Dead Cross – Dead Cross

Nuestra Nota


9.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 4 de agosto de 2017
Discográfica: Ipecac Recordings / Three One G Records
 
Componentes:
Mike Patton - Voz
Michael Crain - Guitarra
Justin Pearson - Bajo
Dave Lombardo - Batería

Temas

1. Seizure and Desist (2:38)
2. Idiopathic (2:42)
3. Obedience School (2:49)
4. Shillelagh (2:32)
5. Bela Lugosi's Dead (2:33)
6. Divine Filth (2:19)
7. Grave Slave (1:59)
8. The Future Has Been Cancelled (2:17)
9. Gag Reflex (4:21)
10. Church of the Motherfuckers (3:24)

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Dead Cross surgió a raíz de toda una serie de esquemas muy poco prácticos, de planes caídos y de algún que otro experimento musical improvisado de última hora. Los shows fueron programados antes de que la banda escribiera su primera canción. Los fans llegaron incluso antes de que tocaran una sola vez en directo. Estamos ante una creación que nace del más absoluto caos. Después de todo, la banda está formada por artistas que han prosperado dentro de este negocio siendo abanderados de dicho desorden. Mike Patton, Michael Crain, Justin Pearson y Dave Lombardo; un lineup impresionante, expansivo y ecléctico que, colectivamente hablando, se convierte en algo tan feroz como explosivo y, en ocasiones, imprevisible. No son necesarias, ni presentaciones ni individualidades. Los muchachos de Dead Cross destacan por sí solos, como un conjunto, a base de mil y un alaridos infernales, maníacos riffs de guitarra y ritmos brutales.

Otro supergroup… y ya van unos cuantos. Cualquier persona familiarizada con esta moda sabrá que, demasiado a menudo, son sinónimo de algo que parece mucho mejor idea sobre el papel que llevada a la práctica. Pero, en este caso, la cosa cambia, lo que convierte a este, su debut homónimo, en una excepción rara, excitante e impresionante. Este álbum está compuesto por toda una sucesión de explosiones punk y hardcore en su justa medida, pues ninguno de los temas es lo suficientemente largo como para ser demasiado predecible y/o aburrido. Los riffs de Michael Crain (Retox), están a medio camino entre el punk más guarro y sucio de la Bay Area de San Francisco de los años 80, y la matemática más contemporánea y exacta de bandas más actuales, como The Dillinger Escape Plan o Converge. Por otro lado, tenemos a un Mike Patton (Faith No More, Mr. Bungle, Tomahawk, Fantômas) en estado de gracia que sacude nuestras mentes con toda una serie de gruñidos, alaridos y exabruptos como hacia años que no se los escuchábamos. Recordemos que el vocalista original no es él sino Gabe Serbian (Retox, The Locust) quien, con el álbum ya grabado, dejó la banda, de ahí que Patton fuera reclutado para volver a grabar las voces. No se trata, ni mucho menos, de una falta de respeto hacia el resto de componentes pero, para la gran mayoría de la gente, el interés en la banda solo se llegó a despertar al enterarse de que Mike Patton estaba a bordo.

Todo ello está aderezado por los trepidantes bajos freak-noise tan característicamente gruesos de Justin Pearson (RetoxThe Locust) y el siempre efectivo y demoledor Dave Lombardo (Slayer, FantômasSuicidal Tendencies) tras los tambores. El resultado es un álbum que te sitúa como oyente en el epicentro de una gran explosión de la cual es mejor huir, pero que es inmensamente agradable de escuchar. Es como si, aún sabiendo que la onda expansiva de la bomba atómica te alcanzará por muy rápido que puedas correr, no te importara ser un mutante para el resto de tus días. No te engañes y asúmelo; lo mejor es no huir. Lo que realmente mola es plantar la tumbona ahí mismo, quitarse la máscara antigás, tomar un sorbo de aguardiente y dejar que el uranio y el plutonio te alteren, y que tu organismo mute para siempre.

Dead Cross, por momentos, me recuerda a algunas bandas hardcore de la vieja escuela como Dead Kennedys o Bad Brains, al tiempo que crea un matiz completamente único y singular, con una personalidad propia, pues han elegido no replicar ese sonido tan casero de dichas bandas. De hecho, el álbum suena extraordinariamente nítido y dinámico. De las diez canciones, ocho duran menos de tres minutos pero, aún así, cada una de ellas se te mete a través de las vena; son, más bien, diez chutes en toda regla. La voz de Patton te explota en toda la cara, con esos maníacos gritos entrelazados con una voz, por llamarla de alguna manera, algo más operística. Este enfoque me recuerda enormemente a su colaboración con los anteriormente citados chicos de The Dillinger Escape Plan en Irony Is a Dead Scene (2002), pero con un ataque más directo, obsceno y, si se me permite la expresión, pornográfico.

