Crónica y fotos del concierto de Chaos Before Gea + Last Dissonance - Sala Rocksound (Barcelona), 24 de noviembre de 2018

Chaos Before Gea + Last Dissonance: crónica interna de un éxito (quizás) inesperado

Datos del Concierto

Bandas:
Chaos Before Gea + Last Dissonance
 
Fecha: 24 de noviembre de 2018
Lugar: Sala Rocksound (Barcelona)
Promotora: Science of Noise
Asistencia aproximada: 90 personas

Fotos

Fotos por Josep M Llovera / Guillem Willy

Pues fíjate tú que, como quien no quiere la cosa, los de Science of Noise ya llevamos dos fiestones en cosa de tres meses, y los dos se han contado como éxitos incontestables. No es que ahora nos vayamos a pasar a la promoción de conciertos (aunque más de uno en el equipo se muera de ganas de ello), pero no hay duda que esto de montar eventos (¡y que funcionen!) es divertido de cojones y te pone la moral y la adrenalina por las nubes. Ya lo comenté cuando petamos el Rocksound en la fiesta de aniversario que celebramos en agosto: una cosa es sentir el aprecio y el reconocimiento de la gente con clicks y likes en redes sociales, y otra muy distinta levantarlos de la silla y sacarles el dinero de los bolsillos. Así que vamos, que estamos extremadamente agradecidos por ello.

Lejos de animarme a escribir una crónica al uso (entre otras cosas porque ni tan siquiera vi los conciertos completos, por desgracia), me centraré en contar todo lo contable sobre como se vive desde dentro y en persona un fregado así, con todos los temores y alegrías que eso supone. Seguro que muchos de vosotros ya habéis montado conciertos de mayor o menor tamaño, y de hecho sabéis que una vez pillado el tranquillo (y sobretodo si tiras de salas que te ofrecen todo el equipamiento), tampoco se necesita una ingeniería aeroespacial para ello, pero detrás de cada uno de estos eventos siempre hay una historia. Y como a mí me gustaría concocerlas todas (que al final estas cosas son las que molan de verdad), daré ejemplo contándoos la historia de este concierto.

Todo empezó cuando, hace unos cuantos meses, desde Blood Fire Death nos hicieron llegar el último CD de Chaos Before Gea para que, si nos gustaba, y al igual que hacemos con muchos otros discos, lo reseñáramos y los entrevistáramos. El criterio de esta agencia suele ser muy de fiar, pero en esta ocasión la cosa superó todas las expectativas: lo recibí en mi casa, abrí la carta que lo contenía en el ascensor e, inmediatamente, supe que lo que había ahí dentro me iba a gustar de la leche. Los malagueños ya habían estado un par de veces en Barcelona, pero a mí no me sonaban más allá del nombre. Y la escucha de ese Chronos me supuso todo un impacto que me dejó temblando. Lo que me pareció este trabajo lo podéis leer extensamente aquí, así que no me voy a repetir, pero si que me gustaría reiterar que, en mi opinión, se trata del disco nacional (y vete a saber si de más allá) que ha parido este 2018.

Más allá de esa apasionada y devota reseña también hicimos la entrevista prometida (aunque por esos entonces aún no estaba tan flipado con el disco como he llegado a estarlo más tarde) y, en mis conversaciones posteriores, envalentonado y henchido de pasión por estos tales Chaos Before Gea que acababan de irrumpir en mi vida, le comenté a Pau Navarra (el hombre detrás de Blood Fire Death) que si tenía pensado traerlos a Barcelona algun día nos lo hiciera saber, que según y cómo (quizas… vete a saber… de una forma u otra….) nos interesaría meternos en el fregado.

Bien, pues pasaron los meses y por el camino montamos la celebración de nuestro primer aniversario junto a Born in Exile y Kai Mars. Esa noche resultó ser un exitazo tremendo, con conciertos geniales, un Rocksound a rebentar (menos de diez entradas nos quedaron para el sold out), más regalos de los que fuimos capaces de sortear sin hacernos pesados (gracias a todos los que nos inundaron de ellos, de verdad) y un Kararocker posterior absolutamente memorable. Ese fue uno de esos días en los que nos hicimos mayores, y creedme si os digo que a partir de entonces hemos sentido como mucha más gente nos miraba con mucho más respeto.

