Crónica y fotos del Iberian Warriors Metal Fest 2019 - Centro Cívico Valdefierro (Zaragoza), 27, 28 y 29 de septiembre de 2019

El final inmortal del Iberian Warriors

Datos del Concierto

Iberian Warriors Metal Fest 2019

Bandas:
Pestilence + Taake + Phlebotomized + Lurte + Dormanth + Helevorn + Balmog + Korzo + Northland + The Wizards + Empty + Gaerea + Mortiis + El Altar del Holocausto
 
Fecha: 27, 28 y 29 de septiembre de 2019
Lugar: Centro Cívico Valdefierro (Zaragoza)
Promotora: Blood & Fire Promotions
Asistencia aproximada: personas

Fotos

Fotos por Marisol Huertas

Parte 1

¿Cuál es el sonido del fin? ¿Qué melodía acompaña al adiós, a la ruptura de una realidad, de una entidad? A menudo entendemos el final de algo como una experiencia amarga, en la que nos arrebatan algo que hasta entonces formaba parte de nuestra realidad. Y el vacío que queda nos atraviesa, helado, lo absorbe todo sin terminar de llenarse. Aunque la despedida también puede suponer un alivio, y representar la liberación, por norma general el concepto del desenlace posee tintes más melancólicos. Una realidad bien extendida en la cultura, que ha tratado de muchas y diferentes maneras un concepto universal y que todos experimentamos múltiples veces a lo largo de nuestras vidas. Como acontecimiento asociado de manera mayoritaria a la tristeza, abundan las canciones de tonalidad desconsolada sobre la pérdida de algo que nos resulta precioso y querido.

Por ello, inmerso en la vorágine del Iberian Warriors resultaba extraño pensar que se trataba del adiós de un festival que ha marcado un punto álgido en la vida musical de Zaragoza y en el underground, dado que nada en el ambiente invitaba a pensar en el hueco futuro que le seguiría. Los grupos de amigos charlaban con ánimo mientras saludaban a diferentes conocidos. La cerveza, abundante, cambiaba de manos con rapidez y embadurnaba la atmósfera en un aroma espeso y cálido. Las anécdotas, los recuerdos y las bromas sustentaban la sensación de que todo seguía igual. Y aun así, no lo era. Cada actuación, cada canción que caía del escenario, era un grano más de arena en el reloj que se vaciaba de manera gradual. Pero lo que se vivía era alegría. Un júbilo aferrado al presente, a la emoción del instante. A la posibilidad de contemplar con tus propios ojos figuras de leyenda como Taake o Pestilence, incluso si esta no vuelve a repetirse. A la emoción contenida del público al presenciar a Niu de Corbs como heraldos intempestivos del crepúsculo que se avecinaba, con melodías retorcidas y puntiagudas de black metal abrasador que desentonaban ante la temprana hora.

La curiosidad que poco a poco se iba tornando en interés y en el genuino entusiasmo de verse inmerso en la vorágine ceremonial del Altar del Holocausto y contemplar sobrecogido a la música bailar libre y viva bajo la máscara de sus sacerdotes. Dejarse llevar por la corriente de emoción que lo comienza a empapar todo, igual que hizo con The Wizards cuando incrustaron su encanto callejero de chulos de rock & roll y parecieron mover el espacio a una tiempo y lugar diferentes. Moverse por pasillos estrechos cuyas paredes son los cuerpos que se apelotonan en el recinto en busca de descanso y esparcimiento mientras examinan discos y merchan, o simplemente tratan de apagar la sed que dejan los gritos.

Contemplar cómo Phlebotomized desliza con matemática precisión un tema tras otro deconstruyendo géneros y expectativas hasta trocar lo improbable en certeza, y su logro en innegable en medio del rugir del público saciado. Arrastrarse en busca de descanso mientras la noche avanza y el alborozo crece con la mezcla de cientos de voces distintas. Lanzarse al vacío y hundirte en las gélidas aguas de Taake, oleaje que no tarda en trocarse en violenta tempestad desde las profundidades del infierno, el rayo que golpea y hace temblar la tierra. Salir del mar negro para varar ante la avalancha que lo destruye todo a su paso y lleva por nombre Pestilence, una sofisticada maquinaria de movimiento perpetuo diseñada para la aniquilación, obra maestra de ingeniería caótica.

Y sonreír ante el fin.

