Las 5+1 mejores canciones de Machine Head según… Science of Noise

El influyente cuarteto de heavy metal de la West Coast Machine Head se formó en 1992 en torno al talento de los ex guitarristas de Vio-Lence Robb Flynn y Phil Demmel, el bajista Adam Duce y el batería Chris Kontos. Gracias a su estricta ética de trabajo, agresividad y auto-promoción implacable finalmente lograron firmar con Roadrunner Records. Los que en su día fueron bautizados como una poderosa y moderna combinación entre Pantera y Alice in Chains con la volatilidad de bandas thrash clásicas como Death Angel y Slayer, se han venido ganando, por derecho propio, su huequecito allí arriba, en lo más alto.

Aprovechando que dentro de unas semanas les tendremos por aquí para presentarnos su novedoso y «polémico» nuevo trabajo, Catharsis (2018), en la redacción de Science of Noise nos hemos puesto el mono (blanco) de trabajo para elaborar este Top 5+1 a modo de homenaje a los de Oakland, California.


“Davidian” por Joan Calderón

Autores: Robb Flynn, Logan MaderAdam Duce y Chris Kontos
Álbum: Burn My Eyes (1994)

1994. Machine Head editaban Burn My Eyes (Roadrunner Records), su primer LP. Para muchos, uno de sus mejores discos. Para otros, el mejor. Posiblemente uno de los discos más importantes del metal en la década de los 90, marcando la pauta del género. Para foguearse hicieron una gira europea con Slayer, en la que las crónicas hablaban de que se los merendaban cada noche. En Burn My Eyes (1994) encontramos bombazos como «Old», «Block», «Blood For Blood» o la canción que nos atañe, «Davidian».

«Davidian» fue su primer single, una muestra bastante clara de lo que encontraríamos en el disco. Groove, velocidad, furia, ganas de comerse el mundo. Tema basado en los hechos provocados por David Koresh en Wako. Riff tras riff, cambios de tempo, etc. En resumen, un combo feroz que muestra la senda a seguir en el metal de los 90. Tralla, mala hostia y actitud, aspectos marcados por el carácter de su líder, Robb Flynn, todo un personaje del mundo metálico.

En conclusión, «Davidian» es un clásico del metal, un temazo atemporal.


“Ten Ton Hammer” por Robert Garcia

Autores: Robb Flynn, Logan MaderAdam Duce y Dave McClain
Álbum: The More Things Change… (1997)

Después del impacto que supuso su primer disco Burn My Eyes (1994), superar tal obra no se tornaba algo sencillo, y tras una extensa gira por todos los rincones del mundo, se encerraron de nuevo en el estudio para sacar su continuación. Recuerdo que me lo prestaron en CD (cosas que hacíamos antes los que somos mayores) y fue brutal la primera escucha. Me lo pasé a cinta de casete (otra cosa del neolítico) de inmediato para quemarla en el walkmanTodo el disco es espectacular, con un sonido mucho más crudo y embrutecido que su debut, pero con una calidad brutal.

La canción que abre el disco, “Ten Ton Hammer”, es tal cual un martillo de diez toneladas golpeando tu cabeza sin piedad, una y otra vez, hasta dejarte hecho papilla. El estribillo es pegadizo y se arrastra como una gran serpiente que te abraza y va quebrando tus huesos. Vuelven al uso y abuso de los armónicos naturales, creando una atmósfera perfecta que te va llevando por un viaje donde el bajo marca los martilleos. Un auténtico trallazo que te deja extenuado. Lástima que después se dejasen influenciar, por vete a saber quién, y sacaran dos auténticos desastres…


“Take My Scars” por Rubén de Haro

Autores: Robb Flynn, Logan MaderAdam Duce y Dave McClain
Álbum: The More Things Change… (1997)

La primera vez que escuché este trallazo fue hace ya más de veinte años. Por aquél entonces yo era muy de comprar cosas, y recuerdo que cada dos por tres visitaba el kiosko para hacerme con la Kerrang! de turno porque casi siempre caía un CD de regalo. En uno de sus números del año 1997 se incluía una pista en CD-ROM (¡madre de Dios!) con el videoclip de «Take My Scars» que podéis visionar unas líneas más abajo… y creo que peté las pocas megas de mi Pentium II a base de bien. Grata sorpresa. ¡Gran banda la que acababa de descubrir, oiga!

Pero me da a mí la sensación de que The More Things Change… (1997), disco que contiene este temón, es siempre misteriosamente obviado y pasado por alto cuando uno menciona la ya extensa y “montañarusesca” discografía de Machine Head. Incluso la propia banda rara vez interpreta el material aquí contenido, con la excepción ocasional de la canción de apertura, “Ten Ton Hammer”, que tanto le mola a mi compañero Robert Garcia (Angoixa).

Este álbum puede resultar “odiado” incluso entre algunos de los fans más fans de los californianos, a pesar de que contiene varios elementos que hicieron despegar a la banda hacia el estrellado más estrellado del Olimpo del Metal. Es más, este álbum, junto con la obra maestra que es The Blackening (2007), me atrevería a decir que son sus dos mejores trabajos hasta la fecha… cada uno, claro está, enmarcado en su época. Porque en diez años, la década que separa ambas obras, la cosa puede llegar a cambiar… y mucho. Y esto tiene más mérito aún si tenemos en cuenta que la banda tenía la casi imposible tarea de superar su disco de debut, Burn My Eyes (1994), precursor indiscutible del tan característico groove metal, con permiso de Pantera.

