Steven Wilson – To the Bone

Nuestra Nota


7.5 / 10

Ficha técnica

Publicado el 17 de agosto de 2017
Discográfica: Caroline International
 
Componentes:
Steven Wilson - Voz, guitarra, bajo, piano

Artistas invitados:
Ninet Tayeb – Voz, coros
David Kollar – Guitarra
Paul Stacey – Guitarra
Nick Beggs – Bajo
Robin Mullarkey – Bajo
Adam Holzman – Piano, clavinet, órgano, Solina String Ensemble
Craig Blundell – Batería
Jeremy Stacey – Batería
Pete Eckford – Percusión
Mark Feltham – Harmónica
Sophie Hunger – Voz
Jasmine Walkes – Voz
David Kilminster – Coros
Dave Stewart – Arreglos de cuerdas
The London Session Orchestra – Cuerdas
Synergy Vocals – Coros
Paul Draper – Secuenciador

Temas

1. To the Bone (6:41)
2. Nowhere Now (4:03)
3. Pariah (4:46)
4. The Same Asylum as Before (5:14)
5. Refuge (6:43)
6. Permanating (3:34)
7. Blank Tapes (2:08)
8. People Who Eat Darkness (6:02)
9. Song of I (5:21)
10. Detonation (9:19)
11. Song of Unborn (5:55)

Multimedia





Escucha y compra

Este disco en Amazon: Steven Wilson – To the Bone
Todos los discos de Steven Wilson en Amazon


Lo confesaré: nunca he sido especialmente fan de la carrera de Steven Wilson en solitario. Sí que me gustaban Porcupine Tree, y tanto. De hecho llegaron a gustarme mucho, y tienen temas que considero absolutamente impresionantes y que pondría en cualquier CD recopilatorio a llevarme a una isla desierta («Heartattack in a Layby», ¡hola!). Pero la carrera de Steven en solitario, ni tan siquiera la colaboración con mi admirado y querido Mikael Akerfeldt en Storm Corrosion, nunca me había dicho demasiado nada, quizás porque inconscientemente me la tomaba como un obstáculo para una reunión del árbol puercoespín que, vamos a aceptarlo, parece más lejos que nunca (incluso Colin Edwin lo duda).

Todo eso cambió una noche de verano en el Poble Espanyol en la que, motivado tras ver a unos Opeth que, sorprendentemente, no me acabaron de emocionar del todo, me encontré casi por inercia ante el concierto del señor Wilson. Y amigos, joder. Pocas veces he llorado en un concierto, y no porque no sea algo sensiblón, pero lo que viví ese día, con la delicadeza y el magnetismo de Steven y su banda, con las fantásticas y dramáticas proyecciones (pobre actriz, debió acabar de rodar todos los clips absolutamente devastada) y con la calidad, la elegancia y la precisión con que todo transcurrió ante mis ojos, me dejó, perdonad por la rudeza, con los cojones en el suelo. Sin conocer la mitad de los temas acabé tan impresionado que no dudé en catalogarlo, posiblemente, como mi concierto favorito de 2016.

Y evidentemente, desde ese momento mi percepción de la música de Steven cambió. Las canciones de Hand. Cannot. Erase. (2015), protagonistas destacadas de esa noche, tomaron una luz completamente distinta a mis ojos. La maravillosa «Routine» se convirtió en una de mis canciones favoritas de toda la discografía de Steven (sí, sí, incluido Porcupine Tree) y digamos que pasé a esperar con cierta expectación este nuevo álbum que sirviera de excusa para una nueva gira del músico británico.

Debo confesar que este To the Bone (2017) me ha desconcertado bastante. Para empezar, y por supuesto, quién busque nada ni más remotamente cercano al metal ya puede ir desfilando. Esto era de esperar, por supuesto, pero lo que no era tan de esperar es que hubiera tantos puntos de alegría y de luminosidad en contraste a la desesperada melancolía a la que nos tiene habitualmente acostumbrados. Si bien la mayor parte de este disco es una mezcla de rock progresivo mayormente tranquilo con algunos toques de shoegaze o post rock y más de un flirteo con la electrónica y con sonidos particularmente ochenteros, aquí y allá hay algún que otro tema que sorprende y a lo mejor hasta desentona, acercándose a una cierta accesibilidad y ligereza que desconocíamos y que casi coquetea con el indie rock / pop y (miedo de palabro) el mainstream.

La cosa empieza muy bien con «To the Bone» y «Nowhere Now», dos temas bastante típicos de Steven (aunque la voz telefónica del primero no puede dejar de recordarme al «Let’s Have A Kiki» de Scissor Sisters), pero el primer gran highlight viene con la preciosidad que es «Pariah». Este tema, al igual que otro que encontraremos más adelante y que un par en Hand. Cannot. Erase. (2015), cuenta con la impagable colaboración de la vocalista israelí Ninet Tayeb. Su voz áspera, cálida y voluptuosa resulta ideal para hilvanar las melodías y la dulce ambientación que hacen de esta canción una de las más memorables del disco.