Toda esta impía sucesión hardcore, recordemos que nos llega de la mano del productor estrella del nu-metal Ross Robinson (KoRn, Slipknot, Limp Bizkit), quien se las ha arreglado para evitar saturar todo demasiado. Todos, incluido el propio Robinson, tienen una mentalidad musical abierta y sin miedo. Sus currículos colectivos, definitivamente, reflejan eso.

El todo terreno Lombardo pone en órbita todos y cada uno de los cortes de este álbum. Sus frenéticos ritmos y redobles impulsan pistas como «Idiopathic» o «Obedience School»; los momentos de descanso son, cuanto menos, fugaces, pues estos muchachos no son muy propensos que digamos a eso de ralentizar la cosa. «Shillelagh» peca quizá de ser poco original, pero posee una energía que promete dejarte echo polvo si te pilla en medio del «pogo»; la visita al quiropráctico está garantizada. De igual manera, «Gag Reflex» gana en intensidad a medida que avanza, pasando de un tono inicial un tanto aburrido, a algo a medio camino entre una rabia incondicional y algo que, perfectamente, podría dejarte con los huesos molidos. Aún así, se me antoja como el tema más flojo del álbum. «Church of the Motherfuckers», tema que cierra el álbum, viene de la mano de un ritmo tribal muy post-metal e incluso cercano al doom de bandas como Isis o Neurosis; todo un frenesí para nuestros oídos.

El momento más diverso del disco viene con la versión del clásico de Bauhaus «Bela Lugosi’s Dead», una pista oscura y misteriosa que se desvía del asalto sónico de la banda y desacelera ligeramente el ritmo antes de que vuelvan a correrse en nuestros oídos con el trallazo «Divine Filth».

La adición de Patton al combo podría explicar la singularidad del propósito de la banda. Nos muestra su habilidad para alternar su tono con un gusto exquisito, a través de una gran cantidad insana de variaciones y técnicas de canto. Mientras que él y Lombardo ya exploraron una gran variedad de sonidos con los inclasificables Fantômas, y The Locust se dejaron llevar por sus originales asaltos sonoros, Dead Cross son básicamente una aventura que te sumerge directamente en el hardcore-punk puro y duro. Buen ejemplo de ello es la maníaca «Seizure And Desist», primer single, toda una sucesión de gruñidos y gritos dentro de una escala en la que solo está Mike. «Grave Slave» es también un claro ejemplo de esa versatilidad que atesoran sus cuerdas vocales, en la cual se mezclan gritos que para él no son nada (¡Pistolero! ¡Pistolero! ¡Pistolero!) con otras exclamaciones mucho más primitivas y extrañas… incluso para él.

El término punk ha sido violentamente maltratado y apaleado. Ya no estamos en 1977 y quizá ya no esté tan de moda, pero si alguien ha de reclamar dicho término, ese trono, quizá esos sean Dead Cross. En poco menos de media hora la banda nos trae todo un muestrario de lo que ha de ser esta música, insuflando algo de oxígeno al género, con esas frecuentes explosiones de intensidad, ira y de crítica política, dejando un poco aparcado el experimentalismo que uno podría esperar de este trabajo al observar a sus autores.

Para ser sincero, he de reconocer que me he divertido mucho escuchando y analizando este trabajo. Es, en mi opinión, un disco que quizá mucha gente no se tome demasiado en serio, aún teniendo en cuenta que no tira hacia terrenos, ni paródicos ni aburridos. Es maníaco, agresivo, diverso, pegadizo y muy, pero que muy adictivo. Es caótico porque sí. Es brutal porque sí. Es genial porque sí.

Esto es un WTF! en toda regla. Estamos ante un trabajo muy sólido que, si bien no creo que contenga ningún clásico contemporáneo, está repleto de momentos muy cool. Confiad en mí. No os va a decepcionar. ¡Pero sin presiones, oiga! Ser repetidamente golpeado y violado nunca ha resultado tan divertido.

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 529 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.