El tiempo pasó, y nosotros decidimos aparcar el montaje de fiestas hasta que llegara nuestro segundo aniversario el verano que viene (donde, spoiler alert, la vamos a liar pardísima). Pero hacia el final del verano recibo un email de Pau (que también había estado en esa primera fiesta, de hecho aportó un pedazo de lote de CD’s de puta madre) diciéndome que Chaos Before Gea va a estar presentando su disco por la península durante este otoño, y que si nos gustaría «montar una fiesta de esas que montáis vosotros» y hacernos cargo de traerlos. Además, los astros se alinearon y, al cabo de pocos días, nos enteramos que la fecha del sábado 24 de noviembre quedaba sorpresivamente libre (debéis saber que los fines de semana en Rocksound están reservados con varios meses de antelación). Así que… ¿Qué? ¿Nos animábamos?

Aunque esto de montar una fiesta es todo un curro (que además, no es el nuestro), y ante una rápida deliberación por parte de nuestro núcleo duro, decidimos tirar para adelante. Puestos de acuerdo con Chaos Before Gea y con la sala, quedaban dos detalles: convencer a Kararocker para que de nuevo fueran protagonistas del fin de fiesta (algo que nosotros consideramos casi imprescindible, porque el fiestón que generan no lo genera un pinchadiscos ni en mil vidas), y buscar un telonero con empaque para que el cartel quedara tan redondo y atractivo como fuera posible. Lo primero costó poco cerrarlo: entre la amistad que nos une con ellos y el buen recuerdo de la otra vez, quedamos de acuerdo en un pis pas. Lo segundo, por supuesto, fue bastante más complicado.

En un primer momento el segundo spot estaba reservado para Angoixa, la banda de nuestro compañero Robert Garcia, que son unas bestias, acaban de sacar un disco que es una pasada y en directo son la leche. Al final la cosa no acabó cuadrando por tema de timings (y porque han recibido una oferta para presentarlo que lo va a petar muy en serio), así que nos decantamos por los barceloneses Last Dissonance, que ya habíamos visto en directo en un par de ocasiones y cuyo EP nos gustó mucho. Y a pesar de las dudas a nivel de capacidad de convocatoria que nos pudo suponer el hecho de que tocan cada fin de semana en un sitio u otro (lo que es prueba de su calidad y de sus capacidades sobre un escenario), concluimos que iban a ser una opción excelente para abrir la velada y que, además, le pegan bien a nuestro cabeza de cartel.

Para cerrar las colaboraciones, nuestro compañero Joan Calderon tuvo la brillante y súbita idea de contactar con la gente de HCXHC (Hardcore Hits Cancer, por si no los conocéis aún) para ver si querían venir a montar una paradeta solidaria que diera visibilidad y soporte a su admirable proyecto, algo con lo que estuvieron inmediatamente de acuerdo (lo que es otro honor, viendo la de propuestas que habían para ese día y que HCXHC ya son bastante conocidos). Así que solo quedaba diseñar un cartel bien majo (ante lo cual nuestro compañero Rubén de Haro desplegó todo su talento como diseñador e hizo gala de la más jobina de las paciencias ante los infinitos cambios que le pedimos – sobretodo yo -) y ponernos a mover la cosa.

Hasta aquí todo ha sido muy bonito y muy ilusionante, pero ahora viene el momento de enfrentarse a la dura realidad: anunciar un tinglado así, no, y reitero, NO significa que la gente corra a comprar entradas a lo loco. De hecho, durante los primeros días después del anuncio no la compró nadie (nadie, cero, niente,…), y a medida que pasaban las semanas ese número no creció, digamos, demasiado velozmente. De hecho, y aunque yo soy un tío irritantemente optimista (a veces, de forma incluso irreal) llegué a dudar muy seriamente de que montar esta fiesta hubiera sido una gran idea: en plena temporada alta de conciertos, con un montón de propuestas interesantes ese mismo día (unas cuantas a las que habríamos ido nosotros mismos) y hasta el cuello de trabajo como revista (este noviembre, amigos, y si no nos hemos descontado, hemos llegado a cubrir hasta 35 conciertos, y yo, personalmente he llegado a irme a Zaragoza y a Vitoria a saciar mis ansias de interés periodístico). Y mira que el resto de mis compañeros me insistía constantemente en que iba a funcionar seguro, pero secretamente estaba convencido que no tenía nada de buena pinta la cosa.

