Grupos de un solo disco: Dr. No – Pamechu N’Boue

Ficha técnica

Publicado el 1995
Discográfica: CBS Records / Sony Music
 
Componentes:
Dani Carbonell - Voz
Pablo Schvarzman - Guitarra, coros
Sebi - Bajo, coros
Toni Pagès - Batería
Tato - Saxo, coros

Temas

1. El pescado (3:05)
2. Paranoia (3:22)
3. Entre cenizas (4:22)
4. De frente (3:04)
5. Camaleón (3:29)
6. Dando vueltas (3:04)
7. Sed (3:58)
8. Avanzar (3:21)
9. Riesgo superior (4.13)
10. Charlatanes (3:02)
11. Corre corre (2:51)
12. La noche cayó (3:32)

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Dr. No fue una banda difícil de clasificar por la variedad de estilos que practicaba. Durante los pocos años que el quinteto estuvo en activo se les colgó la etiqueta de rock mestizo, pero ellos lucharon por conseguir un estilo propio que les apartara de las comparaciones más típicas con bandas como los Red Hot Chili PeppersFishbone o los franceses FFF. A pesar de ser bandas que ellos admiraban, Dr. No jamás quisieron ser los Red Hot Chili Peppers de aquí, porque, como muy bien decían ellos mismos, «los Red Hot son únicos». Además, la música de Dr. No parecía no tener límites: rock, hard rock, metal, funk, hip-hop, rap, ska, jazz… ¿alguien da más?

La mezcolanza de Dr.No no se limitaba únicamente a la música, ya que en su formación también existía una mezcla de raíces. Tres de sus miembros eran (y son) argentinos: Tato (saxo y coros), Pablo Schvarzman (guitarra y coros) y Sebi (bajo y coros), mientras que los dos miembros restantes eran (y son) catalanes: Dani Carbonell (voz) y el enorme Toni Pagès (batería y coros), posiblemente uno de los mejores baterías del panorama estatal.

Dr. No se comprometieron con Sony Music para grabar cinco discos, siendo Pamechu N’Boue (Chúpame un huevo) su debut, un disco que en su día recibiera muy buenas críticas y que, finalmente, sería el único que grabarían como banda.

Crossover. Así decidieron llamar a un género bastardo practicado por bandas como Infectious Grooves, Living Colour o Faith No More, que se empeñaban en mezclar el rock con el funk, el hip-hop… Una frenética coctelera de ritmos que en Catalunya agitaron -durante la primera mitad de los años 90- nombres como El Fantástico Hombre Bala, Groove Crew, Afraid to Speak in Public o unos Dr. No que tenían de cantante a un todavía desconocido Dani Carbonell. Los barceloneses se separarían poco después de editar este Pamechu N’Boue en 1995, pero aquel joven vocalista rápidamente puso en marcha diferentes aventuras. De todas ellas, destacarían dos: Ojos de Brujo, que acabaría abandonando para centrarse en un proyecto más personal, y Macaco, quienes grabarían su primera maqueta, Jambito Loco, en el año 1996, solo unos meses después de que este que aquí nos ocupa viera la luz. Como Dani era incapaz de estarse quieto, su madre solía llamarle cariñosamente mico (mono en català), de ahí que su nueva banda acabara por llamarse de esa manera.

Si tienes más o menos mi edad (40 y pocos) y eres catalán -o eras lo suficientemente habilidoso en los 90 como para pinchar la señal de TV3 desde otra región-, seguramente habrás visto hasta la saciedad en Sputnik TV el videoclip del tema que abre este trabajo, «El pescado». Es el mejor tema del álbum sin ningún género de dudas. Es adictivo, pegadizo y, posiblemente, de lo mejorcito de este estilo que se grabó aquí en la época. Su riff principal y el puente justo antes de la última estrofa, lo mejor. Jamás el tufo a pescado podrido había olido tan bien. Cantad conmigo:

«Desde hace mucho tiempo aquí no pasa nada
El alma está aburrida, las neuronas atascadas
Las cosas nuevas son copias del pasado
Y en la tele y en la radio nos venden el pescado.»

