The Faceless – In Becoming a Ghost

Nuestra Nota


8.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 1 de diciembre de 2017
Discográfica: Sumerican Records
 
Componentes:
Ken "Sorceron" Bergeron - Voz
Michael "Machine" Keene - Guitarra, bajo, voz, teclados, vocoder, programación, secuencias
Justin McKinney - Guitarra
Chason Westmoreland - Batería

Temas

1. In Becoming a Ghost (1:00)
2. Digging the Grave (5:12)
3. Black Star (5:38)
4. Cup of Mephistopheles (5:29)
5. The Spiraling Void (5:27)
6. Shake the Disease (5:42)
7. I Am (5:56)
8. Ghost Reprise (1:00)
9. (Instru)mental Illness (2:20)
10. The Terminal Breath (4:58)

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Qué poca vergüenza que tienen estos tipos, la verdad. Qué forma de faltar al respecto a los fans. Putas rockstars. Después de cancelar su gira por Australia, de ser despedidos por su manager y de presentar excusas sobre equipos robados y retrasos en los vuelos, The Faceless no hicieron otra cosa más que cancelar giras durante el pasado año 2017, y no era la ni la primera… ni la segunda… ni la tercera… ni la cuarta vez que los de Encino (California) cancelaban una gira. Las malas lenguas aseguran que se pasan más tiempo pidiendo disculpas por cancelar shows incluso diez minutos antes de su inicio (literal), que ensayando en el local. Madre, qué de recuerdos me vienen a la cabeza al rememorar esa penosa pero, eso sí, ambiciosa primera edición de Knights of Metal de Barcelona del pasado año. Cómo iban cayendo las confirmaciones, qué manera de desinformar, por Dios. Eh, pero ahora resulta que la culpa no era del todo de la organización. Les daremos una segunda oportunidad, pues… o no.

A lo que iba. Si eres promotor, ¿por qué molestarte en contratarles? Si eres manager, ¿por qué perder el tiempo con ellos? Lo que Michael Keene (guitarra principal, bajo, voces limpias, teclados, vocoder (que he tenido que buscar qué coño es; haced lo mismo, perros), programación, secuencias) necesita no son más palmeros, sino ayuda seria. Tiene todo el talento del mundo, pero es un impresentable.

Qué poca vergüenza que tienen estos tipos, la verdad. Qué forma de faltar al respecto a los fans. Putas rockstars. ¿Pues no se han cascado un pedazo de disco que te cagas? Vale, quizá no es el disco que los más puristas estábamos esperando pero, aún así, aún habiéndose alejado un poco de la senda del death más death, tras parecer haber abrazado un poco más el metal más técnico y progresivo, el cuarto y esperado disco de estudio de The Faceless, In Becoming a Ghost (2017), es de notable alto… muy, muy alto. Tras tan larga espera, pues su anterior trabajo, Autotheism, vio la luz nada más y nada menos que en agosto de 2012, es de agradecer que estos impresentables nos hayan regalado tan notable composición.

Y además, estamos de enhorabuena por partida doble, o triple, pues no solo estamos ante un brillante y original trabajo, sino que tenemos (oh, sorpresa) nuevos componentes. El nuevo vocalista Ken “Sorceron” Bergeron (Abigail Williams, Bro Jovi, Chrome Waves) sustituye a un Derek Rydquist (Bereft, John Frum) testimonialmente presente en el tema «The Spiraling Void», ya que fue el primero que grabaron hace ya más de dos años. Por otro lado, tenemos al mago de la guitarra, Justin McKinney (The Zenith Passage), y a Chason Westmoreland (Burning The Masses) aporreando parches a una velocidad abismal. El quinteto ahora es cuarteto.

Debido a tanto cambio y tanto “mamoneo”, creo que es de recibo decir que esta nueva entrega discográfica mantiene, en esencia, el mismo estilo estructural que encontramos en Autotheism aunque, desafortunadamente, no se asemeja, ni de coña, al estilo de sus dos primeros álbumes, Akeldama (2006) y Planetary Duality (2008), ambos considerados por los expertos (de esos tenemos unos cuantos aquí, en la redacción de Science of Noise) obras magistrales dentro de la complejidad de un género como el technical death metal, por otro lado, cada vez más de moda. Mit freundlichen Grüßen, Obscura.