Y bueno, a los hechos me remito, que no es que mis temores vinieran de la nada: quizás porque ya no se trataba de la novedad que fue la primera fiesta (en la que vinieron muchos amigos que, incluso, no tenían un interés real por las bandas), quizás porque íbamos de culo y no habíamos hecho tanta promoción, quizás por la competencia feroz en forma de decenas de eventos, quizás porque las bandas, aunque bandones, eran más extremas y menos conocidas en el entorno barcelonés, o quizás porque había menos concursos (en esta ocasión «solo» sorteamos camisetas gentileza de Century Media y toallas del Rock Fest gentileza de Rock N Rock, -¡muchas gracias a los dos! 🙂 -), pero el hecho es que llegamos a la misma mañana del concierto con 19 tristes entradas vendidas. No hablaremos de números, pero ya os podéis imaginar que para cubrir necesitábamos bastante más que 19 entradas, así que, esperando lo peor, salí de casa con unos cuantos billetes extra para compensar el posible batacazo y poder pagar a las bandas y a la sala.

La cosa no mejoró cuando, a medida que avanzaba la tarde, unos cuantos compañeros de la revista cancelaron su presencia por culpa de viscicitudes varias, Chaos Before Gea (que venían de tocar la noche anterior en Almería) nos dijeron que llegaban una hora y pico tarde por culpa de un incidente (menor) con la benemérita y, cuando ya lo teníamos todo preparado a toda prisa, la apertura de puertas se retrasó algo más de una hora. Además, llegadas las 21:00 (hora de la teórica apretura) la expectativa a las puertas de la sala era tirando a pobre (sobretodo si lo comparamos con el concierto de agosto). ¡Y además había fútbol! (que parece que es algo totalmente decisivo de cara al éxito o fracaso de un concierto). Que vamos, que habíamos venido aquí a disfrutar y a pasarlo bien entre amigos, y creedme que lo haríamos aunque estuviéramos nosotros solos, pero que todo apuntaba a triste batacazo.

Pero ah. Esto de los conciertos es todo un misterio, ya que fue abrir las puertas alrededor de las diez de la noche y, ante mi sorpresa, ver como la gente empezaba a entrar a borbotones. ¡Y casi nadie tenía entrada! De hecho, vino tanta, que durante el conciertazo que se pegaron Last Dissonance (que un año atrás en Granollers estuvieron bien, pero joder, con la práctica han mejorado lo suyo) la sala presentaba ya un ambiente fantástico, prueba de que a pesar de tocar en todos sitios, su capacidad de convocatoria sigue verdaderamente intacta. Y ellos respondieron con creces, con un concierto lleno de energía y agresividad que demuestra que son una de las promesas más firmes del «metal moderno» (¿les podemos llamar así?) barcelonés. Anclados en el death metal melódico pero con toques de groove metal y de metalcore, se dejaron ir también con una muy buena versión de Parkway Drive, y creo que no miento si digo que convencieron a todos los que se reunían en la sala.

No había tanta gente como en agosto, no (Born in Exile ya es una banda con un tirón importante, aquí. Y se merecen que así sea), pero había suficiente cantidad como para cubrir lo que se tenía que cubrir, e incluso un poco más (un extra que, en nuestras ansias capitalistas nulas – así no llegaremos a ningun sitio – , acabamos repartiendo a partes iguales entre las dos bandas y los chicos de Hardcore Hits Cancer). Al final acabamos siendo casi 100, una cifra magnífica (y para mí inesperada) que llenaba tres cuartos de Rocksound y generaba un ambiente de puta madre sin llegar a estar agobiado. Salvando las obvias distancias, los compañeros de la revista nos mirábamos unos a otros con chirivitas en los ojos (algunos con cara de «ya te lo dije, hombre de poca fé») y no podíamos evitar sentirnos un poco como cuando Juan Antonio Muñoz (el jefazo de Madness Live) se paseaba en una nube por la pista abarrotada del Wanda Metropolitano madrileño justo antes de que Iron Maiden salieran a rebentarlo este verano: la gente se lo estaba pasando pipa, y aunque eran las bandas las que lo conseguían, por supuesto, también era en parte gracias a nosotros.

En el cambio entre bandas hicimos los sorteos de rigor, un total de nueve: tres camisetas bien variadas de Deicide, Sick of it All y Belzebous y seis toallas del Rock Fest que a todo el mundo le encantan. Así que había un 10% de posibilidades que tocara, lo que no está nada mal. De hecho les tocó a unos cuantos conocidos, y entre ellos, mi pareja tuvo la gran suerte de llevarse una camiseta enorme de Deicide que ya os garantizo que nunca se pondrá (pero alguien en casa ya lo hará, eso también os lo digo :-)). Regalar cosas es divertidísimo, y a todo el mundo le gusta ganar algo. De hecho, solo por esos momentos en que alguien aparece desde la última fila con los brazos en alto gritando «¡yo! ¡yo!» ya vale la pena todo esto.

