Jeff Buckley – Grace: 25 años del nacimiento de un genio

Ficha técnica

Publicado el 23 de agosto de 1994
Discográfica: Columbia Records
 
Componentes:
Jeff Buckley - Voz, guitarra, órgano, dulcimer, armonio, tabla
Michael Tighe - Guitarra
Mick Grondahl - Bajo
Matt Johnson - Percusión, batería, vibráfono
Gary Lucas - "Magical Guitarness"
Karl Berger - Arreglos de cuerdas
Loris Holland - Órgano
Misha Masud - Tabla

Temas

1. Mojo Pin (5:42)
2. Grace (5:22)
3. Last Goodbye (4:35)
4. Lilac Wine (4:32)
5. So Real (4:43)
6. Hallelujah (6:53)
7. Lover, You Should've Come Over (6:43)
8. Corpus Christi Carol (2:56)
9. Eternal Life (4:52)
10. Dream Brother (5:26)

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Quizá muchos de vosotros no estaréis de acuerdo conmigo pero, en mi opinión, Grace (1994) es uno de los mejores álbumes de todos los tiempos. Sin Grace, mi vida sería, posiblemente, muy diferente a cómo es ahora.

La primera vez escuché la música de Jeff Buckley, no diré que cambió mi vida por completo y me hizo darme cuenta de lo que la música significa para mí, pero casi. Realmente, me abrió los ojos a lo mucho que amo la música y, como a mí, abrió los ojos a toda una generación de músicos. Es difícil que pase una semana entera sin que escuche al menos un tema de Grace, y mi buen amigo Albert Vila puede dar buena fe de ello. Si compusiera música, estoy seguro de que Jeff sería la mayor de mis inspiraciones. Hay tantas cosas que me hubiera encantado preguntarle… Dejó este mundo demasiado pronto y nunca habrá otro artista como él.

¿Qué más se puede decir sobre la versión que Jeff Buckley hizo del clásico de Leonard Cohen «Hallelujah»? Mejorar el tema de un mito de la música pop no era nada fácil, pero él lo hizo. Una letra convincente, una melodía dramática y una voz sobresaliente. Y es que su voz es verdaderamente bella, con un tono perfecto y un control que hace que nunca suene forzada. Y a pesar de esa habilidad técnica, es capaz de imbuir sus palabras con una emoción sorprendente. De vez en cuando, en alguno de tantos talent shows que inundan la televisión, aparece un concursante que la canta, y cuando eso sucede, la Tierra se tambalea. De repente, todos recuerdan (o descubren) quién era Jeff Buckley. Pero, ¿qué pasa con el resto del álbum?

¿Por dónde empezar? La voz (o mejor dicho, las voces) de Buckley en este álbum de 10 temas van desde etéreas y frágiles hasta duras y contundentes, y se mueven sin restricciones hacia arriba y hacia abajo de la escala, hacia todas partes, en todos los estilos. La música que respalda las voces es igual de variada. Pero, más allá de todo esto, existe la emoción que en todas y cada una de sus partes expresan. En «Mojo Pin», con una voz delicada y casi femenina, Jeff está desesperado. «If only you’d come back to me…», canta, respaldado por una música que, primero tiene sabor a jazz, para después rememorar a unos titanes como Led Zeppelin. La canción que da título al álbum tiene un aire de folk rock, y la voz termina siendo cruda e intensa. «Last Goodbye» es otra canción sobre una relación moribunda, con un toque oriental, lo que también se aprecia, quizá con más fuerza, en «Dream Brother», a través de esa guitarra que induce el trance. «Lilac Wine» es una pista suave y sin complicaciones, que paradójicamente habla sobre la confusión y la incertidumbre. Con «So Real», a vueltas con el jazz, con mil y un cambios de acordes, de tempo e incluso de género; y me da la impresión de que la experiencia descrita podría haber sido un poco… ¿demasiado real? «Lover, You Should’ve Come Over» es una pista de folk con tintes de blues lenta y constante y, como sugiere el título, Jeff parece estar deseando que aparezca su amante en cualquier momento. En «Corpus Christi Carol», Buckley suena como un miembro del Wiener Sängerknaben (Coro de los Niños de Viena), pues este tema acústico es algo similar a un himno… y justo después, «Eternal Life», que a pesar del título, es un tema directo que merodea por los campos del grunge, con una letra dura y una entrega encomiable.

Grace no solo se ha ganado su estatus de disco de culto por la fuerza de la voz de Buckley, sino que su vasto vocabulario musical y su enfoque innovador a la hora de componer las canciones lo elevan aún más. Este es un álbum fundamental en la historia del rock, trazando una línea que va desde la revolución del grunge hasta la aparición de bandas como Radiohead o Muse, encargadas de continuar con su legado más allá. También presagiaba una era en la que bandas como Nirvana podían sentarse cómodamente junto a artistas de la talla de Nina Simone o Leonard Cohen en los iPods de los amantes de la música y en las listas de reproducción de Spotify. Ahora es mucho más fácil salir de tu zona de confort, musicalmente hablando, y experimentar una amplia gama de sonidos, y Buckley fue uno de los primeros artistas en hacer que tal inmersión pareciera genial y valiosa. El mundo de la música es mucho más rico por haberle tenido a él.

Y yo me pregunto, ¿por qué este álbum sigue siendo tan fascinante 25 años después de su lanzamiento, 22 años después de la prematura muerte de Jeff? Además de su obvio talento, su fijación por el amor romántico, que es la fuerza motriz principal del álbum, le convierte en una figura muy atractiva. Eso, junto con el ambiente de ensueño que las pistas evocan, le da una calidad imposible de esquivar. Quieres comprender quién y qué es él, pero no puedes… de verdad que es imposible.

¿Quién, en su sano juicio, podía llegar a imaginar que tal debut también sería el final? ¿Qué podría haber logrado este genio si hubiera vivido más tiempo? Las muertes súbitas y trágicas (murió ahogado mientras nadaba en el Río Wolf, Tennessee, a la altura de la ciudad de Memphis), como la de Jeff me dejan con una sensación incómoda, una sensación de que hay todavía asuntos pendientes. Bueno… ¿quizá en otra vida?

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 529 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.