Parte 2

La larga despedida continuaba sin que los ánimos flaqueasen en ningún momento. El ambiente festivo dominaba la última carga del Iberian en intrascendente alegría, el goce del momento vivido y el olvido de un futuro que aún no ha llegado. Cual viaje a través de un retorcido País de las Maravillas engullido por la cruda oscuridad, introducirse en el Centro Cívico de Valdefierro suponía dejar atrás la realidad cotidiana para alcanzar una realidad delirante y apoteósica.

Los mismos rostros, el mismo alborozo, rastros del cansancio depositado la noche anterior, una estampa que permanecía cuasi intacta ante un escenario que ofrecía un nuevo desfile de monstruos. La penumbra cubrió el mundo bajo las cabezas de la hidra: Xerión, Gaerea, Balmog, Korzo. Los rostros enloquecidos de las tinieblas, invocados para realizar cantares de despedida en la travesía hacia el fin del Iberian Warriors. Un conjunto de tonalidades cambiantes como las del transcurrir de una noche. El Vórtice de Gaerea, sediento de almas extasiadas ante la enloquecida danza de los mensajeros del vacío existencial, marionetas sin rostro de enorme expresividad y violencia. El fuego oscuro y crudo de Balmog, la decadencia y la brutalidad que crece en infiernos apocalípticos de ruinas urbanas, el chasquido de los huesos al romperse bajo la acometida brutal de los lobos. Allí donde Xerión cayeron al quedarse por debajo de la imagen que proyectaba su música, sus hermanos triunfaron. Los borrascosos aullidos de Korzo, una insondable montaña imposible de escalar en cuya cima se sienta José Lavín como un asceta, quebrantaron a un público entregado y exultante, animando el funeral que se celebraba en honor a aquella última edición.

Si la sombra había llegado con nombre de guerra, no menos violento se mostraba el alba en la conjunción dual que el festival mostraba para conjugar todos los aspectos posibles del metal extremo como homenaje a su vida y obra. Donde antes había oscuridad, Northland emergía de los bosques para infundir valor y poderío a los bárbaros de nuevo cuño. Melodías épicas cargadas de brío y que apresuraban al goce y la vivacidad. Unas energías que faltaron ante el embate de Dormanth, quienes se esforzaron por introducir un importante componente humano y hacer partícipes a los asistentes diálogo mediante, aunque la vitalidad exhibida sobre el escenario no encontraba respuesta equiparable al otro lado. Situación exacta y al tiempo distinta a la que el regimiento almogávar de Lurte encontraron en su incursión, al contar con un público menor pero muchísimo más entregado y dispuesto a todo. Aunque su inclusión resultaba un tanto desconcertante a tenor de las piezas dispuestas sobre el tablero, las tropas de choque aragonesas despidieron al Iberian con desacomplejada alegría, dispuestos al festejo y a disfrutar sin compromiso ni complejos. Ahuyentando los fantasmas de la tristeza y simplemente deleitándose en los manjares de la vida.

Con la noche en su máximo apogeo sólo quedaba recibir la llegada de las pálidas bestias del norte, el aliento gélido y glacial de la podredumbre. Entombed A.D., superstars de ultratumba regurgitando corrosiva miasma con cada uno de sus temas, sumando canciones como si fuesen las calaveras de los enemigos derrotados y los vítores del público el cántico de los cuervos saciados. Abriéndose camino con el ímpetu de una vida dedicada a la destrucción en masa, los suecos reventaron el espacio tiempo en una vorágine enardecida mientras el público batallaba con saña contra sí mismo. Actitud macarra pero cercana de quienes parecían capaces de arrancar una columna vertebral de un mordisco para después azotar al personal con ella mientras sus temas perforaban el ambiente con la misma intensidad que una hora serrada la carne. Pese a que las presiones del horario obligaron a acortar su setlist, les dio tiempo de sobra a arrasar con todo lo que encontraron y a mearse en las cenizas para asegurarse de que nada volvería a crecer ahí.

El crepúsculo de los dioses proseguía, y tan solo restaban por desfilar unos pocos ídolos antes de la caída.

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Sobre Juan Mari Sauras 56 Artículos
Buscador incansable de experiencias que abran las puertas a nuevos mundos. Nunca hay suficientes libros o música, la frontera de la imaginación siempre puede ir más allá. Obsesionado con los lobos, la noche, lo gótico y demás estereotipos de joven incomprendido. Defensor de los pogos como estilo de vida.