Llegaba el momento para que los malagueños Chaos Before Gea saltaran al escenario, y con ellos la locura se apoderó de la sala: potentísimos, agresivísimos, activísimos y siempre con una sonrisa en la boca, el quinteto liderado por el animal escénico que es XXX (y que estuvo más rato en la pista que sobre las tablas) rebentó la cabeza a todos. Personalmente (y aunque por desgracia no pude ver su concierto completo), disfruté especialmente de los temas de Chronos y de los momentos más emotivos de la noche, como cuando Adrián, ex-guitarrista y miembro fundador de la banda, agarró una guitarra para tocar un tema con ellos y fue llevado en volandas alrededor de la pista, o cuando para culminar el buen rollo que existe entre las dos bandas, Gerard Rigau de Blaze Out también se subió a cantar una coplilla.

Buena prueba de lo que lo petaron los amigos de Chaos Before Gea es que, cuando fui en busca de mi camiseta de ultra fan, me quedé con un palmo de narices con mis euros en la mano porque ya no les quedaba nada de mi talla. Gente: los malagueños se marcaron un bolazo, son buenísimos y les deberíais pegar un escucho todos y cada uno de vosotros. Este verano estarán en el Rock the Coast por derecho propio, y espero sinceramente que lo peten al máximo, tanto allí, como en el resto de bolos que den en todos sitios. ¡Y además son simpáticos y todo! Promotores del mundo, no lo penséis más: contratad a estos tordos que os garantizo que os pondrán el lugar patas arriba.

A día de hoy, y después de dos años estando ahí mes tras mes (y con presencia destacada en el Rock Fest desde hace ya tres ediciones, por ejemplo), el Kararocker ya se ha convertido en un evento con suficiente empaque como para llenar Rocksound por sí solo. De hecho, fue ahora cuando vino más gente, y hubo momentos en que aquello estaba verdaderamente a rebentar. Y es que la magia de un karaoke es increíble. El hecho de que alguien se suba a un escenario para cantar (mejor o peor, y normalmente siempre es mejor) genera una especie de sinergia entre el público que hace que todo el mundo se sienta partícipe de ello. Además, hay una cierta anarquía que permite que quien quiera suba y baje cuando le apetezca o se sienta motivado a ello, ya sea agarrando micrófono, guitarra hinchable o sencillamente mariposeando por allí. Dos de los que se lo hicieron suyo fueron el vocalista de Chaos Before Gea y nuestro compañero Rubén de Haro, que tiene un chorro de voz que nadie lo diría, y que había un momento que parecía que no lo sacaban del escenario ni con agua caliente, al tío.

Y como suele ocurrir con estas cosas, en el momento más álgido, cuando todo el mundo estaba más on fire, llegó la hora de cerrar, y la verdad es que se me hizo muy corto (quizás, porque efectivamente fue corto). Las caras de felicidad de la gente, de las bandas y de nuestro equipo lo decían todo: esta segunda fiesta había sido, otra vez, un exitazo, lo que nos anima a ver qué tinglado podemos montar para la tercera, que ahora sí que no esperamos que ocurra antes del verano que viene. ¡Siempre que no nos llegue una propuesta irrechazable de por medio, claro!

Y bueno, dicho todo esto, pues que las bandas estan muy bien, el Kararocker está muy bien, los regalos están muy bien, y la sala y el público están muy bien, pero la principal (y quizás única) razón por la que montamos todo esto es porque detrás de Science of Noise hay una veintena larga de tíos (y especifico «tíos», porque en serio que esto es un campo de nabos a día de hoy – chicas, welcome! -) que nos lo curramos un montón, estamos motivadísimos en hacernos cada día mejores y, con la coña, nos hemos hecho bastante amigos. Y así, esto de publicar cuatro o cinco artículos diarios, cubrir una docena de conciertos por semana o dormir algo menos de lo que deberíamos no es un sacrificio, sino un puñetero placer. Empezando por los dos fotógrafos brutales que son Josep Maria Llovera y Guillem Willy (cuyas fotos ilustran esta «crónica»), y siguiendo con todos y cada uno de los demás, ¡muchísimas gracias a todos!

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Sobre Albert Vila 952 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.