La otra novedad principal que encontramos radica en la sección de cuerdas, impresionante, gracias a un Michael Keene que se encargó de grabar, no solo las guitarras, sino también las líneas de bajo. Debido al nuevo sonido por el cual han optado, diré que, si bien el bajo suena potente y embaucador, las guitarras de sus anteriores trabajos suenan bastante mejor. Ojo, hay líneas de guitarra impresionantes, como en «Digging the Grave» que, para desgracia mía, no es una versión del clásico de Faith No More, y «I Am». Brillantes, sí. Bien ejecutadas, también… pero poco novedosas. Los solos mantienen el estilo, en ocasiones, tan distinguible de Keene. Esto es: muchas notas agudas sostenidas que, en general, no decepcionan. Hay mucha emoción en ellos, pero lo que más destaca es el bajo, actuando con un instrumento más y no solo como acompañamiento de las guitarras. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en la instrumental “(Instru)mental Illness”. Las voces, como suele ser habitual, se dividen entre limpias y guturales, y en In Becoming A Ghost hay más énfasis en el canto limpio que nunca. Destacaría, por encima del resto, las voces limpias (efectos incluidos) de la canción «The Spiraling Void», con claras reminiscencias a su trabajo anterior; no en vano, este tema se grabó, como ya os anunciaba más arriba, en el 2015. A modo de anécdota, me gustaría decir que me encanta como suena el solo de flauta en «Digging the Grave”, grabado por Sergio Flores, quien también metió unos cuantos saxofones en su anterior álbum. Sí, así es: solos de flauta y saxofones en unos discos de death.

Las cosas son, ciertamente, diferentes esta vez, ya que el álbum se abre con la canción que da nombre genérico al álbum, «In Becoming A Ghost», que es una introducción interesante que me recuerda a un poco a un cruce entre las bandas sonoras de Friday the 13th (1980) y la obra del gran Danny Elfman. La pieza, que dura un minuto escaso, te trae en bandeja la siguiente canción, «Digging the Grave» y a su adictivo riff. Es pesado, disonante y (muy) caótico, para el deleite de los fans de la banda. Però, aproximadamente hacia la mitad, las cosas se ralentizan y Keene rompe con algunas voces limpias, toques estos que siempre le añaden una textura diferente al sonido. ¡Ojo cuidao,que hay un puto solo de flauta en esta pista! ¡Hola, Ian Anderson! Tras una intro y un tema, podemos aventurarnos a decir que In Becoming a Ghost, definitivamente, tiene una sensación más progresiva que su anterior trabajo. «Black Star», tercer tema, tiene una sensación muy por esa senda, tope de progresiva, gracias a que mandan las voces limpias.

Este es su álbum más largo hasta la fecha. La mayoría de las canciones duran más de cinco minutos. A lo largo de sus cuarenta y dos minutos percibimos esa nueva dirección que ha tomado la banda y hacia la que se dirige el álbum, mucho más artística que en sus obras anteriores. Hay más experimentación, más orquestación, y todo fluye armoniosamente entre los cientos de riffs. Se me antoja que hacer esto, y hablo desde la más profunda de las ignorancias, ha de ser difícil de unir, pero Keene y McKinney hacen un trabajo de gran calidad, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta su calidad como músicos.

El lunar de este trabajo, que creo que lo tiene, es la rematadamente teatral y tecnificada “Cup of Mephistopheles”, que me suena más a relleno que a otra cosa; Jack Skellington meets Satan. Me resulta incluso algo cursi. Tanto la pista inicial y la final también son de relleno, aunque les encuentro sentido.

Mención aparte merece la versión que se marcan del clásico de Depeche Mode «Shake the Disease». Es pegadiza, dura y atronadora. Quizá sea la canción más pesada del álbum, pero es posible que mucha gente la considere, también, de relleno. ¡Pues estamos apañados! Si al álbum le quitas la intro, la outro, la cosa esa del demonio del folclore alemán y esta versión, nos queda un EP la mar de apañado, oiga. Sin embargo, las otras canciones son matadoras. La precisión y la versatilidad en «I Am», por ejemplo, la convierten en mi pista favorita; es una gran combinación de sus raíces, rápidos y complejos riffs, y de su nuevo “yo”.

En general, estamos ante un álbum muy sólido de The Faceless y un sucesor muy digno de Autotheism. No es tan bueno como sus primeras dos obras, pero tiene su estilo, su precisión, su ferocidad y, sobre todo, su dinamismo. Creo que les abrirá las puertas para que nuevos fans se suban al carro de The Faceless sin espantar demasiado a los fans más old school. Las bandas cambian con el tiempo y eso es inevitable. Bienvenidos de nuevo, The Faceless. Mente abierta, copón… que hasta te han colado un solo de flauta y ni te has enterado.


NOTA: creo que me quedo con la versión original de Depeche Mode

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 528 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.