredosis?, ¿Suicidio?… nada quedó claro. Más extrañas circunstancias. Una de las constantes en la vida del Killer

Los problemas económicos crecieron y sus adicciones le llevarían a la célebre clínica de desintoxicación Betty Ford; destinada a celebridades y ricos. En 1989 vemos su renacer gracias a la película Great Balls of Fire! (Gran bola de fuego en España) sobre su atormentada vida y con ella renace el interés por el personaje. Recuerdo una aparición suya en el mítico programa 1,2,3 de TVE interpretando su himno más célebre.

A pesar de que se le veía mayor Lewis seguía encandilando tocando con su agresiva manera que incluía tocar el teclado con el pie o el pompis. En 2004 vio la luz un interesantísimo trabajo en directo en el que Lewis hacía duetos con varias leyendas de la música. El elenco de músicos invitados y amistades es absolutamente estelar; aunque no hay que sorprenderse, pues tocar con Jerry Lee Lewis era tocar con una de las leyendas más importantes y rutilantes de la historia de la música popular. Su posterior DVD arrasaría en ventas.

Hoy 28 de octubre de 2022, a sus 87 años, los pianos empiezan a echar de menos el fuego y el ser maltratados por un ser irrepetible. Era cuestión de tiempo. Si has leído toda la historia está claro que merece una película YA, pues la definitiva no ha sido rodada todavía.

Jordi Tàrrega
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Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.