La tan característica voz de Robb Flynn se cuela por todos los surcos del álbum. Con este disco el muchacho exploró un gran rango vocal y experimentó a tope con sus cuerdas vocales en todos y cada uno de los temas que componen esta obra. Un claro ejemplo de ello es este tema, y es por ello que lo he escogido para este Top 5+1. “Take My Scars” está repleta de duros y chirriosos alaridos, que se conjuntan a la perfección con las demoledoras líneas de bajo tan peculiares (y brutales) de Adam Duce, bastante en la onda de lo que encontramos en Burn My Eyes (1994), lo que ayuda a mostrar y exponer las toneladas de decibelios dónde y cuándo se las necesita. La voz de Flynn, como decía, le da el toque final a este álbum. Irónicamente, su voz suena más joven en 1997 que en 1994, probablemente porque ahora usa un estilo vocal más melódico, que aún así combina muy bien con su agresivo thrash metalizado de 1994.

Pero no es oro todo lo que reluce. El tema tiene, ha quedado claro, un groove demoledor y un solo de guitarra, a cargo del enormemente infravalorado Logan Mader, apoteósico. La armonía vocal en innegablemente buena también… pero ese inicio, esa -para muchos- horrible presentación, podría haberse ejecutado (o pensado) de otra forma. Aún así, el desarrollo posterior es brillante.

La producción es turbia y no muy agresiva, pero imagino que se hizo así para competir con las legiones de rockeros modernillos que abundaban en esa época. No olvidemos que este trabajo salió a la luz en época de gestación del tan maldito nu metalyou know: Adidas, pantalones anchotes, collares de bolitas al cuello y, como no, chubasqueros.


“Seasons Wither” por Manu Damea

Autores: Robb Flynn y Phil Demmel
Álbum: Though The Ashes Of Empires (2003)

Debido al retraso (no tenían contrato con ningún sello americano) de la salida de su quinto álbum de estudio (Through The Ashes Of Empires salió a la venta en América en abril del 2004, mientras que las ediciones europea y australiana vieron la luz en diciembre de 2003), la banda decidió incluir un tema extra, este “Seasons Wither”. La crítica los volvió a subir a un pedestal pues después de un par de altibajos volvían a la senda del estilo de su debut Burn My Eyes (1994) y de su segundo álbum, The More Things Change… (1997).

Junto a “Imperiun”, me parece de lo mejor del álbum. Es redonda, y Machine Head demuestra todo su arsenal: riffs contundentes, una batería atronadora (con un magistral Dave McClain al doble bombo) y unos ritmos muy thrash pero con el sello mas “alternativo” de Robb Flynn y los suyos. Se trata de un tema en el que sabes que lo que tiene que llegar… llega. Solos y dobles guitarras heredadas de la escuela del mejor metal clásico. Gran trabajo el de Flynn, demostrando un amplio registro de voces, ya sean melódicas, rasgadas o rabiosas.


“Aesthetics of Hate” por Albert Vila

Autores: Robb Flynn y Adam Duce
Álbum: The Blackening (2007)

Debo decir que me ha costado lo suyo decidirme por un solo tema a destacar de la vasta carrera de Machine Head. Mi primera idea era centrarme en alguno de los que suelen pasar desapercibidos y han acabado olvidados en algún cajón polvoriento (mis candidatos más claros eran «Violate», «Blistering», «Slanderous» o «Wolves»), pero a medida que los escuchaba, siendo como son todos ellos temones como la copa de un pino, me seguía viniendo a la cabeza este puñetero «Aesthetics Of Hate», que si no es el mejor tema de la carrera de los de Robb Flynn, le debe faltar bien poco. Y como veía que ninguno de mis compañeros lo escogía, pensé que sería una pena que este Top 5+1 pasara sin referencias a una canción tan inmensa como ésta.

Supongo que a estas alturas ya estaremos todos de acuerdo en que The Blackening (2007) es el disco quintaesencial de la rica y variada trayectoria de los californianos. Burn My Eyes (1994) es maravilloso, por supuesto, y The More Things Change… (2007) también, pero este álbum negro es, para mí, un disco prácticamente perfecto, y a mi juicio el mejor disco de metal de todo este siglo. Dentro de sus maravillas, «Aesthetics of Hate» es, posiblemente, la más redonda de todas ellas: riffs afilados, estructuras complejísimas, un estribillo coreable y pegadizo, un solo histórico, una parte épica inigualable, unas twin guitars absolutamente espectaculares y toda la rabia que es capaz de sintetizar un tipo tan vehemente como Robb en una sola canción, dedicada al infausto periodista que se atrevió a alegrarse del asesinato de Dimebag Darrell (Pantera).

Un temazo imprescindible en cualquier repertorio en vivo de Machine Head y en cualquier selección que pretenda recopilar lo mejor del metal de los últimos veinte años. ¡Grandes!


“Clenching the Fists of Dissent” por Beto Lagarda

Autores: Robb Flynn, Phil Demmel y Dave McClain
Álbum: The Blackening (2007)

Para un servidor, «Clenching the Fists of Dissent» es uno de los temas más completos de Machine Head. Es el tema que abre el brillante The Blackening (2007) de una forma ya de por sí arriesgada, con sus casi once minutos de duración. Arrancando con ese punteo, seguido de una batería cual introducción militar que solo marca una cuenta atrás, uno de esos momentos en que sabes que el tema estallará de una forma incontestable. Introducción finiquitada con la brutalidad de uno de los mejores riffs de Machine Head. La banda suena mas consistente que nunca y el desarrollo de la canción juega con las voces graves de Robb y las melodías, mientras McClain, en la batería, da una lección de cómo tocar con una clase y un ritmo descomunales.

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