El álbum deambula por una montaña rusa en la que temas potentes y otros, por así decirlo, más obviables van alternándose a lo loco. Luego hay otros temas como el segundo, «Paranoia», que no coloco ni en lo lo más alto del loop ni en la zona más baja de la atracción. Aquí los ritmos más rap del tema inicial dejan paso a los ritmos más funkarras. Los vientos y, sobre todo, el bajo, llevan la voz cantante. En el tercer tema, «Entre cenizas», parece que vayan a bajar las revoluciones considerablemente, pero es solo una apariencia, pues el pausado inicio acústico se va viendo interrumpido paulatinamente por un riff que, a partir del minuto 0:50, pasa a llevar el peso de toda la canción. Aquí, las voces rapeadas de Dani regresan y la banda deja meridianamente claro que molan mucho más cuando dan rienda suelta a su lado más rockero. El tema finaliza exactamente igual que empieza.

Pablo usa y abusa del wah-wah en «De frente» y otro de los argentinos, Tato, nos regala unas melodías de saxofón muy en la onda de unos Fishbone en estado de gracia. Pero es el tercero de los argentinos, Sebi, el que se sale tras sus cuatro cuerdas. El funk metal del inicio se convierte en todo un ska desgasta suelas por momentos. Pero aquí no solamente mandan los tres sudamericanos, porque els de casa tampoco se quedan cortos, especialmente el Sr. Toni Pagès, cuyo trabajo tras la batería es encomiable a lo largo de todo el álbum. El tipo ha acompañado a artistas de la talla de Raül ReverterMonica GreenPaul CarrackLisa Stanfield o Lucrecia.

Loa camaleones son famosos por su habilidad de cambiar de color según las circunstancias, por su lengua rápida y alargada, y por sus ojos, que pueden ser movidos independientemente el uno del otro. Pues el tema número cinco viene a ser algo así. En «Camaleón» la banda camina, con descaro y habilidad, por casi todo el espectro musical, y se dejan querer por unos u otros ritmos según las circunstancias. Donde sí centran en una cosa, en el funk, es en la siguiente, «Dando vueltas». Es rápida y, por se deja abrazar un poco por unos ritmos más cercanos a la bossa nova. El tapping de bajo a partir del minuto 1:54 es, simplemente, exquisito.

Con «Sed» superamos el meridiano de este Pamechu N’Boue, y los vientos vuelven a sonar con fuerza. Además del ritmo sincopado de Pagès, lo que más destaca es su estribillo, único momento en que el wah wah nos deja escuchar un afilado riff de guitarra. ¿Ahora mismo tienes sed? Sí… y lo sabes. «Avanzar» es otro de esos temas en los que es inevitable no menear la cadera. Es uno de los temas más complejos; hay tantos cambios como estrofas y versos tiene. Variedad con un gusto excelso. La siguiente, «Riesgo superior», sigue por esa misma senda, pero como las comparaciones son odiosas, en mi opinión es la más floja de todo el trabajo. Es el segundo tema más largo (4:13), y tras apenas 60 segundo, se ralentiza un poco demasiado para mi gusto. Eso sí, el solo de guitarra (el único de todo el álbum) hace que la cosa gane bastante enteros.

Con «Charlatanes» regresan las guitarras más punzantes y inician la maniobra hacia el final del trabajo con una fuerza encomiable. Especial dedicatoria a banqueros y politicos, charlatanes de postín ahora y siempre. Unos silbidos dan el pistoletazo de salida a «Corre corre», uno de los temas más guitarreros de todo el álbum. Reminiscencias a los Red Hot Chili Peppers hacia el final. «La noche cayó» pone el punto y final con un inicio que te enamorará si te enamoran Mr. Bungle. Slapping bass, vientos distorsionados hasta la saciedad y un riff de guitarra que se te meterá en la cabeza irremediablemente.

Tras 42 minutos de fuerza crossover noventera de pata negra uno lamenta que se quedaran en el tintero de Sony Music cuatro álbumes que jamás llegaron a consumarse. Pero bueno, el hecho de que este Pamechu N’Boue sea lo único que podamos catar de Dr. No, hace que su debut (y último trabajo) sea todavía más especial. Ya no se hacen álbumes así, pero no por ello vas a dejar de catar nueva música. No dejes de comprar pescado, pero estate atento porque, por muy bien envuelto que esté, por dentro puede estar podrido.

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 526 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.