«The Same Asylum As Before» empieza con una guitarra muy enérgica y una melodía vocal apasionada y casi glam. Al cabo de unos minutos acaba desembocando en un elegante tema de rock progresivo que me recuerda a los Genesis setenteros, con algún toque intermedio más agresivo y cercano al rock alternativo. «Refuge» es un crescendo de manual: empieza intimista y tranquila, y poco a poco va incorporando capas e intensidad hasta que llega a su máximo apogeo alrededor del minuto cinco, momento en que la música se para por completo para dar lugar a una atmosférica outro de piano y harmónica. De momento, todo muy bien. No espectacular, quizás, pero muy bien. Pero aquí empieza el desconcierto.

La energía y el groove de «Permanating» nos llega totalmente por sorpresa después de la intimidad con que vivimos el tema anterior. Si me dices que este tema pertenece a Coldplay o a cualquier banda que lo pete en el tan temido mainstream, me lo creo a pies juntillas. Melodía vocal beatliana y pegadiza; ritmo rápido, sencillo y bailable; coros, arreglos y truquitos de hitazo pop; tres minutos y medio de single radiable de manual; fade out de salida… ¿Estamos ante el intento de Steven de saltar a las listas de éxitos y a los festivales de hipsters? No puedo decir que el tema me convenza del todo, la verdad, más bien al contrario, pero no seré yo quien ponga en duda el acierto o no de lanzarse por esos derroteros.

«Blank Tapes» nos envía de nuevo al intimismo, y lo hace con la presencia otra vez de Ninet. En esta ocasión la colaboración sirve para contruir un tema mucho más corto y directo, casi un interludio a través de un bonito dueto de voces acompañadas de un piano y algunos arreglos sencillos. Un pequeño break, ya que «People Who Eat Darkness» es otro de los temas más dinámicos del disco. Tiene un cierto aire garajero y, de nuevo, un generoso deje a The Beatles, aunque esta vez vienen musculizados y energizados, en una suerte de revisión del brit pop que hizo furor en los noventa. Aunque es un tema un poco extraño, también es muy disfrutable y ni mucho menos me da la sensación que desentone como lo hacía «Permanting». Las sorpresas continúan con «Song of I», un tema muy atmosférico que me recuerda a unos Depeche Mode cálidos y souleros y que cuenta de nuevo con la ayuda de una voz femenina, en este caso la de Sophie Hunger. Una ambientación sinuosa y orientaloide y un cierto aire trip hop noventero hace de este tema una escucha realmente interesante.

«Detonation» es el tema más largo del disco con mucha diferencia, alcanzando casi los diez minutos durante los que se alternan partes lentas y susurrantes llenas de samplers electrónicos y efectos de voz con pasajes más rockeros, ligeros y bailables, ayudándose de bongos, coros pop, toques funk y jazz y alguna guitarra un poco más pesada. Todos estos pasajes se animan uno a otro hasta alcanzar un final tímidamente apoteósico, construyendo un tema sin duda interesante y variado, aunque no tengo claro que necesitara de tanto minutaje para dar el mismo efecto.

Después de tanta sorpresa y sensación de no saber bien dónde estábamos, la final «Song of Unborn» nos devuelve a un sitio más familiar. Aquí reconocemos 100% al Steven Wilson triste, reflexivo y evocador de The Raven That Refused to Sing (And Other Stories) (2013) o de Hand. Cannot. Erase. (2015) y, con él, también nosotros nos recogemos en un abrazo reconfortante y melancólico. Un piano, unos coros angelicales, una guitarra acústica minimalista y la voz etérea y dulce de Steven tomando protagonismo absoluto y finalizando con la compañía de múltiples capas de cuerda para crear una pequeña y delicada cúspide de emotividad como dulce orgasmo final. Una canción preciosa y emocionante que sirve para cerrar perfectamente un disco que, a pesar de todo, me deja con un sabor algo agridulce.

To the Bone no será, ni de coña, mi disco favorito de todos los que ha parido Steven en sus múltiples encarnaciones, pero se debe valorar definitivamente como una muestra de valentía y de continúa exploración de sus límites como músico. Como soy un hombre que aprende de sus errores, me aguantaré muy mucho de emitir ningún veredicto inapelable hasta que tenga la oportunidad de ver como Steven defiende estas canciones el próximo mes de febrero en el Auditori del Fòrum, un entorno que se antoja propicio para otra sesión inevitable de llorera que, además, contará con la presencia y el acompañamiento de Ninet Tayeb. Y ahí sí que es donde los temas de este disco, incluidos los más aparentemente inapropiados, pasarán el test del algodón. Mi apuesta: que estará limpio como una puñetera patena.

Avatar
Sobre Albert Vila 951 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.